8/05/2012

Pesadillas

Era de noche, Maxi, Rod y yo volvíamos de algún evento, las calles casi vacías, la gente se oía a lo lejos y no había mucha luz. El cielo estaba completamente despejado y se podían ver todas las estrellas, así que íbamos mirando el cielo hasta que una estrella fugaz pasa bien alto y feliz pido un deseo en silencio, pero luego pasa otra y otra y los tres nos quedamos parados mirando como cientos de estrellas fugaces se disparan en distintas direcciones y yo me quedó pasmada, fascinada por el espectáculo hasta que capto que las estrellas ya no sólo "pasan" por el cielo...si no que ahora van cayendo igual como caen las estelas de los fuegos artificiales pequeñas pero muy luminosas, y caen cerca, demasiado cerca. Y mi cerebro lo único que racionaliza es: Corre.

Los tres corremos y me desespero porque Maxi siempre se queda atrás, pero logramos llegar a casa, no es la nuestra es la casa antigua de mis abuelos pero sólo estamos nosotros y nos escondemos en la sala con la puerta entreabierta para ver por si llega algo. Esperamos mudos y aterrados (al menos yo), hasta que vemos una pequeñísima figura pasar a través del cristal de un ventanal, la figura no medía más de 20 cms y sus movimientos son super simples, camina, dobla hacia la pared más cercana y se inclina un poco sobre ella como alcanzando algo cerca de un enchufe. Rodrigo sale disparado hacia ella e intenta tocarla pero no puede, pasa la mano y no toca nada y el pequeño ser continúa su camino como si nada sin dar cuenta de ninguna otra presencia. Yo me acerco pero la figura comienza a hacer su camino de regreso y se va. No logro distinguir su forma hasta después.

Salimos a la calle y la gente está eufórica, como si fuese un carnaval, están todos en las calles comentando lo mismo que nosotros. Un pequeño ser que entra en sus casas, hace algo y luego se va, todos felices porque estos aliens son buenos y no hacen daño, pero yo sigo sintiéndome incomoda, rara. En esto pasa una tipa ofreciendo galletas que hizo el marido, primero le da una a Rodrigo y luego otra a mi, pero la mía cae al césped y ahí la dejo porque cuando miro a la tipa la encuentro media loca. Miro la galleta de Rodrigo y es plana con chispas de chocolate y me dice que está riquísima que la pruebe y eso hago...la galleta está condenadamente buena y mi gula me sobrepasa así que voy por la mía al césped. La miro y es distinta, mi galleta es como un scone, gordita, pero cuando voy a agarrarla me detengo abruptamente porque frente a mis ojos está la pequeña figura de nuevo y ahora si logro verla con todo detalle. Es una humana, como con ropas militares, camiseta sin mangas negra, pelo tomado en una cola, usa pantalones. Ella camina, luego dobla y se agacha como a tomar o dejar algo y luego se va y ahí lo comprendo todo, es un holograma, es un mensaje, todas esas figuras que en mi teoría vienen del futuro quieren decirnos algo. Agarro la galleta distraída y me la como, cuando me levanto voy ensimismada y caminando en busca de Rodrigo para contarle lo que creo de todo lo que está sucediendo, pero cuando salgo de la casa a la calzada, en el edificio del lado, en un rincón sin luz veo a la tipa de las galletas, no hay más gente, está todo oscuro y me comienzo a sentir nerviosa. Doy otro paso y ella me detiene poniéndose frente mío. La miro a los ojos y lo único que logro sentir es terror, absoluto terror, toda ella emana un poder tremendo, uno claramente maligno que me causa escalofríos de pies a cabeza. Intento moverme de nuevo pero ya no puedo, la mujer se acerca más a mí hasta que nuestros rostros apenas los separan unos centímetros. Sonríe y yo me estremezco. Luego acerca su mano a mi cara y no sé de donde si de mis ojos, nariz o boca comienza a sacar algo y la sensación es horrible como tener la boca de una aspiradora dentro que te va extrayendo todo, hasta los órganos. No puedo gritar ni moverme, solo puedo mirar. Y cuando lo saca todo me lo muestra y es como una hostia de iglesia, redondo y plano de color negro y su textura como humo. Mi alma, destruida y contaminada. Y se la come. Luego todo lo que siento es dolor.

Y lo que me deja es un parásito que se ve como ella pero es toda blanca, pelo, ojos y piel, va desnuda enroscándose pegada a mí, reptando, chillando, gritándome mil cosas en la cabeza y claramente sólo yo puedo oírla o verla. Sé que me estoy volviendo loca y que el parásito me va consumiendo de a poco, sé que cuando me agote por completo moriré, así que me divido en dos: la que aún conserva la cordura y lucha y la otra que se va perdiendo. Me veo peleando con este parásito, deformando sus extremidades hasta dejarla una maraña de brazos y piernas. la agarro y le doy azotes contra el suelo, una y otra vez, con fuerza, con rabia, con ira, sin miedo, pero el maldito bicho ni siquiera sangra, nada. Suenan sus huesos pero ninguno se rompe, ella sólo chilla como un animal pero estoy segura que aquello es imposible de matar, imposible. Que para destruirlo hay que destruir la fuente, a la otra mujer.
Me mantienen en casa porque obviamente no estoy en mis cabales, logro contarle todo a Rodrigo y él comienza a hacer sus investigaciones por su lado mientras yo sigo luchando en mi interior y ya sin alma.

Suena el timbre y Rodrigo va a abrir la puerta y aparecen 5 personas entre hombres y mujeres que son como el Greenpeace de los aliens (uno va con un chimpancé abrazado al cuello) y van repartiendo folletos para decir que los aliens son buenos y que hay que cuidarlos bla bla. Cuando se van salgo disparada tras ellos y les hablo pero no me hacen caso, hasta que les digo: Sólo tengan cuidado de los Antialiens (a mi inconsciente no se le ocurrió un término mejor? ¬¬) y el terminó salió de mis labios sin pensarlo, como si siempre hubiese tenido la info dentro de mí pero jamás la hubiese recordado o procesado hasta ese momento y mi cerebro comenzó a trabajar a mil, porque esta devoradora de almas sólo persigue aliens y Rodrigo también comió galleta y no le sucedió nada ¿Por qué a mi si?. E igual que las pelis una música de suspenso comenzó a escucharse de fondo y los 5 tipos voltearon al unísono a mirarme con absoluta precaución y seriedad, me observan de pies a cabeza, voltean de nuevo y se van sin decirme nada. Los sigo hasta la calle pero ya no están, sin embargo en el mismo rincón de la otra vez, envuelto en sombras impenetrables aparece un rostro lívido, de ojos negros en su totalidad, grandes y espantosos, pelo del mismo color y la mujer sólo me sonríe cruelmente y vuelve a sumirse en las sombras como si nunca hubiese estado allí. Y yo tengo claro que lo único que puedo hacer es esperar la muerte.

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