10/01/2011

Amante Sagrado - Capítulo 11

Cuando Liam llegó con el cuerpo de Sacris al subterráneo escondido bajo su mansión, aun se preguntaba quién había sido el que había tenido la estúpida idea de emparejarse con ella. ¿Sacris habría sido lo suficientemente precavida y habría mentido sobre su pasado? Eso esperaba, o de otra forma ¿Quién en su sano juicio se habría vinculado con este esperpento?
La raza era categóricamente severa respecto al linaje...¿Cómo entonces, Sacris habría explicado las marcas? ¿Qué clase de macho sería el susodicho? Tal vez sólo un ignorante civil, pero si ya la glymera le tenía puesto el ojo a su única heredera...
Liam continuó haciéndose preguntas de este tipo mientras iba de camino a una sala especial en el laboratorio, idéntica al cuarto de un hospital, toda de blanco, cubierta de loza inmaculada y piso de linóleo. Contaba con equipo de tecnología de punta que sería la envidia de cualquier clínica y con repisas metálicas llenas de medicamentos.
Horas antes había ordenado a sus doggens, aun consternados por su repentina y rediviva llegada, que esa noche en especial, no quería a nadie rondando por la casa. Todos habían sido despachados temprano para que lo dejasen actuar tranquilo y a pesar del shock, lloraderas y demás del grupo de sirvientes, habían acatado las órdenes como siempre habían estado acostumbrados. Aliviados enormemente por tener al amo y señor de regreso en casa.
Porque para lo que tenía en mente, no necesitaba de ninguna ayuda.
Dispuso el cuerpo de la hembra sobre una fría y dura camilla, sin ningún cuidado ni consideración, como si fuese un conejillo de indias más.
La inerte Sacris cayó sobre la blanca tela que cubría la cama, como una dislocada muñeca de trapo, con un brazo colgando desde el borde, las piernas dobladas en cualquier dirección, los ojos semi cerrados, los labios resecos entreabiertos.
Su rostro no demostraba expresión alguna, tal cual una muñequita de porcelana china. Ciega, sorda y muda. Sin amor, ni alegría, ni tristeza. Pálida como el color de las paredes y fría como la nieve.



Liam se le quedó observando seriamente. Sobre esa estrecha camilla, estaban depositados 24 años de estudio, si no más, y que ahora se irían a la basura.
Se recordó una vez más, para reafirmar su convicción del porqué de esta decisión, del porqué debía deshacerse de ella. Ya había jugado una vez a ser Dios, creando, dando vida y ahora otra vez debía jugar a serlo, para quitarla y dar paso a las alas de la muerte.
Sacris se veía tan frágil e inocente en ese estado, que por un minuto creyó sentir remordimiento y duda.
¿Qué significaba esa niña para él?
Nada más que tiempo y logros en su investigación, nada más que eso.
¿Y el qué la haya visto nacer, crecer, caminar y sonreír?
El fruto de todo su esfuerzo, de un trabajo bien hecho.
¿Es que acaso no se siente nada?
No, los sentimientos sólo debilitan a la gente, las desvían del camino del triunfo, de la realidad, del poder. Ella ya había cumplido su objetivo, le había dado la satisfacción de saber que podía lograr todo lo que se propusiese.
-Papá...
En el Amazonas había comprendido que esta sería su única oportunidad de conseguir la redención, la única que traería la paz de vuelta a su vida, por que a pesar de toda la victoria que significaba haberle dado vida a una célula clonada, el peso que traía consigo era insoportable y el precio que había que pagar por ese error, era demasiado alto.
Era intentar tapar el sol con un dedo, era algo que no podías mantener oculto de por vida. Si la verdad de la existencia de esa hembra salía a la luz pública, él tendría que pagar con su propia vida. Esa clase de experimentación con la raza era condenada con la pena de muerte, sin titubeos ni juicios de por medio. No se podía jugar con la ética y moral de la raza. Y de seguro, el Rey no tendría ningún atisbo de piedad por él.
Que cobarde era...

Pero estaba convencido de que sería sólo una pérdida de tiempo explicar al soberano que todo esto lo había hecho por el bien de la propia raza. Nadie le creería.
Al fin y al cabo, un monstruo siempre sería un monstruo.
Así que acercó la maquinaria médica necesaria y conectó a la hembra con rapidez a ellas. El monitor del ritmo cardíaco comenzó a sonar débilmente a cada pausado latido que emitía aquel dormido corazón. Sacris estaba en un coma profundo, ese había sido el objetivo de aquel sedante que le había inyectado, el de sumirla en un insondable letargo, poniendo a dormir su cerebro, como así también desconectar su cuerpo del mundo exterior.
Luego la entubó para administrarle el oxígeno necesario. No había tenido un paro respiratorio, así que eso había evitado que hubiese tenido que reanimarla artificialmente. Sorprendentemente, la hembra no había caído en un paro general de su sistema. Sacris aguantaba muy bien los químicos debido a todos los años que había experimentado con ella. Desde muy pequeña le había administrado todo tipo de venenos y otras sustancias tóxicas para activar su sistema inmunológico, como así también hacerla algo más que "invencible". Saber soportar la tortura era algo básico para un guerrero.
Recordó que en ninguna de aquellas crueles pero útiles prácticas, Sacris había derramado siquiera una lágrima, sólo se limitaba a mirarlo a los ojos con expresión ausente sin decir nada para dejarlo hacer a gusto, sabiendo que sólo así tendría su aprobación y tal vez algún mimo, el cual obviamente nunca llegaba.
Liam comenzó a sacar muestras de todo tipo, su veta científica le impedía consumar el asesinato sin haber hecho antes un minucioso estudio de su más exitoso experimento.
La adrenalina corría por su cuerpo con ansiedad y excitación, volver a practicar su oficio, para lo que había nacido, lo llenaban de satisfacción y placer.
Y sabía que debía aprovechar al máximo de esta última oportunidad de indagar en ese cuerpo que en algunas horas más debía ser inexorablemente desechado.
Sólo las frías luces de aquella sala de laboratorio, acompañaron su momento de gloria. Sólo las impávidas paredes enlosadas, fueron testigos de aquella macabra profanación. Ninguna parte del cuerpo de Sacris quedó sin ser violada por aquellas duras e implacables manos masculinas, armadas con bisturís y jeringas.
El cuerpo femenino quedó completamente desnudo y herido.
Luego de dos horas de exhaustiva indagación, Liam decidió darse un respiro y esperar fumando sentado en una silla de metal, los resultados de los exámenes.
************
Cuando los machos llegaron al apartamento de Sacris, notaron que la puerta no había sido forzada. Eso podía significar al menos dos cosas, que no era obra del enemigo o que el enemigo fuese alguien conocido y que Sacris misma hubiese sido quien le hubiese abierto la puerta. Esto último sería lo más preocupante y todos recordaron el caso de Lash y cuando había asesinado a sus propios padres, entrando a su hogar fácilmente, sin haber forzado la entrada.
El GPS del móvil de la hembra apuntaba a que aun se encontraba al interior del departamento, así que talvez aun habría alguna esperanza de encontrarla con vida.
Butch abrió la puerta con extremo cuidado, intentando no emitir sonido alguno. Todos estaban con armas en mano, listos para enfrentarse a lo que fuera. Qhuinn estaba sumamente ansioso por entrar, se removía nervioso, le sudaban las manos y no podía evitar querer gritar el nombre de su hembra para saber de una vez por todas si se encontraba ahí dentro, pero V lo calmaba con la mirada, intentando hacerle entender que cualquier paso en falso pondría en peligro la operación.
Cuando al fin la puerta fue abierta de par en par, el aroma de Sacris entró por sus fosas nasales acompañado por un torrente de emociones. Entró en la sala atropellando a todos los machos adultos a su paso, con el arma en alto, buscando frenéticamente a Sacris por cada rincón, pero tristemente no había ningún rastro de ella, más que su inconfundible esencia.
-Todo despejado por aquí.- Dijo Rhage desde el cuarto de baño y enfundando su arma.
-Y aquí está su móvil...- Dijo Butch recogiendo el destrozado aparato del suelo.
V y Qhuinn corrieron hacia el poli para ver lo que había encontrado.
El abatido padre se arrodilló sobre el lugar donde había estado el aparato para recoger los pedazos caídos.
-Dioses...hija...dinos qué fue lo que sucedió aquí...-Dijo V sosteniendo en su mano los minúsculos trozos de plástico.
-Tranquilo hermano, ya nos enteraremos y la encontraremos.- Dijo Rhage tras la espalda del macho.
Qhuinn, quien no había dicho palabra en todo el camino, respingó la nariz, olfateando el aire. Frunció el ceño al identificar un aroma desconocido, que se entremezclaba sutilmente con el de Sacris. La sangre le hirvió al instante y el profundo gruñido que salió desde su garganta llamó la atención de todos.
-Un macho...percibo el olor de...otro macho...- Dijo con la mandíbula y dientes apretados, con los ojos inyectados y llenos de ira.
La imagen de Sacris siendo tocada por otro, terminaba de consumir el poco autocontrol que le quedaba. Era inconcebible, inadmisible, inimaginable...imposible.
Y sin decir más comenzó a revisar cada sillón, dando vuelta cojines, escudriñando hasta el más escondido de los rincones. También revisó la cama que no tenía indicios de haber sido usada e incluso tenía una ligera capa de fino polvo que la cubría, demostrando así que ni siquiera se habían sentado en ella. No, no había ningún rastro del olor a sexo, ni de fluidos corporales que indicasen violación.
Lo peor de todo, era que no había pista alguna que demostrase lucha, ni forcejeo. Todo estaba en un completo y maldito orden. Esto no parecía tener ni pies ni cabeza.
¿Qué demonios había sucedido con Sacris?

O más bien, la pregunta principal sería...
¿Quién mierda era el dueño de ese olor?
¿Se la habría llevado?..¿A dónde?...¿Para qué?
¿Por qué?
-Por favor que esté viva y no sufriendo...-Rogó Qhuinn, mientras se sentaba sobre la cama empolvada, levantando una nube gris a su alrededor, con las manos sujetando su cabeza, desesperado.
-Esto es demasiado extraño, no han dejado ni siquiera una pista, más que ese olor a...poli, tú que sabes más de perfumes...- Dijo Rhage mirando en dirección a Butch.
-Mmm, creo que es Versace, también logro distinguir un vaho a tabaco...O sea nos enfrentamos a un macho adinerado, tal vez de la glymera...- Acotó el poli.
-Pero si no tenemos huellas, va a ser muy difícil dar con él...¡Maldición! ¿Por qué la glymera querría a Sacris?- Vociferó V, dando una patada al suelo.
-No lo sé, pero interrogaremos a todos los posibles sospechosos.- Respondió Rhage.
El teléfono de Qhuinn emitió un pitido agudo anunciando un mensaje de texto. El macho lo revisó al instante y frunció aun más el ceño.
-Es de John, Xhex dice que Sacris no pasó en ningún momento por el Iron Mask, ella ya va camino a casa para ayudar y Rehv se ha ido al Club para informar si Sacris llegase por allá...¡Joder! Aun espero que todo esto sea una pesadilla...
Por favor que alguien me dé un tiro...
V se acercó al muchacho y le puso una mano en el hombro.
-Créeme que me encantaría que así fuese, pero no podemos quedarnos sentados aquí sin hacer nada más que lamentarnos. Debemos seguir en busca de respuestas...Vamos hijo, vamos a buscarla...
-Yo me quedaré aquí por si encuentro alguna otra pista más significativa y nos mantendremos informados.- Anunció Butch desde la cocina, abriendo cada cajón, observando cada detalle.
-Gracias...
-No me des las gracias V, ella también es mi familia y no descansaremos hasta saber que fue lo que realmente sucedió...ahora saquen sus culos de aquí que me estropean la escena de investigación.
Los machos asintieron en silencio, pero sólo Rhage se aprestó para salir. V se quedó mirando a través del ventanal como esperando que el cristal hablase y Qhuinn se había quedado pegado al cobertor de la cama, acariciándolo como si fuese lo único que tuviese de Sacris en esos momentos, recordando con tristeza y alegría la primera noche en que había ido a ese departamento y habían hecho por primera vez el amor entre esas sábanas, ahora vacías, frías, mudas.
Rhage agachó la cabeza y lanzó un largo suspiro, pensando cual sería el próximo lugar que deberían visitar, ya que por lo visto era el único que había logrado mantener sus cinco sentidos y era completamente comprensible.
-Creo que deberíamos ir a la mansión del pa...digo del tipo que...mmm ¿Trajo a Sacris al mundo? Por si hay algo que nos sirva...
V y Qhuinn alzaron sus miradas al unísono y Butch lo miró algo asombrado.
-Wow ¿Y se te ocurrió todo eso a ti solo? - bufó el poli.
-Sep.- Respondió el macho orgulloso de sí mismo. Pero a sólo él se le levantaron las comisuras de los labios levemente. Luego adquirió una expresión mortalmente seria. No quedaba de otra cuando debías tomar el mando.-Vamos señores, andando, parecen novatos desperdiciando el valioso tiempo.
No les tomó más de media hora llegar a la mansión de Liam, estaba en completa oscuridad como si estuviese deshabitada. No había autos visibles ni en el garaje ni en la entrada. La mansión parecía un inmenso mausoleo, toda de blanco y con largos pilares adornando la fachada. El jardín parecía obra del joven manos de tijera, con arbustos podados en distintas y extrañas formas, se notaba que seguían preocupándose de mantener aquel verde espectáculo en excelente estado.
V también se percató de que el lugar contaba con muy poca seguridad, con apenas una pequeña cámara en la puerta principal, al parecer el tal Liam no conocía enemigos. ¿Y entonces por qué la obsesión de crear clones para un ejército?
Si Liam no necesitaba de más seguridad, era que tal vez no era sólo un científico loco y V revelando sus más egoístas deseos y extraños presentimientos, se alegraba de que el tipo estuviese muerto.
Rhage fue quien llamó a la puerta y demoraron bastante en atender a la llamada. Cinco minutos después se presentó un desarreglado doggen, bastante asombrado por la inusitada visita.
-¿Sí?..¿En qué puedo ayudarlos...señores?- Dijo el doggen mirando a los visitantes de pies a cabeza y no pudo evitar sentir algo de temor por aquellos dos grandes machos, que de inofensivos no parecían tener nada.
V tomó la palabra y adquirió una expresión más amable.
-Buenas noches, primero que nada, nos disculpamos por haber venido sin concertar una cita previa, pero estábamos recorriendo el sector buscando alguna casa en venta...Nos hemos mudado a la ciudad recientemente y contactando a unos amigos cercanos, de la glymera obviamente, nos han dado el dato de que esta casa se ha quedado sin dueño...Desde ya le expresamos nuestro más sentido pésame...pero no hemos podido evitar a venir a consultar si por casualidad no la habrán puesto a la venta, ya que es realmente es hermosa y se ajusta perfectamente a lo que andamos buscando.
El doggen se removió incómodo, pero recobró rápidamente su recta postura, como buen sirviente.
-No señor, lamentablemente para usted y su...amigo, esta casa no se encuentra a la venta...
-Pero ¿No hay nadie con quien podamos conversar? Talvez haya alguna manera de negociar...¿Algún heredero?
El doggen mantuvo su expresión serena e impasible.
-No Señor, la única heredera no se encuentra en casa en estos momentos y puedo asegurarle que no tiene intenciones de vender esta propiedad.
V suspiró y fingió estar decepcionado.
-Está bien, tendremos que seguir buscando, de igual forma, muchas gracias por su ayuda.
-Buenas noches, señores.
Y acto seguido, el doggen le cerró la puerta en la cara.
Segundos después apareció Qhuinn desde la parte posterior de la mansión, guardando su arma en la funda y se subieron los tres en el auto. Rhage hizo arrancar el motor del Escalade y salieron de ahí como si nada.
-¿Encontraste algo, hijo?- Preguntó V volteando la cabeza a los asientos traseros donde se encontraba sentado Qhuinn.
El muchacho negó con la cabeza.
-Estaba todo condenadamente limpio y en su interior sólo se encontraban los doggens en los cuartos de servicio. No habían cámaras de seguridad ni ningún otro tipo de sistema de seguridad, el lugar es completamente vulnerable ¿No lo encuentran eso extraño?
Los machos en los asientos delanteros asintieron en silencio.
-Tal vez la mansión es sólo una fachada para ocultar lo obvio, el laboratorio que es subterráneo, pero el doggen estaba diciendo la verdad, se percibía fácilmente que no estaba ocultando nada y más bien protegía lo que le pertenecía a Sacris, hablando como si todo lo relacionado a ella estuviese en orden...Ella no está ahí, no siento para nada su presencia...tendremos que seguir buscando.- Dijo V cavilando otras posibilidades en su mente.
-Voy a barrer la ciudad, el país si es necesario y no descansaré hasta encontrarla...
-Hijo, estoy contigo en esto, Sacris es mi hija, pero sólo te pido que no desaparezcas...-Dijo V en tono de súplica, porque aunque pareciese absurdo, ese muchacho era lo único que le quedaba de su hija, el único cable a tierra y si Qhuinn se quedaba en casa, algún día también regresaría su hija.
Qhuinn al oír estas palabras, se quedó mirando a través de la ventanilla, taciturno, sabiendo que no podía prometer nada, ya que gran parte de él parecía haber desaparecido, muerto y enterrado. Sólo el hecho de que no había cuerpo que llorar aun, lo mantenía con fuerzas y de pie para seguir luchando. Extrañamente sentía y deseaba que sería mil veces mejor saber que Sacris estaba en mano de los lessers. Sintió asco de sí mismo y remordimiento de sólo pensarlo, pero algo en su interior sabía que para Sacris sería mucho más fácil lidiar con eso que con otra cosa que fuese desconocida. Sabía que con el enemigo ella no tendría piedad y Sacris era un arma viviente, fuerte y con mucha resistencia, pero si el enemigo llevaba el rostro y sangre de la raza, la llenaría de confusión e inseguridad. De seguro preferiría morir ella, antes de derramar sangre de su sangre y esto era lo que aterraba a Qhuinn, de que el enemigo fuese un lobo con piel de oveja.
Pero ¿Quién?
Si Sacris no tenía otras amistades y sólo se relacionaba con la hermandad y su reducido grupo de conocidos.
¿Acaso sería alguien con alguna vendetta pendiente con él...o con V?
No, pues todos quienes habían presentado alguna vez una amenaza ya estaban muertos.
Mientras más pensaba, más le dolía la cabeza, el cuerpo y el alma. Todo dentro de él continuaba haciéndose añicos.
Llegaron a casa en silencio poco antes del amanecer y dentro de ella continuó aquel mutismo, o quizás era sólo él quien no podía escuchar nada...

"A lo sonoro llega la muerte
como un zapato sin pie, como un traje sin hombre,
llega a golpear con un anillo sin piedra y sin dedo,
llega a gritar sin boca, sin lengua, sin garganta.

Sin embargo sus pasos suenan
y su vestido suena, callado como un árbol."

El sonoro "biiip" de la máquina, anunció a Liam que los resultados de los exámenes de sangre de la hembra ya estaban listos.
Se levantó de la silla para ir en busca de ellos, pero justo cuando se acercó a la pantalla del computador llena de números y gráficos, el intercomunicador que lo conectaba a la mansión llamó inoportunamente. El macho contestó bruscamente.
-Ordené expresamente que no se me molestase esta noche.
La voz del más antiguo doggen de la casa, se escuchó desde el otro lado.
-Lo siento mucho amo, pero creí que querría saber que acabamos de recibir la visita de dos machos, al parecer de la glymera, que llegaron preguntando si la casa estaba en venta, obviamente les informé que no habría venta alguna y los despaché rápidamente. Supuse que a mi amo le hubiese gustado estar al tanto de esto.
Liam frunció el ceño, ya que encontraba aquella visita bastante inesperada y un tanto sospechosa.
-¿Preguntaron por mí o...por Sacris?
-No, mi amo, al parecer no eran conocidos suyos ni de la pequeña ama, ya que ni siquiera sabían quienes eran los dueños, ni menos sus nombres. Se fueron tranquilamente sin hacer más preguntas.
-Bien, entonces no hay nada de que preocuparse.-Dijo Liam pensando que sería imposible que dieran con él, si todo el mundo creía que estaba muerto y nadie sabía de la existencia del laboratorio subterráneo que tenía la seguridad de un verdadero bunker, revestido en acero, impenetrable e invisible para cualquier radar, incluido el de la propia raza. Ni el poder de la vinculación, ni el de la sangre podrían llegar hasta ahí.
Y cortó la comunicación.
El macho se quedó meditando acerca de la visita de los extraños durante algunos minutos, mirando distraídamente los resultados que iban apareciendo en la pantalla, hasta que un resultado en particular le llamó sumamente la atención, olvidando así todo lo demás.
-No puede ser...-Dijo Liam hablándole al aire.
Se dejó caer sobre la silla del escritorio, desconcertado y comenzó a teclear rápidamente, revisando cada detalle y añadiendo notas al lado de cada número y porcentaje, hasta que no le quedó duda alguna de lo descubierto, pero necesitaría de un último examen, para corroborarlo al cien por ciento.
Esta imprevista revelación, cambiaría una vez más su ya tan accidentado plan.

La búsqueda de Sacris prosiguió durante varias semanas, pero ningún peritaje dio con los resultados esperados. Seguía sin encontrarse pista alguna del paradero de la hembra, era como si se la hubiese tragado la tierra sin dejar rastro.
Se interrogó a todos los posibles sospechosos y también a quienes no lo eran, se recorrió cada rincón, se levantó cada piedra y se movió cada montaña, pero no hubo nada, absolutamente nada que llevase su nombre escrito, ni una sola huella.
Qhuinn adquirió la costumbre de dormir por largos períodos en el antiguo departamento de su amada. Debido a su evidente desequilibrio emocional y a su ya confirmada depresión, Wrath había decidido otorgarle una licencia médica que le permitió tomarse unas pequeñas vacaciones de su deber como Ahstrux nohtrum y John obviamente había apoyado tal resolución, esperando que su amigo algún día volviese a la normalidad. Terminadas sus pocas tareas en la mansión, se iba sin decir palabra, ni siquiera un adiós, al pequeño nido de Sacris, para poder dormir entre sus sábanas y empaparse de su aroma. Pasaron meses antes de que se decidiese a lavarlas, ya que de tanto usarlas, el aroma femenino había desaparecido por completo, siendo reemplazado por el suyo propio.
Usó sus toallas, bebió de sus tazones, se sentó en sus sillones y marcó cada centímetro de aquel pequeño refugio. Y cada vez que salía de él para volver a la mansión, cogía cualquier pequeñez para llevarla en su bolsillo, que podía ser desde un llavero hasta un calcetín, daba lo mismo, mientras perteneciese a ella.
El silencio del lugar era su mayor atractivo y prefería quedarse allí, en vez de tener que "sobrevivir" en la habitación que compartían en la mansión. Estar ahí era mucho más doloroso, casi insoportable, ya que en ese cuarto se albergaban los recuerdos en conjunto, las visiones de amor y deseo. Guardaba entre sus paredes los remanentes de las risas, los ecos de los llantos silenciosos y el olor de la vinculación se respiraba en cada molécula que componía aquella guarida.
Además que todos en casa lo trataban de manera "especial", como pisando vidrios rotos y eso le molestaba enormemente. Le molestaba que le hicieran sentir frágil o débil, ya no aguantaba ningún gesto de consuelo y se había vuelto huraño, silencioso, enfrascándose en su propio mundo, evitando cualquier contacto innecesario.
Sólo las palabras de Blay, dichas la misma noche en que Sacris había desaparecido, aun seguían latiendo dentro de su cabeza.
-Quisiera poder aplacar tu dolor, tus ansias y tus miedos, devolver lo que te han quitado, arrancado tan injustamente, no tienes idea de la impotencia que a veces siento por no poder ser mejor para ti...
El resto de su mente y pensamientos sólo estaban llenos de recuerdos de Sacris, su corazón seguía latiendo sólo por ella.
Había perdido el apetito y el sueño, comía de manera automática para poder mantener su fuerza, pero era incapaz de saborear lo que se metía a la boca, podía ser un exquisito trozo de carne o una suela de zapato y le sabrían exactamente igual.
Se había seguido entrenando y con mucho más ahínco que en el pasado, haciendo pesas y utilizando las máquinas hasta quedar molido, haciendo caso omiso cuando los cansados músculos le rogaban que parara, haciendo caso omiso al dolor y al sudor mezclado con sangre.
Sabía que debía seguir viviendo, pero inconscientemente buscaba la autodestrucción.
No lo hizo a través del alcohol como podrían haber supuesto todos, ni tampoco en las drogas, ni buscando pelea en un bar. No, su autodestrucción era mental, lenta pero efectiva. La culpabilidad, el deshonor, la ira, la soledad.
Siguió sin derramar lágrima alguna, siguió sumido en su voto de silencio, siguió consumiéndose paulatinamente a fuego lento en su miseria y tristeza.
Taciturno, impenetrable, lejano, destruido.
La cama de Sacris lo recibía siempre fría, distante y apagada, como rechazando al extraño visitante, protestando cada vez que se deslizaba por entre sus sábanas y se vengaba proporcionándole las peores de las pesadillas, aunque estuviese despierto.
-Qhuinn...
-¿Mmm?..
-Qhuinn, despierta...
-Oh, amor, déjame dormir un poco más.
-Mírame Qhuinn...
Y el macho sintió la mano de Sacris subiendo por su espalda desnuda, acariciándolo, pero la extremidad se sentía extraña, fría, dura, huesuda. No le prestó atención a este detalle, porque sus pensamientos estaban enfocados en otra cosa, en la hembra que amaba y adoraba y que ahora estaba con él, sólo para él.
Se giró para quedar frente a ella pero sin abrir los ojos, evitando así, que el sueño se desvaneciera. La mano femenina se alejó, pero la presencia continuaba a su lado. Qhuinn sonrió al pensar que Sacris tal vez estaba buscando algo más que su despertar. Su polla se endureció al instante y se irguió en todo su esplendor, excitada y caliente.
Los fríos dedos volvieron a tocarlo, pasando suavemente por sobre su pecho, deteniéndose en un pezón para juguetear un poco y luego seguir descendiendo hasta su vientre. Qhuinn ronroneó complacido por aquellas caricias, dejando a su hembra hacer y sabiendo que pronto albergaría su polla entre sus lúbricas piernas, dándole todo lo que a ella le gustaba. Para luego besarla, morderla, beber de su dulce centro, mojarla y penetrarla hasta el fondo, sacándole dulces gemidos y frenéticos gruñidos.
Nada de eso sucedió, porque la mano de Sacris se detuvo justo en su bajo vientre y luego desapareció el contacto. Qhuinn frunció el ceño y alargó su brazo en busca del cuerpo de Sacris, pero en vez de encontrar la cálida y dulce piel de su hembra, sus manos dieron con algo pétreo, helado como el mármol y aquello no tenía ni carne, ni piel.
Sobresaltado abrió los ojos de par en par y vio horrorizado como a su lado yacía un espeluznante esqueleto cubierto de sangre seca e insectos negros que le recorrían las costillas y se anidaban donde debería haber estado el corazón.
Aquello no tenía ojos, sus profundas cuencas eran negras e insondables.
Hablaba, pero su mandíbula no se movía.
-Amor, mírame...
El macho despertó con un grito desaforado, desgarrando su garganta y haciendo explotar sus oídos. Un frío sudor le cubría la frente y empapaba sus cabellos. El corazón amenazaba por salírsele de su boca, latiendo a mil.
La muerte, sabía que la espantosa imagen de la muerte no lo dejaría en paz, jamás.
Perdiendo la razón por un minuto, tomó la pistola que tenía sobre la mesita de noche, le quitó el seguro y la puso dentro de su boca, sintiendo el sabor del metal en su paladar, el sabor del fin de sus días sobre esta tierra.
Ya no puedo más...no más...
Era sólo cosa de jalar del gatillo y terminar con su tortura, sería rápido y sin dolor. Sin testigos ni súplicas. Sólo él y las puertas del infierno, la sepultura de su alma, el entierro de su corazón, llevándose consigo sólo recuerdos de una vida sin frutos, sin alegrías.
Este sería su último pecado antes de morir, la vida ya lo había traicionado lo suficiente.
Pero el repiqueteo del móvil llamando, detuvo el andar de su dedo por el gatillo y se percató de la tontería que había estado a punto de hacer. Lentamente sacó el arma de su cavidad y la lanzó lejos de su vista. Sus brazos cayeron pesadamente a los costados, temblorosos. La garganta le ardía y al tragar sentía como el ácido bilis, escocía aun más las paredes en su interior.
No supo en que momento el aparato había dejado de sonar, pero luego escuchó que llamaban a la puerta insistentemente. La nerviosa voz de V se hizo oír desde el exterior.
-¡Qhuinn, hijo! ¿Estás ahí?
Sacando fuerza de flaqueza, Qhuinn logró incorporarse y levantarse de la cama para ir a abrir la puerta al macho.
¿Desde cuándo V había comenzado a decirle hijo?
¿Cuánto tiempo había pasado desde la desaparición de Sacris?
Había perdido la noción del tiempo desde hace mucho, había dejado de contar las horas, los días y los meses, porque para él todos los malditos segundos le parecían eternos e igual de desgraciados.
V apareció ante él completamente alterado, entrando al departamento con la mano dentro de su chaqueta, como a punto de sacar el arma.
-¡Dioses! Que susto me has dado...joder...¿Por qué no respondiste al teléfono? Te he estado llamando hace más de una hora...
Y luego reparó en el semblante de Qhuinn, tenía un aspecto de los mil demonios. Sudaba de pies a cabeza, las bolsas bajo sus ojos colgaban oscuras e hinchadas, el cabello lo traía alborotado y pegado en las sienes. El rostro demacrado y las pupilas dilatadas. Parecía un muerto viviente y bueno, eso era en lo que se había convertido. Claro que él tampoco lo hacía nada de mal, ni él ni Jane lograban dormir muy bien y mantenían los ánimos por el suelo. Despertar cada noche se había transformado en un suplicio, una verdadera lucha diaria.
Su querida Jane, en los primeros días de la desaparición de Sacris, no abandonó nunca la sala de primeros auxilios. Trabajaba sin parar y cuando el cansancio la vencía, también dormía ahí. V que no quería presionarla más, había acomodado un par de camillas en una sala aledaña, para acompañarla. No podía, ni quería dormir sin ella, menos aún cuando sabía que Jane lloraba a mares cuando creía estar sola. Debía estar ahí, para ella, para consolarla, para consolarse a sí mismo.
Se acercó cuidadosamente al muchacho que continuaba sin decir palabra y observó de reojo la cama deshecha y el arma en el suelo, frunció el ceño, pero luego se relajó.
-Ven aquí muchacho.- Dijo el macho abriendo los brazos.
-No, no necesito tu consuelo...ni el de nadie...- Respondió Qhuinn con la voz ronca y desgastada.
V lo miró con severidad, pero no bajó los brazos.
-No vine a darte consuelo. No soy alguien capacitado para proveer semejante estupidez, cuando yo mismo estoy destruido por dentro y por fuera. Sólo ven aquí y no te lo estoy pidiendo por favor.
Qhuinn se acercó dando torpes pasos, pero no se atrevió a aceptar el abrazo que se le ofrecía. En cambio fue V quien le ahorró el momento de indecisión y lo tomó en sus fuertes brazos como lo había hecho en esa primera funesta noche.
Por un momento el joven macho creyó que por primera vez en tantos meses, sentía las lágrimas llegar hasta la comisura de sus ojos, pero por más que parpadeó, nada salió de ellos.
Se quedaron sumidos en un incómodo silencio, hasta que V habló.
-Y aquí viene nuestra última carta de salvación....Buenas noches, madre.
Qhuinn pegó un nervioso salto, porque en ningún momento se había percatado de la llegada de la Virgen Escriba.
-Buenas noches, hijo...Buenas noches, guerrero.-Dijo la luminosa dama envuelta en su acostumbrada túnica negra.
-Veo que has recibido mi recado, llevo más de un año intentado contactarte, pero has rechazado todas mis visitas y hasta la de Wrath.
-No vine a ser cuestionada y menos por ti hijo mío. Si no los recibí en ese entonces es porque tenía mis motivos y claramente, porque no tenía la única información que necesitaban.
Qhuinn sin poder controlar sus modales y porque en realidad en ese instante le importaban un comino, preguntó lo inevitable.
-¿Está viva? Por favor, dígame dónde está...
La Virgen Escriba suspiró resignada y lo miró compasiva.
-Guerrero, te lo dejaré pasar esta vez, sólo porque comprendo tus sentimientos y la ansiedad que te está agobiando...pero...
-Respóndenos de una vez, madre y no nos dejes caer más en esta insufrible angustia.-Exigió V sin dejarla terminar la frase.
Los ojos de la Virgen Escriba se tornaron vidriosos al ver el sufrimiento de su hijo. Verlo en ese estado le dolía profundamente y el saber que no tenía una respuesta segura para él, porque nada de esto caía en su jurisdicción, le dolía aún más.
Alzó una de sus manos, mientras la sedosa túnica se replegaba hacia atrás, dejando que la luminiscencia llenase la habitación y aquellos femeninos dedos, acariciaron delicadamente las mejillas de su hijo. Luego su mano volvió a esconderse bajo la oscura túnica y se giró hacia la pared contraria para que no pudiesen verla a la cara y así ocultar su propia angustia, preguntándose por qué su poder era tan limitado, tan inútil en estos casos en que su padre y no ella, tomaba el control absoluto.
-Ella...no está en el fade, pero tampoco sé muy bien donde está, aquella información ha quedado fuera de mi alcance...todo ha quedado en manos del destino y de Sacris misma. Ahora, al parecer, sólo ella podrá decidir si quedarse donde está actualmente, si regresar con ustedes o tomar el camino hacia el otro lado y si ella llegase a elegir las puertas del fade, les prometo que serán los primeros en saberlo. Tengan paciencia guerreros, confíen en ella...
Y sin decir más, se desvaneció en el aire dejando al par de machos, confusos y contrariados.
-V, déjame ver si entendí bien...Entonces ¿Sacris no está muerta?- Dijo Qhuinn con sus dispares ojos llenos de brillo y esperanza.
El macho se detuvo a reflexionar todo lo que le había dicho su madre, antes de poder responder lo más honestamente posible.
-Qhuinn, aun no podemos hacernos ilusiones, porque si bien Sacris podría no estar muerta, de igual forma no podemos hacer nada por ella...más que ¿esperar?...Aghhh ¿Por qué tu shellan tenía que salir tan complicada?...¿Eh?
Y por primera vez en mucho, mucho tiempo, Qhuinn esbozó una sonrisa.
Toda aquella espesa niebla que había cubierto su razón se disipó en un abrir y cerrar de ojos. Sin entender muy bien el por qué, supo claramente que Sacris seguía luchando en algún lugar y que pronto estaría de vuelta. También supo que había sido un bruto y un tonto al no reparar que ni la muerte tomaría el camino regular con ella. No, con ella no.
Al fin y al cabo, la Parca no había hecho más que burlarse de él y de todos durante casi año y medio.
Por sobre sus pensamientos, sobrevoló una imagen de Sacris jugando a las tacitas con la huesuda, sentadas en unas pequeñas sillas con vestidos de tul y lazos rosados.
Una carcajada salió abruptamente de su boca y luego otra y otra y decenas de carcajadas más le siguieron, tantas que tuvo que acuclillarse y agarrarse del estómago para no mearse encima.
Esta vez, las lágrimas fluyeron solas y sin presión alguna, cayendo cálidamente por sobre sus pómulos, entibiando su piel y alivianando sus pesares.
Una sensación de tranquilidad y confianza lo inundó, llenando su alma de fuerza y su corazón de sangre caliente y viva.
Al comienzo V pensó que el muchacho había perdido por completo la razón y que ya estaba listo para llevarlo al psiquiátrico, hasta que Qhuinn entre risa y risa le habló.
-Vamos a casa V, debo ordenar el cuarto antes de que Sacris me mate por haber alborotado sus cosas.
Y diciendo esto y sin prestarle demasiada atención al estupefacto V, comenzó a vestirse como si nada hubieses pasado.
-Hijo...-Comenzó a decir V preocupado por la actitud demencial de su joven yerno.
-No te preocupes...la conoces igual o mejor que yo, así que deberías saber de lo que esa pequeña demonio es capaz...Ella regresará V y pronto, lo siento aquí.- Terminó diciendo Qhuinn, golpeándose el corazón con un puño.
El macho sonrió y se contagió de aquel ciego optimismo.
Quizás el camino de la locura sería el más seguro de seguir en estos momentos. Una que llenase el vacío y se comiese el silencio, una que trajese alegría adornada con alas y volase alto hasta el cielo, para traer de regreso a aquella pequeña estrellas de ojos amatistas que tanto necesitaban, para que volviese a alumbrar sus vidas e hiciese desaparecer la incertidumbre y la melancolía de la noche.

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