10/01/2011

Amante Sagrado - Capítulo 13

El primer grupo dispuesto por Tohr, compuesto por Qhuinn, V y Butch, se materializó justo en frente de la mansión de Liam. Un segundo grupo de refuerzo llegaría de un momento a otro, en un vehículo.
V estaba ansioso por reencontrarse con su hija, con la adrenalina fluyendo al tope por su sistema nervioso. Había esperado tanto por ese momento, por poder abrazarla y llevarla de regreso a casa, donde pertenecía, con su familia.
Los nervios y la desesperación estaban causando estragos en Qhuinn. Al fin había llegado el anhelado día en que tendría nuevamente a Sacris a su lado, entre sus brazos, pero el no saber en qué estado la encontraría, ni tampoco saber qué diablos era lo que les esperaba dentro de la mansión, lo ponía de nervios.
Estaba preparado para luchar, para disparar y matar, pero no estaba lo suficientemente listo para mirar a su hembra a la cara. La culpabilidad se lo carcomía como la misma lepra.

¿Cuánto tiempo habría estado Sacris bajo sus mismas narices y ellos ni siquiera lo habían sospechado?



-¿Y por qué Sacris no me llamó directamente a mí?

-Porque de seguro sabía que te pondrías como loco y puedo apostar el testículo que me queda, a que habrías salido por tu cuenta sin decirle a nadie.

Qhuinn respiró profundamente, sintiendo todos sus músculos en tensión, sabiendo que el macho tenía razón. En el momento en que se había enterado del paradero de Sacris, su cuerpo y cerebro habían comenzado a funcionar automáticamente, respondiendo furiosamente al instinto de protección y posesión.

-Bien, este es el plan. Ustedes irán directamente al subterráneo, yo me encargaré de revisar el resto de la casa y de cualquiera que se les interponga ¿Vale?- Dijo el poli mientras desenfundaba su arma.

-Lo que tú digas, amigo.

Los tres corrieron rodeando la casa en busca de la puerta trasera. Vieron que en la cocina se encontraba un pequeño grupo de doggens realizando sus tareas diarias y decidieron que ese sería un buen lugar por donde empezar. No había cámaras, ni alarmas.
Irrumpieron en la casa sin mayor escándalo, esa era la idea, ir silenciosamente cuarto por cuarto y reducir a quienes estuviesen dentro. Los doggens no pusieron mayor resistencia y siguieron todas las órdenes del poli. Este les aseguraba de que nadie iba a salir herido, mientras se mantuviesen tranquilos y respondieran a sus preguntas. La primera obviamente fue el exigir la ubicación exacta del laboratorio.

-Vayan, yo me encargaré de lo demás.- Ordenó Butch a los otros dos machos.
V y Qhuinn asintieron y siguieron su camino, dejando al poli atrás, interrogando al grupo aterrorizado de doggens en la cocina.
Ninguno de los dos sabía exactamente quien había sido la mente maestra tras todo esto.
Podría haber sido Liam, pero estaba muerto o, podía ser algún enemigo del científico, que quisiese apoderarse de su investigación, incluyendo la única prueba viviente, llamada Sacris.
De todas formas, fuese quien fuese, no iba a vivir lo suficiente como para ver otro anochecer. Y ambos machos se encargarían, a su propia manera, de que el responsable no se lo llevara fácil de este mundo y que antes sufriría horrores inimaginables. La tortura era una opción, si es que Sacris había sido víctima de ella.
Dicen que ojo por ojo...
Corrieron a través de pasillos interminables, sin preocuparse de las grandes puertas que veían a su paso, sólo lo harían, si es que alguna de ellas se abría. Aun así, sus instintos les corroboraban que no había nadie tras ellas. La inmensa casa estaba tristemente vacía, fría y desoladora. Parecía increíble de que Sacris se hubiese criado en ese lugar tan ajeno y distinto a ella. Todas las paredes estaban pintadas de blanco, altas y distantes, sin ningún cuadro que las adornase, en cambio, Sacris estaba llena de colores, como un lienzo albergando las visiones más oníricas de un artista.

Al llegar al final de un corredor, se encontraron con una estrecha puerta, que parecía ser la de un simple armario. De hecho, cuando la abrieron, dieron con una repisa llena de mullidas toallas blancas, pero el truco estaba en un falso panel a uno de los costados.
V le dio unos ligeros golpecitos a la pared interior, en busca de un vacío que no tuviese concreto y... "toc toc" Ahí estaba. El pequeño panel se abrió y se encontraron con un teclado numérico.
El macho marcó la clave que los doggens habían escupido a punta de pistola y todas las repisas se movieron para dar paso a otra compuerta, mucho más imponente que la anterior. Hecha completamente de acero, de más de veinte centímetros de espesor, impenetrable, indetectable y antibalas. No tenía manilla alguna, ni nada que se le pareciese.

-¿Cómo mierda abriremos esto V?

-Tiene que haber una manera...- Dijo el macho pasando sus dedos por sobre los bordes del metal lentamente hasta que dio con una escondida hendidura.

-Aquí está.

Y diciendo esto, metió un par de dedos por dentro de la pequeña rendija. Se oyó un "click" y luego la compuerta comenzó a abrirse accionando gruesas bisagras, recibiéndolos en completa oscuridad, como la boca de un lobo. Una estrecha e interminable escalera los llevó por un zigzagueante camino abajo, hasta que llegaron a un espacio abierto.
V y Qhuinn se abrieron paso sin perder más tiempo arma en mano, mirando en todas direcciones para dar con el paradero de Sacris, o de quien fuera.

El lugar parecía un verdadero hospital, pero recubierto con gruesos paneles de acero y piso de linóleo. Había un largo pasillo central, alumbrado únicamente por un par de luces de emergencia y a cada costado se divisaban muchas puertas, también de metal, con letreros que señalaban a que correspondía cada sala. Al fondo se veía un enorme ascensor, lo que indicaba que probablemente habían más pisos hacia abajo. El lugar parecía bastante lúgubre, emanando un fuerte olor a desinfectante y limpiador para pisos.
No había nadie para recibirlos, lo cual facilitaba la búsqueda de la hembra.
Revisaron cada habitación, V las del lado derecho y Qhuinn, las del izquierdo. No encontraron nada más que camillas vacías, estantes repletos de frascos, maquinaria de laboratorio y equipo médico. Siguieron investigando, hasta que llegaron a la última habitación y en ésta no había nada en su interior, más en que otra puerta que decía:
-Sólo Personal Autorizado
Los machos compartieron una mirada algo extrañada.
-Demasiado obvio ¿Cierto?- Observó V con algo de ironía en su voz.
Cruzaron la habitación vacía en un abrir y cerrar de ojos.
Qhuinn con la mano completamente empapada de sudor, tomó la manilla de la segunda puerta y la giró.

El fuerte olor de la sangre de su hembra entró en sus pulmones como si alguien le hubiese metido una granada por la nariz. Comenzó a temblar de pies a cabeza, con el corazón a punto de estallar.
Hizo saltar la puerta a su paso y entró a la nueva habitación como un tornado desbocado, gruñendo y rugiendo, reclamando por su hembra como un animal.
En el oscuro lugar había sólo una estrecha camilla reclinable, rodeada de diversos aparatos y de ellos colgaban inertes varios tubos y sondas, ninguno se encontraba conectado a la hembra. A sus pies había un arsenal de instrumentos quirúrgicos pulcramente limpios, listos para ser usados y a un costado reposaba un pequeño escritorio, cubierto de desordenados papeles y carpetas.
Sacris que un segundo antes, había estado concentradamente intentando zafarse de los grilletes, pero sin mucho éxito, quedó con el alma en un hilo debido al estruendo. Abrió los ojos como platos al reconocer aquella familiar y amada figura que había cruzado el umbral.

-¡Qhuinn!

El macho llegó hasta ella en apenas un par de zancadas, en silencio, con una expresión mortalmente seria. La abrazó al instante, tomándola fuertemente entre sus brazos, cayendo casi por completo sobre ella. Sacris comenzó a sollozar y a temblar en el mismo instante en que la tocó.
Mía...mía...MIA
-Oh, Sacris....

Acomodó delicadamente el frágil cuerpo femenino bajo el suyo, apegándola a él como queriendo fundirla con su piel, para darle el calor que necesitaba. Sacris se sentía demasiado liviana, demasiado delgada, indefensa. Estaba sucia, ensangrentada...violentada. El cabello le olía a sudor, la piel, a químicos y sangre seca. Había otro aroma en ella, pero no logró distinguirlo. De lo que sí estaba seguro es que la esencia de la vinculación ya no se percibía. Su instinto, le exigía que la marcase de inmediato, pero su razonamiento sabía que la hembra en ese estado, con suerte sería capaz de levantarse.
¿Qué mierda le habían hecho?
 Ni siquiera quería imaginárselo, pero el color marrón en la parte inferior de la bata, demostraba que había sido algo espantoso. Sacudió la cabeza para sacarse de encima todos aquellos horribles pensamientos y volvió para concentrarse en el presente. Todo lo que importaba ahora es que Sacris estaba viva y malditamente encadenada...
El sonido de las cadenas que ataban a su hembra lo estaban volviendo loco, no quería despegarse de ella, pero necesitaba deshacerse de todo lo que le estuviese haciendo daño. Así que la liberó y volvió a dejarla sobre la camilla suavemente, limpiándole las lágrimas que manchaban su rostro con dulces besos.
Le besó la frente, los párpados, las mejillas y se detuvo un instante para mirarla a los ojos. Las húmedas amatistas le devolvieron la mirada, llenas de alegría y a la vez, de cansancio. Qhuinn sonrió al ver que aquel brillante color violeta volvía a ser parte de su carta de colores, aparte del blanco, negro y gris. La hembra le devolvió la sonrisa y alzó levemente la cabeza para unir sus labios a los de él.

-Te amo tanto...- Dijo Sacris antes de comenzar a besarlo.

Tenía los labios fríos y partidos, pero eso a Qhuinn no le importó. Su cuerpo reaccionó al instante en que sintió nuevamente el sabor de Sacris en su boca, la tersa lengua acariciándolo, el calor quemándolo.
La había extrañado demasiado.
El fuerte carraspeo de V, trajo a la pareja de regreso a la realidad, ya que habían empezado a ronronear como gatos en celo. Sacris fue la primera en romper el contacto del beso, para mirar por el costado de Qhuinn.

-¡Papá!- Dijo la hembra, batiendo los brazos, haciendo sonar las cadenas de felicidad.
-Mi pequeña...-Dijo V, acercándose a su hija para abrazarla.
Sacris nuevamente comenzó a sollozar en los brazos de su padre, aliviada de sentir el aroma de esos machos que le recordaban lo que era el hogar, el amor, la felicidad.
Ahora sólo le faltaba una personita más a su lado, para sentirse completa.
-Vamos a sacarte de aquí ¿Ok?- Dijo V, separándose de ella.
Qhuinn ya había comenzado a trabajar concienzudamente, sobre uno de los grilletes con una pequeña herramienta de metal. Luego de unos segundos de forcejeo, la cerradura cedió con un pequeño chasquido, liberando al fin uno de los tobillos. El macho frunció el ceño, al observar que la piel femenina estaba completamente magullada a consecuencia del brutal trato que le había dado el acero. Al parecer Sacris había intentado repetidamente zafarse de aquel aprisionamiento.
Tragándose el nudo que se le había formado en la garganta, continuó con la tarea de liberar el otro pie.
V, en tanto se encargaba de sacar los grilletes que tenía Sacris en las muñecas, los dos machos permanecían en silencio, porque ninguno sabía muy bien qué decir en ese momento, o más bien no tenían idea de por donde comenzar.
Sacris en cambio, sabía que no tenía tiempo que perder, así que le hizo un gesto con la mirada a V, para que le prestase atención, pero sin decir palabra alguna.

-Papá ¿me escuchas?- Dijo mentalmente Sacris, esperando que el macho captase lo que estaba intentando hacer.
V la quedó mirando fijamente y luego asintió con la cabeza.
-Tú sigue con lo que estabas haciendo, pero préstame mucha atención. Necesito que bajes al segundo subterráneo, busques a Hope y la saques de aquí. Ahora. Déjame aquí con Qhuinn, sabremos arreglárnoslas.
Su padre frunció el ceño, sin entender muy bien la petición de su hija.
¿Quién era Hope? ¿Alguna amiga...otra clon? No quería dejar a su hija, aun tenía que hacerle un montón de preguntas y terminar de encargarse del bastardo culpable de toda esta desgracia.
-Papá, confía en mí, lo entenderás todo en cuanto la veas, pero por favor necesito que vayas a buscarla de inmediato y que la cuides con tu vida. Llévala a casa... ¡Vamos, vete!- Suplicó Sacris al borde de las lágrimas.
V justo había terminado con el segundo y último grillete.

-Qhuinn, quédate con ella un minuto. Iré a revisar el resto del subterráneo.- Dijo V, caminando a través de la habitación en dirección a la salida, pero cuando llegó a la puerta, se giró hacia Sacris.
-¿Quién hizo todo esto hija?
No era una pregunta, sino más bien una orden.
-De él, me encargaré yo. Es mío.- Contestó Sacris con su antiguo semblante guerrero, de asesino.
V la miró a los ojos por un instante, esbozó una leve sonrisa y desapareció por el umbral. El macho supo de inmediato que Liam jamás había estado muerto.
Sacris no quería que nadie más se enfrentase a Liam, debía hacerlo ella, aunque se le fuese la vida en ello. Lo único importante en esos momentos, era salvar a Hope, sacarla de ese horrible lugar y mantenerla a salvo junto al resto de su familia, en casa. Deseaba tanto tenerla en sus brazos, ya había pasado un día y ni siquiera había podido verle el rostro y menos tocarla. Quería alimentarla, amamantarla y por el tamaño de sus pechos, de seguro que estaba lista para hacerlo. Pero antes de todo eso, debía avisarle al padre de su existencia. Miró a Qhuinn, preguntándose si sería este el momento propicio para anunciar la gran noticia, pero por la expresión mortífera que estaba prestándole su amado, supo que no, aún no.

-¿Quién fue, amor?- Demandó esta vez Qhuinn acercándose a ella y ofreciéndole la mano para que pudiese sentarse.
-No te lo diré.- Respondió hoscamente la hembra, mientras colgaba las adoloridas piernas de la camilla y lograba al fin ponerse en posición vertical.
-¡Maldición, Sacris! No es hora de ponerse testaruda ¿Lo sabes?- Dijo furioso el macho, poniéndose frente a ella y golpeando con los puños la camilla, por los costados del cuerpo de la hembra.
Sacris lo miró fijamente, con los ojos llenos de amor, rebeldía y fogosidad. Había extrañado tanto el carácter explosivo de Qhuinn, su voz, su pelo, sus ojos dispares. Ese rostro travieso y ese gran cuerpo que tanto la excitaba.
-Amor, estoy muriendo de hambre ¿Me alimentarás o sólo te dedicarás a gritarme?- Dijo la hembra con la voz melosa.
Qhuinn maldijo nuevamente, pero esta vez lo hizo contra él mismo, al darse cuenta de que el encanto de Sacris aún surtía el mismo efecto inmediato que en el pasado. Ella mandaba, él obedecía. La dulce y maldita fuerza de la naturaleza, del emparejamiento.
Sacris se colgó de su cuello con un sólo brazo, mirándolo deseosa y hambrienta, mientras que con la otra mano, lo agarró de la camisa, para atraerlo más hacia ella, hasta que sus torsos chocaron.
El macho levantó las cejas, al sentir algo diferente en su hembra.
¿Era sólo idea de él, o a Sacris le habían crecido los pechos?
Qhuinn bajó la mirada, para comprobarlo y de inmediato abrió los ojos de par en par, salivando como un perro baboso. Wow. Definitivamente algo había cambiado en aquella zona. No lo había notado anteriormente, porque la hembra había estado acostada, pero ahora, bajo aquella bata, se levantaban dos enormes y mullidos montes y Sacris siempre había sido normal, portadora de una exquisita y perfecta copa B.
¿Le habrían hecho cirugía?

-¿Qhuinn? Si estás en esa posición no te puedo morder...- Dijo Sacris riéndose de él.
-¿Ah?...Ah sí, claro...
El macho ladeó su cuello, pero sin quitarle los ojos de encima a la renovada delantera de su hembra, absorto en su nuevo objeto del deseo.
Joder, como deseaba tocarla entera, manosearla, abrirla y penetrarla.
Sacris desenfundó sus colmillos y se abalanzó violentamente sobre la suculenta arteria que se le ofrecía. Dejándose llevar por su poco controlado instinto animal, perforó ferozmente aquella garganta masculina y gruñó de placer al saborear la voluptuosa y dulce sangre de su macho. Oh, Dioses, cómo había extrañado ese sabor, ese vigor.
Succionó como una posesa, siseando cada trago que daba y aferrándose al cuerpo de Qhuinn con frenesí, absorbiendo toda la fuerza que había perdido. La polla de su macho se sentía erecta y dura, friccionándose contra su vientre por encima de la bata. Qhuinn la acompañó con roncos gruñidos y graves gemidos, reprimiendo sus tremendas ganas de desnudarla y follarla ahí mismo.
Los delgados dedos de Sacris se enterraban con fuerza en su espalda y las largas piernas femeninas lo aprisionaban por la cintura, atrayéndolo en un dulce vaivén hacia su centro. El macho no hallaba la hora de regresar a casa y poder hacer el amor en paz.
La hembra agradeció mentalmente, el efecto del sedante, que mantenía el dolor post parto alejado de ella, para poder disfrutar a sus anchas de este anhelado encuentro.

Y poco a poco, sin que se diesen cuenta, comenzó a aflorar débilmente el aroma especiado de la vinculación, mezclándose con el olor de sus pieles, con sus ansias, con el hambre, la desesperación y del deseo que durante tanto tiempo, había perdido el rostro y la voz de quien tanto amaban.
V tomó el ascensor, aun cuestionándose quién era la tal Hope y por qué Sacris estaba tan desesperada de que la encontrase y llevase a casa.
¿Cómo iba a llevar a una desconocida a la mansión? Tendría que consultar a Wrath primero.
La gran caja metálica, chirrió al cerrar sus gruesas puertas y el macho de inmediato pulsó el botón que indicaba el paradero del segundo subterráneo. El cubículo le pareció enorme, dentro de él cabían perfectamente dos camillas y todo un staff médico. No le tomó más de medio minuto en descender y al "ding" que indicaba la apertura de las puertas en su destino, V quitó el seguro de su arma y puso el dedo en el gatillo, listo para disparar, pero al salir del ascensor, observó que el lugar estaba igual de vacío que el anterior.
El lugar constaba sólo de una gran habitación apostada al final de la sala, frente a V. Tenía una puerta doble al costado derecho y todo lo demás estaba recubierto de cristal, como una gran vitrina. A diferencia de dónde habían encontrado a Sacris, que prácticamente estaba en penumbras, aquí estaba completamente iluminado, con una suave y cálida luz. El impecable color blanco cubría testarudamente el lugar.
El macho alzó la nariz, olfateando el aire y percibió un olor dulzón, pero que no tenía nada que ver con los lessers. Siguió el aroma a través del recibidor, hasta que topó con la puerta que se corría automáticamente al paso.
Y el por qué del aroma a bebé, era precisamente porque había uno.
Tras la gran vitrina, se encontraban tres pequeñas cunitas de recién nacidos, pero sólo una estaba ocupada.
¡Santa...Mierda...!
De inmediato se le vino a la mente la imagen de Sacris con la bata ensangrentada justo entre sus piernas. Había imaginado lo peor, pero jamás se le había cruzado por la cabeza de que su hija había dado a luz recientemente, muy recientemente.
La hembra se veía demacrada, desnutrida, pero aun así V había reparado en sus brillantes ojos, llenos de resolución y tenacidad, como teniendo un objetivo mayor en su vida, más que su propia persona. De hecho todas las lágrimas que cayeron de sus ojos, eran de emoción, pero no de dolor, a pesar de su deplorable estado físico, como que si no importase ninguna de las heridas que llevaba encima. Sacris no se veía como una víctima, ni siquiera tenía indicios de trauma o shock, más bien parecía el guerrero que siempre había sido, dispuesto y listo siempre para la guerra y aquí estaba el motivo de todo aquello.
V se acercó a la cuna, guardando el arma dentro de su chaqueta, admirando sorprendido al pequeño bebé que dormía plácidamente, envuelto en una manta de franela. Tenía la carita toda roja y arrugada, lo que indicaba que no tenía más de 48 horas de vida. Dormía con el ceño fruncido, con bastante determinación. V río al pensar que de seguro sacaría la testarudez de su madre. Deseaba tocarla y así lo hizo, suavemente, con las yemas de los dedos, acariciando aquella tersa e inmaculada piel. Era tan suave, tan cálida, que sintió deseos de llorar. Le pasó los dedos por la cabecita y apenas tenía algunas pelusas en ella, pero eran visiblemente oscuras, las cuales resaltaban sobre la blancura que la rodeaba.
El macho se sintió bendecido y agradecido, ya que nunca hubiese pensado que dentro de su corazón hubiese espacio para uno más. Y así, de la nada, como abordado por un sentimiento primario, se había abierto algo dentro de él con el nombre de esa pequeña criatura, revestido de puro y dulce amor. Aquella criatura era carne de su carne, esperanza de su esperanza.
Hope.
-Que nombre más propicio tienes, cariño...
Pero, de pronto, lo asaltó una duda mortal ¿Quién sería el padre de esta niña?
V supo entonces, que la pelea de Sacris iba a ser mucho más dura en casa que aquí.
¿Qhuinn la aceptaría con una hija que no fuese de él?
-Aishh, hija...¿Qué voy a hacer contigo?
La bebita se removió inquieta al escuchar la voz del macho y rezongó molesta, pero sin abrir los ojitos, arrugando furiosamente la nariz, como a punto de estallar en llanto.
-Shhh...shhh.... Tranquila cariño, ya te sacaré de aquí.
V tomó al frágil bebé en brazos, con muchísimo cuidado, como cargando el más fino jarrón de porcelana, temiendo que se quebrase con sólo tocarla. Era tan pequeña que no le ocupaba más espacio que el antebrazo. Se preocupó de envolverla bien en su manta, protegiendo la fruncida carita del frío y buscó por los alrededores algún chupete o biberón por si se largaba a llorar en serio, para suerte de él, encontró un chupete nuevo y empaquetado dentro de un armario. V desvío su vista hacia el escritorio que reposaba a su lado y divisó una gruesa carpeta negra con el nombre de Sacris en la portada. No dudó ni un instante en revisar su contenido y se encontró con todo el registro del embarazo, con un montón de anotaciones y ecografías. El macho le prestó suma atención a la primera de ellas, en la fotografía apenas se veía una pelotita de ser humano, un embrión de tres semanas en plena formación, con una fecha arriba del cuadro. V hizo los cálculos mentalmente desde la fecha que Sacris había desaparecido y todo coincidía. Suspiró aliviado al constatar que la dulce pequeña, era hija de Qhuinn y que la hembra había sido secuestrada ya estando embarazada.
¿Cómo...?
Inmediatamente se guardó la carpeta bajo el brazo libre, toda esa información era fundamental tenerla a resguardo.
Cuando iba de salida con Hope debidamente acomodada y abrigada en su brazo derecho, se fijó en el cartel que reposaba en el respaldo de la cuna.
-Sujeto Nº 20
...Y una mierda...
V, sintió arder la sangre mezclada con la cólera y se prometió que apenas sacase a Hope y a Sacris de ahí, volvería para convertir en cenizas todo aquel horrendo lugar, con el cabrón de Liam dentro.

-¿Lista para marcharnos?- Dijo Qhuinn terminando de ponerle su chaqueta de cuero sobre los hombros a su hembra. Sobre su garganta, se exhibía orgullosamente la marca de un mordisco.
Sacris se refugió en el calor de la enorme prenda que la cubría casi por completo, se sentía tan pequeña bajo ella, el cuero negro la cubría y envolvía acogedoramente. La esencia de la vinculación se percibía fuerte y avasalladora, penetrando por cada uno de sus poros, haciendo fluir su excitación desde el mismo centro líquido y cálido. Esto era lo que ella recordaba como si fuese ayer, el mismo día en que Liam la había engañado y secuestrado, cuando horas antes había dejado algo inconcluso con Qhuinn. Todo lo que supuestamente se había dormido durante tantos meses, ahora renacía instantáneamente como si apenas hubiesen pasado horas desde su separación.
Parecía increíble el hecho de que sin darse cuenta, ya había formado una familia propia.
Dioses, tenían una hija y el padre ni siquiera se imaginaba de su existencia y todo el tiempo que se había perdido en las hojas de la inconsciencia, estaba retomando su camino velozmente, arrasando con toda su seguridad.
¿Sería capaz de ser una buena madre? ¿Aceptaría su hija el hecho de que su progenitora no fuese alguien...normal? ¿Y si Qhuinn no aceptara el hecho de que ahora sería papá y que la vida de ambos cambiaría radicalmente?

Joder, qué miedo y angustia...

-¿Amor...ya nos vamos?- Repitió el macho preocupado, al notar que su hembra se había quedado absorta en sus pensamientos.
-Mmm...sí.- Dijo Sacris bajándose de la camilla.
Sus pies descalzos tocaron el frío suelo, las piernas las sentía frágiles, sin fuerza, así que al primer paso, se le doblaron completamente y Qhuinn reaccionó rápidamente tomándola por la cintura para que no cayese.
-Mejor te llevo en brazos.-Dijo el macho a punto de tomarla en andas.
-No...Estaré bien, sólo me tomará un momento acostumbrarme...ya mis piernas están comenzando a reaccionar.

La hembra comenzó a flexionar las rodillas de a una, para que la sangre volviera a circular por sus extremidades normalmente. Qhuinn la observaba con suma preocupación y cuidado, esperando paciente a que Sacris pudiese caminar por sí misma sin problemas. La vio dar algunos pasos, sujetándose del borde de la camilla, hasta que pronto recuperó la total movilidad, aun así el macho procuró llevarla firmemente del brazo.
Se dispusieron a salir de la maldita habitación, queriendo dejar atrás los horribles recuerdos que se habían anidado en ella, cuando Sacris recordó que urgentemente debía encontrar todos sus registros y los de Hope. Deseaba tenerlos en su poder y que nada respecto a sus existencias quedara en ese lugar.

-Qhuinn, tú adelántate, ve a ver si Butch necesita ayuda, yo...necesito hacer algo primero...
El macho se quedó mirando a su hembra con las cejas arqueadas, preguntándose por qué su hembra siempre acostumbraba a sacarlo de quicio en momentos así, siempre haciendo lo que ella quería cuando lo menos que se necesitaba, era su tozudez.
-Joder, no me vengas con esa mierda ahora...Te vine a buscar para sacarte de aquí, no para dejarte atrás, necesito tenerte donde mis ojos te vean, Sacris.-Dijo Qhuinn malhumorado.
La hembra puso los ojos en blanco al escuchar el reproche.
-Dioses, Qhuinn, no seas exagerado, si no demoraré nada, es sólo que necesito buscar algo y si deseas sentirte más seguro, déjame una de tus armas, sé disparar ¿Recuerdas?
-No me iré de aquí sin ti, buscaré lo que sea contigo.- Insistió el macho, sin querer dar su brazo a torcer.
Sacris no quería que su macho encontrase los registros de Hope sin haber conversado con él antes y seguía sintiendo que aun no era el momento para comunicárselo.

¿A qué le temía tanto? El dolor de un posible rechazo era lo que más le angustiaba.
Sabía a ciencia cierta de que Qhuinn la adoraba, pero también estaba consciente de lo que su macho pensaba respecto a formar una familia, teniendo tan mala experiencia con la suya propia. Qhuinn prefería vivir libre, sin ataduras, y que ella compartiese ese mismo ideal, era uno de los fuertes cimientos de su relación. Los hijos siempre eran sinónimo de grandes responsabilidades, de más temores y un sin fin de recuerdos amargos, de soledad, rechazo y miseria.
-Amor, pásame tu arma y ve con Butch, estaré contigo en un minuto. Confía en mí, por favor...- Dijo Sacris con entereza, resolución y algo de súplica.
Aquellos cristalinos luceros amatistas lo miraron fijamente recordándole con qué clase de hembra se había emparejado. Era ridículo pensar que ella habría cambiado en algo, luego de todo lo sucedido. Sacris no conocía el llamado miedo aprendido y el riesgo era parte de su trabajo, para ella no existía nada más que lograr el objetivo exitosamente. Era agotador siempre tener que equilibrar sus instintos de macho vinculado con el razonamiento práctico de un guerrero. Para no quemarse los sesos inútilmente no quedaba otra más que seguir el sendero de la resignación y la confianza, pero por ese mismo pensar ya la había perdido una vez, sería estúpido de su parte volver a tropezar con la misma piedra. Toda su piel le pedía a gritos que exigiera a Sacris que dejase de ser un Hermano, para mantenerla a salvo en casa. Qhuinn sentía que todo lo que habían evolucionado como pareja moderna e igualitaria se había ido al cubo de la basura y volvía a ser el mismo troglodita irracional de antes. No deseaba volver a ver ni una sola mancha de sangre sobre su hembra. No. Nunca. Más.
Esta sería la última vez...

Qhuinn desenfundó de mala gana una de sus Heckler & Koch y la depositó refunfuñando sobre la palma de la hembra, también sacó una de sus dagas del arnés de pecho y la puso directamente dentro de la chaqueta que llevaba Sacris.
Sacris casi gimió de placer al sentir el peso del arma en su mano, había extrañado aquella sensación de seguridad. Prefería andar desnuda pero armada, antes que no llevar ningún instrumento de trabajo con ella.
-Vamos, vete, estaré bien, lo prometo.- Dijo Sacris besando a su macho en los labios.
Pero Sacris notó que su macho no se movía de su lugar, mirándola algo resentido.
-Si veo que no sales de aquí en más de cinco minutos, vendré por ti, hayas o no encontrado lo que buscas y cuando lleguemos a casa te juro que te daré de nalgadas sin importar lo malherida que estés ¿Entendido?
La hembra sonrió y se cuadró como un soldado recibiendo órdenes de un superior.
-¡Sí, Señor!

Qhuinn dio la vuelta para salir de la habitación, antes de que se arrepintiese de su decisión. Percibió la mirada fija de su hembra por la espalda y aspiró profundamente su aroma. La esencia de la vinculación con su tinte mentolado y herbal se imponía fuertemente, pero seguía ese leve olor desconocido mezclándose con el anterior, dulce y pacífico, recordándole algo inmaculado e inocente.
-Te amo.- Dijo Sacris observando la musculosa espalda de su macho envuelta en una camiseta negra.
Qhuinn no volteó a mirarla, pero detuvo sus pasos, para saborear aquellas dulces palabras que rebotaban por sus oídos, haciendo eco en su interior y arraigándose en las paredes de su corazón. La voz de Sacris siempre le infundía paz y seguridad, como diciendo "Todo está bien" y no había nada que Qhuinn pudiese pedir en la vida, más que eso.
-Y yo a ti, amor.- Dijo Qhuinn prosiguiendo su camino.
Sacris esperó a que la silueta de su macho desapareciera por el umbral de la puerta y escuchó sus pasos hasta que se perdieron por el pasillo.
Sin soltar el arma de su mano, comenzó a buscar frenéticamente por entre los papeles dispersos en el escritorio, pero ahí no estaban sus registros, ni los de Hope. Pensó que tal vez esto le tomaría más de cinco minutos y que luego tendría que lidiar con la ira de Qhuinn. Sacudió la cabeza y salió apresuradamente de la habitación. Una vez en el pasillo observó cada una de las salas, para poder decidir por donde comenzar la búsqueda. Lo más lógico es que estuvieran en el laboratorio de Liam, así que avanzó a grandes zancadas hasta la sala elegida, arremangándose mejor la chaqueta que sobresalía de sus manos colgando incómodamente.

Al abrir la puerta, sintió un desagradable cosquilleo en el estómago, el lugar estaba frío y completamente a oscuras. Buscó el interruptor y encendió las luces, los tubos fluorescentes parpadearon algunos segundos antes de brillar en todo su esplendor.
Sacris fue directamente hacia uno de los archivadores que descansaban en un costado, revisando cada cajón que no tenían rotulación alguna. Suspiró con decepción al ver que todo lo que había ahí era casi todo facturas e inventario del laboratorio, continuó con el otro archivador que tenía al costado y en este sus cajones estaban rotulados alfabéticamente y fue directamente hacia la S, pero lamentablemente todo lo que había eran exámenes ordenados por categoría, nada que tuviese su nombre.
Estuvo dando palos a ciegas, revisando los escritorios e intentando no detenerse a observar las repisas metálicas que tapizaban casi todas las paredes, que estaban llenas de frascos, tubos de ensayos y otros recipientes. Lo que aquellos cristales transparentes exhibían era de todo, menos agradable. De reojo pudo observar muestras de todo tipo, líquidos, embriones, órganos y miembros mutilados conservados minuciosamente en un medio acuoso.
Sintió nauseas de sólo pensar en que ella también hubiese podido terminar en esa vitrina si no hubiese nacido y si ella era el sujeto número 19, significaba que los otros 18 que no lograron sobrevivir debían estar ahí, observándola en silencio.
Número 19...
-¡Qué estúpida he sido!
No debía estar buscando letras, si no números. Sin perder el tiempo, Sacris corrió de vuelta a la hilera de archivadores, todos tenían distintas etiquetas, pero no vio ninguna con números hasta que se agachó para recoger un papel que había volado en el alboroto y ahí estaba. Pegado al suelo y a la pared, bajo uno de los escritorios, reposaba un pequeño archivador negro de metal, distinto al resto. Sus etiquetas estaban escritas con números romanos. La hembra guardó el arma en uno de los bolsillos de la chaqueta y fue directamente al cajón con su número, que era uno de los últimos, pero cuando intentó abrirlo, notó que estaba cerrado con llave. Lo forcejeó por algunos segundos, pero aun no tenía la fuerza necesaria para poder llevar a cabo esa acción.
-¡Maldición!
Ir en busca de las llaves sería una pérdida de tiempo inútil, así que tomó una de las carpetas colgantes del archivador contiguo y le quitó los sujetadores metálicos.
-Nuevamente me he convertido en ladrón...creo que debería cambiar de oficio...- Dijo la hembra en voz baja mientras extendía las delgadas varillas por entre el cerrojo, moviendo una hacia arriba y la otra hacia abajo, hasta que la cerradura cedió.
Sacris que ya sentía la gota de sudor bajando por la frente, quiso saltar de alegría al abrir el cajón. Miró expectante dentro del compartimiento y se llevó la sorpresa de que sólo había una carpeta, pero que era tan gruesa como un ladrillo. La tomó entre sus manos y pesaba una tonelada. En su portada de cuero relucía el nombre de Sujeto Número 19.
La hembra cerró los ojos y se llevó el botín hacia el pecho, aquel registro pesaba lo mismo que su vida, su puta y entera vida dentro de ese lugar, escrito con su propia sangre sobre aquellas hojas.
Se juró que su hija jamás tendría que pasar por lo mismo y que a pesar de que había nacido en cautiverio al igual que ella, casi como animales, su vida que recién comenzaba, estaría llena de amor, con aires de libertad y alegría, como debía ser.

Cuando V se encontró nuevamente en el pasillo del primer subterráneo, pudo ver que Sacris y Qhuinn ya habían salido de la habitación, así que apresuró el paso con Hope en sus brazos para ir al encuentro de sus padres, pero la luz que salía de una de las salas más alejadas, detuvo su andar. De inmediato se apegó a una de las paredes y agudizó sus sentidos. La bebita se removió inquieta, haciendo que el macho desviara su atención hacia ella. V, que quería evitar a toda costa que la pequeñita estallase en llanto, comenzó a mecerla suavemente, pero no dio resultado, por que Hope comenzó a rezongar con el movimiento, primero con callados gemidos y luego berreando a todo pulmón como becerrito perdido. El macho maldijo por lo bajo, buscando el famoso chupete para acallarla, pero no logró hallarlo y pensó que si había alguien dentro de la sala iluminada, no le quedaría de otra que pelear con la niña en brazos.
Los ruidos estrepitosos que se escucharon desde aquella habitación, le confirmaron lo predicho. Rápidamente, acomodó al ruidoso bebito rosado en un brazo, dejando la otra mano libre para sacar la pistola, pero cuando justo estaba por hacerlo, Sacris apareció como un vendaval por el umbral tropezando con todo a su paso, con los ojos abiertos de par en par, el pecho subiendo y bajando velozmente y con una enorme sonrisa en su rostro.

-¡Hope!

Y V la vio correr hacia ellos como un rayo, abalanzándose sobre la pequeña para tomarla entre sus brazos y cubrirla de besos. Sacris reía y lloraba al mismo tiempo, mientras observaba al bebé de pies a cabeza, deteniéndose en el pequeño rostro para embeberse de él y susurrarle dulces palabras. Al instante el llanto de Hope se fue apagando hasta quedar sólo en un callado reclamo.
Madre e hija al fin reunidas y V al ver la acogedora escena, sintió como se le encogía el corazón de emoción y se unió a ellas en un abrazo, besando las cabecitas de sus retoños.
-No puedo esperar a que Jane las vea, se va a poner tan feliz...mis pequeñas, mis preciosas pequeñas...
-Pero no creo que a mamá le guste la idea de que la llamen abuela.- Dijo Sacris, aun sonriendo y con lágrimas en los ojos.
V rió a carcajadas, imaginando la cara que pondría Jane al ser llamada por su nuevo título.
-Oh...Oh.- Dijo Sacris con expresión de asombro, mirando a Hope y luego bajo su chaqueta.
-¿Qué sucede hija?
-Creo que ya sé por qué Hope está protestando tanto...debe tener hambre y siento todo el camisón empapado...
V frunció el ceño y le quitó a Hope de los brazos, quien comenzó a llorar nuevamente, dejando a una muy consternada Sacris.
-Lo siento cariño, pero no estás preparada para amamantar aun, has estado bajo la influencia de demasiados sedantes y eso no es bueno para la pequeña, ya que todo lo que tú ingieras será absorbido por ella.
Sacris frunció los labios y cruzó los brazos por sobre su pecho, enojada consigo misma ya que no era capaz de alimentar a su propia hija y la leche parecía no querer detenerse. Que terrible estar desperdiciándolo todo.
-Me duele oírla llorar de esa manera, me siento tan inútil...Papá, tú adelántate con Hope, bajaré a buscarle un biberón, regreso de inmediato.- Dijo Sacris, recogiendo la gruesa carpeta que había dejado caer al oír a su hija y salir corriendo hacia el ascensor.
V no alcanzó ni a decir media palabra, cuando vio a Sacris perderse tras las puertas del armatoste de acero. Suspiró mirando a Hope quien estaba sumamente enojada por la nueva desaparición de su madre. Tenía hambre y lo único que hacían con ella, era pasarla de brazo en brazo.
-Vamos a ver a tu padre, cariño...pero no esperes a que esté más cuerdo que tu mamá...- Dijo V, encaminándose hacia el final del pasillo.

-Le dije cinco minutos y ya van diez...Joder, que nunca haga caso...-Dijo Qhuinn enojado, mientras bajaba las escaleras hacia el subterráneo a toda velocidad.
-Relájate, debe estar con V.- Dijo Butch tras el muchacho.
-Más le vale...
Cuando los machos llegaron al laboratorio, se encontraron con V frente a frente y ambos quedaron estupefactos al ver que V llevaba un pequeño bulto en sus brazos.
-Eh, al fin llegaron, justo a tiempo...Toma, Qhuinn, esto es tuyo.- Dijo V depositando a la pequeña Hope en brazos de su padre.
Qhuinn quien no tuvo tiempo para reaccionar, de un segundo a otro se vio sosteniendo a un bebé con carita arrugada y húmeda del llanto.
-¿Eh...?
-Se llama Hope...tu hija.- Anunció V con demasiada naturalidad, sin preámbulos ni preparaciones previas.
-¡¿AHH?!
Qhuinn quedó completamente pálido, con la mandíbula desencajada y los ojos desorbitados. Miraba alternadamente al bebé, a V y a Butch, con la mente en blanco. No lo podía creer.
¿Sería realmente hija de él?
Sacris había estado desaparecida el tiempo suficiente como para que el asqueroso del culpable se aparease con ella.
Qhuinn sintió como todo su cuerpo se hacía un nudo y como la confusión estaba tomando el control de sus sentimientos.
Hope se retorció entre sus brazos pretendiendo reanudar su protestas, pero V rápidamente le encajó el chupete.
-¿Co...Cómo?
Butch se largó a reir, asombrado también por la noticia, pero contento por todo lo que ello significaba, la familia crecía y eso siempre era bueno.
-Vamos hombre, creo que ya sabes como se hacen los bebés.
-Pero...Sacris no ha pasado...por  la...necesidad...-Recalcó Qhuinn sin poder reaccionar a la realidad.
V negó con la cabeza al comprender que para el muchacho la noticia le había caído como una bomba y que se veía completamente escéptico. No era correcto hacerlo dudar de Sacris, no era justo para ninguno de los tres, así que sacó la carpeta que había guardado entre su chaqueta y le mostró la prueba de la primera ecografía.
-Sólo fíjate en la fecha, muchacho...y se despejarán tus dudas.
Qhuinn leyó el papel que habían puesto frente a sus ojos y a medida que iba releyendo y viendo la fotografía del pequeño ser dentro del vientre de Sacris, apretaba más y más a Hope a su pecho.
Dioses, se había convertido en padre...
Asimilando todo poco a poco, sintió su corazón latir a través de todo su ser, como una gran orquesta entonando una fanfarria de triunfo. Bajó la mirada a la pequeña niña que chupaba sonoramente el sustituto del pecho materno y estudió su diminuta carita, en busca de rasgos parecidos a los de Sacris y él. Todo le pareció familiar en aquel sonrosado rostro, las finas líneas de su perfil, la pequeña nariz, las orejitas perfectas, el pelito negro y dio gracias a la Virgen Escriba de que Hope se pareciese más a su madre.
La bebé al sentirse inspeccionada, decidió que ya era el momento de abrir sus ojitos aunque no viese nada más que luces y sombras. Vamos, sorprendamos a papá.
Y Qhuinn se quedó sin respiración.
-¡Virgen Santísima!- Exclamó Butch por detrás de Qhuinn.
-Joder...creo que con eso ya confirmamos de sobra tu paternidad...-Afirmó V.
Hope había sacado los ojos de su padre, dispares y aunque los bebés nacían con poca pigmentación en los ojos, se podía notar claramente la diferencia de tonalidades, pero lo que aun no se podía determinar era con que combinación de color terminarían.
El reciente padre sintió que todo su mundo se venía abajo, sintiéndose culpable de haberle heredado a su precioso retoño su condenada maldición. Su hija jamás podría ver en colores y como él, tendría que lidiar con una sociedad prejuiciosa y supersticiosa. Esto no se lo perdonaría nunca.
Qhuinn lentamente se acercó al bebé hasta que sus labios tocaron los hinchados párpados de recién nacido y cerró los ojos para evitar que se le saliesen las lágrimas.
-Lo siento tanto, pequeña...lo siento tanto...
El macho sintió dos manos posándose sobre sus hombros, así que levantó la mirada con los ojos humedecidos y se encontró a V con expresión sabia.
-Qhuinn, no hay nada que lamentar o perdonar, a los hijos les basta con ser amados y protegidos sin importar nada más. Muchos de nosotros sabemos lo que es haber sido abandonados o no queridos, sólo procura no seguir el patrón de nuestros progenitores y esfuérzate por ser el mejor de los padres. Estoy seguro que Sacris y tú lo harán de maravilla. Esta pequeña ha tenido mucha suerte y ustedes han sido bendecidos con el más hermoso de los regalos. No permitas que nada ni nadie atente contra su felicidad...sólo ámala. Ámalas, como sólo tú sabes hacerlo.

Qhuinn lo miró con ojos de niño aterrado.
-Es que...no tengo idea de cómo ser papá...¿Y si no sé darle lo que necesita? Es tan pequeñita y frágil...¿Y si le hago daño sin querer?...¿Y si luego me odia?...
V bajó los brazos y puso los ojos en blanco. Butch le dio un golpe en la nuca a Qhuinn antes de que siguiera gimoteando.
-¡Vamos hombre! ¿Te estás escuchando? Basta de pensar tonterías, pareces un mariquita. Entiendo que tengas un montón de inseguridades, ya que de un minuto a otro te has convertido en padre y no tenías ni puta idea. Es obvio que debe ser algo desconcertante si no viviste todo el embarazo y no tuviste tiempo para prepararte psicológicamente, pero recuerda que no estás solo en esto, tienes a Sacris. Y que yo sepa ningún niño viene con un manual para padres perfectos bajo el brazo, es algo que se aprende en el camino y tienes a una gran familia respaldándote. Joder, tienes a una suegra doctora y a un suegro sabelotodo ¿Qué más podrías pedir, eh?

Qhuinn cerró la boca de un golpe y se quedó meditando en silencio. Ambos machos estaban en lo cierto y lo que menos necesitaba su familia ahora, era a un cobarde como padre. Ya había vivido lo suficiente como para haber aprendido de los errores y sabía lo que era tener malos padres. No, eso no era lo que quería para su hija, jamás haría con ella lo que habían hecho con él y toda esa experiencia lo había convertido en un guerrero y había encaminado sus pasos.
Miró a su hija, cómoda y abrigada entre sus brazos. Y descubrió que ella era la portadora de la esperanza de un futuro mejor, uno nuevo, lleno de alegría, descubrimientos y aprendizaje. Toda una nueva vida, depositada en una pequeñita luz, que se sentía tan acogedora, llena de amor, calma y consuelo.
El macho al fin se sintió capaz de sonreír, tenía otro motivo más para desafiar al futuro.
La protegería y cuidaría con su vida, de eso se trataba el ser padre.
El móvil de Butch sonó estrepitosamente haciendo a los tres machos saltar. El poli contestó al instante, habló rápido y cortó.

-Xhex y los demás están afuera esperando en el SUV, preguntaron si era necesario que entrasen, pero les dije que teníamos todo bajo control. En la casa no habían más que doggens, unos sólo dedicados a las labores hogareñas y otros que hacían el papel de enfermeros...Logré sacarles la información de que el dueño de casa había salido para alimentarse y que generalmente no volvía hasta antes del amanecer, así que es mejor que tú, Qhuinn, saques tu culo de aquí y te lleves a Hope a casa.
El aludido gruñó por lo bajo al descubrir que el "dueño de casa" no se trataba más que de Liam y lo iba a matar, hoy, ahora.
-Ese maldito...me las va a pagar. No me iré de aquí hasta sacarle todas las entrañas con mis propias manos...
El "Ding" del ascensor anunciaba su llegada y apenas se abrieron las puertas, salió Sacris disparada con un biberón listo en una mano y la gruesa carpeta en la otra, pero apenas vio al grupo de machos y al mismísimo Qhuinn que mostraba una expresión fría y cruel, con su hija en brazos, se quedó congelada en el acto y luego comenzó a acercarse nerviosamente.
-Este...yo...Hope...cariño, te traje el biberón...-Dijo Sacris acercándose a su hellren sin poder mirarlo a los ojos y con una mano temblorosa le sacó el chupón a su hija y lo reemplazó por el tibio alimento, dejándolo sostenido por una mano, Hope comenzó a succionar de inmediato.-Qhuinn...no sé lo que estarás pensando de mí ahora y la verdad es que ni yo misma puedo explicar como fue que sucedió realmente...sólo sé que es mi hija y bueno...también es tuya, pero si por algún motivo la idea no te agrada o dudas de mí...yo...
No pudo seguir hablando por que su macho alargó un brazo y la acercó a ellos, estrechándolos a los tres en un abrazo protector, con Hope y el biberón en medio. No era un abrazo paternal como el que le había dado V, era cálido y reconfortante, pero algo en la mirada de Qhuinn persistía cruel y despiadado.
¿Estaría enojado con ella...o con alguien más?
-Ni se te ocurra decir que me vas a dejar, por que moriría, te lo juro. No soportaría estar lejos de ti o de mi hija ni un minuto...Más que nunca las necesito cerca, sentirlas, olerlas, tocarlas...Dioses, ahora somos tres, Sacris ¿Te das cuenta?...No tienes idea de lo orgulloso que estoy de ti, de lo feliz que me has hecho...Jamás dudaría de ti, así que nunca me digas que me abandonarás...-Dijo Qhuinn levantando la cabeza de la hembra para encontrar sus miradas.
Sacris lo miró algo confundida, feliz de escucharlo hablar así, tan decidido y dispuesto, tan amoroso y entregado, pero lo otro no le encajaba.
¿Quién iba a abandonar a quién?
-Gracias por tus palabras y esto me hace amarte aún más...pero, nunca he dicho que te voy a dejar...no puedo negar que tenía mucho miedo de tu reacción, pero por Hope decidí que estoy dispuesta a enfrentar a todo el mundo si fuese necesario...y es que no me dejaste terminar...yo quería decir que si no aceptabas a Hope o dudabas de mi...te sacaría los cojones...simplemente eso, luego de pensarlo mucho, llegue a esa conclusión.
-¡¿Ah?!- Dijo el macho, atónito.
- Era sí o sí, Qhuinn, quisieras o no, somos tu familia, no te librarás de nosotras tan fácil o ¿Con quién crees que te emparejaste?...Creo que estuviste viendo demasiadas telenovelas...
Butch y V rieron sonoramente y sus carcajadas hicieron eco en la sala. Sacris acompañó las risas, mientras Qhuinn continuaba con expresión estupefacta, luego la hembra calló y cambió a un semblante más serio, porque creyó que sería un buen momento de hacer un resumen.
-Bueno, sé que no me lo han preguntado, tal vez por respetar mi privacidad o no querer herirme con el asunto, que no puedo negar que es sensible para mí, no por lo que hayan hecho conmigo, si no por lo que hicieron con Hope, que estoy segura que no le hicieron daño, pero el hecho de que haya nacido en este lugar me pone los nervios de punta y esperen a que agarre al maldito...-Sacris inspiró profundamente antes de continuar, para conservar la ira que quemaba a fuego lento en sus entrañas y poder explotar en el momento preciso y no en ese instante.- El asunto es que estuve en coma todo el tiempo, así que es por eso que no tengo ningún tipo de trauma o shock a nivel mental, aunque casi morí cuando desperté y supe que estaba embarazada y para colmo dando a luz...No tengo la menor idea que fue lo que hicieron conmigo cuando estuve inconsciente...pero si estaba embarazada y querían que el bebé naciese, no debe haber sido mucho. En resumen, desperté, nació Hope, me sedaron de nuevo, desperté al día siguiente, llamé a papá y acá estamos...Eso...Fin.-Terminó Sacris con las palabras brotando rápidamente de su boca, para no tener que detenerse en los detalles.

Los tres machos se quedaron pensativos y sólo asintieron con la cabeza, sabiendo que la intención de Sacris era bajarle el perfil a lo grave de la situación para con ella en específico y que no se aplicaba a su hija recién nacida, donde todo se traducía a pecado capital y sólo se solucionaba con la muerte del culpable y vengarla como correspondía también pasaba por convencerlos de que ella estaba en perfectas condiciones para luchar, lo cual ninguno de ellos aceptaría que Sacris se arriesgase de esa forma si ni siquiera era capaz de desmaterializare.
Butch se acercó a ella, besándola en la sien, evaluando sus daños visibles de pies a cabeza. Siempre era difícil ver que tus seres queridos habían sido lastimados y peor aun, en este caso, haber sido secuestrado, torturado, mantenido lejos de su familia por casi año y medio, sin rastro alguno y sin rescate o negociación de por medio.
Había vivido el sufrimiento de su más querido amigo, palmo a palmo, día tras día y había sido desgarradoramente espantoso y frustrante, el poder sólo prestarle el hombro y no poder devolverle a su hija, a su propia hermana.
El cuestionamiento, la culpabilidad y la incertidumbre eran el veneno que se bebía todos los días, a pequeños sorbos, la vida de V y la de su mujer, Jane. Butch se pasaba por la iglesia sólo para rezar por su amigo, la familia y por que el alma de Sacris estuviese descansando en paz, donde fuera que estuviese, también deseó con remordimiento que al menos el cuerpo de la hembra apareciese, para poder despedirla junto a los demás con los honores que merecía, pero nada había funcionado, hasta este día, donde con mucha alegría y satisfacción, la pequeña, sangre de su sangre, había aparecido más viva que nunca y con otra vida prendida a su corazón. Supo así también que V, por más lastimada que la hubiese visto, en esos momentos debía sentirse el macho más afortunado del mundo, por al fin poder llevar a sus niñitas de regreso a donde pertenecía, con los suyos.

-Los chicos están esperando afuera, ansiosos por verte, así que ve con tu hija y Qhuinn. V y yo nos encargaremos del resto...
-¡No, yo me quedo!- Respondió la pareja al unísono.
-¡¿Qué clase de padres son ustedes?! ¿Acaso pretenden exponer a su hija al peligro por pelearse el derecho de matar al maldito de Liam? El cabrón ni siquiera merece un desperdicio de balas. Nosotros nos encargaremos de él y punto. Ahora váyanse de aquí. Es una orden directa al par de pelmazos que tengo al frente- Vociferó V perdiendo la paciencia, regañando a los padres como si fuesen un par de críos.
Y así el par de críos asintió con la cabeza, se dio media vuelta sin decir nada, con el rabo entre las piernas y comenzaron a subir la escala, con los machos adultos a sus espaldas.
Cuando llegaron al vestíbulo, Butch les abrió la puerta principal y Sacris se encargó de arropar bien a Hope en los brazos de su macho. El poli de inmediato se quitó su propia chaqueta y el sweater de cachemira, poniendo esta última prenda sobre el hombro de Qhuinn, cayendo sobre la bebé como un abrigado y protector velo peludo, para no exponerla directamente al frío anochecer. La pequeña se había quedado dormida con el biberón a medio tomar y un delgado hilillo de leche caía por la comisura de sus pequeños labios entreabiertos, que formaban una diminuta O.
Cuando estuvieron listos, salieron de la mansión y vieron al SUV esperando en la calle.
Sacris tomó una gran bocanada de aire fresco y sintió con la brisa helada de invierno le subía por debajo de la bata, congelando sus piernas magulladas y sus pies desnudos.
El ambiente se percibía húmedo, al igual que el suelo, adornado con pequeñas pozas de agua. Al parecer, había llovido hace algunas horas. Miró hacia el cielo y estaba completamente cubierto de nubes oscuras y esponjosas, tal vez mañana volvería a llover.
La cálida mano de Qhuinn buscó la suya y la envolvió en un fuerte apretón, sin saber si le estaba infundiendo fuerzas a ella o a él mismo, porque ahí estaban los tres, a punto de dar el primer paso a su nueva vida llena de sentimientos encontrados. Por una parte con la dicha de estar vivos, pero por otra, en el estado en que se encontraba Sacris, no era para estar saltando en un pie. Debían de estar felices por estar nuevamente reunidos, pero estaba la ansiedad de reconstruir todo lo perdido en 17 meses, lo más rápido posible, carcomiendo sus nervios y la paciencia. Y por último, estaba el hecho de habían llegado dos y salían tres y dejando de lado la felicidad de tener a Hope sin un rasguño, la incertidumbre de lo que ocurriría más tarde y en un posible futuro, les recordaba que en su mundo no habían muchas cosas bonitas que ofrecer a esa adorable niña. Ambos guerreros sólo conocían de pelea, armas y muerte, de enemigos, riesgos y amenazas. Un mundo demasiado cruel y hostil, que no era para nada lo que ellos querían darle a su hija.
Ambos habían querido hacerse cargo de Liam personalmente para vengar la sangre de su sangre y al final, habían terminado en la calle sin poder tocarle ni un pelo. Que ironía, que impotencia.
Todo parecía de lo más irreal, una verdadera locura, sin poder vislumbrarse si este era el final feliz de un cuento de hadas o era el comienzo de otro que no pintaba muy bien.
Bendecidos y malditos al mismo tiempo, al parecer aquello era la tónica de sus vidas.
Mientras iban de camino al automóvil, Sacris miraba a Hope por debajo de la cachemira, apenas se asomaba su naricita por entre las mantas y luego observaba el duro semblante de Qhuinn, bajo toda esa máscara de hierro, dispuesto a matar a todo lo que se le cruzase y por primera vez en la vida se sintió privilegiada de haber nacido hembra y no era que alguna vez había odiado a su género, si no que siempre le habían hecho sentir de que estaba en el cuerpo equivocado, de que todo su cuerpo pequeño y delgado había sido un grave error de cálculos, pero ahora, el saber que ella era capaz de amar a un macho y fruto de ese amor, crear una nueva vida y el poder verla ahí, tangible, respirando, latiendo, emanando calor como todo ser vivo, como ella, como Qhuinn, se sentía más poderosa que nunca, sin necesidad de armas, ni técnicas letales, nada la hacía sentirse más completa e invencible, que el hecho de haber sido mamá.
Cuando llegaron al SUV, la puerta trasera se abrió de un sopetón y todos sus pasajeros los quedaron mirando boquiabiertos. Xhex fue la primera en reaccionar, inspeccionando a su amiga desde el asiento del piloto.

-Cariño, te ves fatal...Vamos, sube, rápido.
-Seh, he tenido días mejores...
Blay dejó de inmediato el espacio para que Sacris se acomodase a su lado y sin decirle nada la abrazó fuertemente. John tampoco quiso esperar más y se estiró todo lo que pudo desde el asiento del copiloto para alcanzar el cuerpo de su hermana.

-Vamos chicos, que debo estar apestosa, creo que necesito un buen baño...-Dijo Sacris entre lágrimas y risas.
-No tienes idea de cuánto te extrañamos, no tienes idea de cuánto él te extrañó...-Le susurró Blay al oído.
-Gracias por cuidarlo bien, trahyner....- Contestó en un murmullo la hembra, para luego voltearse hacia su hermano.- Oh, John, me da tanto gusto verte de nuevo...¿La bruja de Xhex se ha portado bien contigo en mi ausencia?...Dímelo con confianza, no permitiré que te maltrate.- Dijo Sacris con voz fingida, tomando el rostro de John entre sus manos.

-No te preocupes, supe defenderme solo.- Señaló John con la cara llena de risa.

-Ahh, extrañaba esto...no a tí, que te quede claro.- Dijo Xhex haciendo arrancar el auto.-¿Y qué demonios traes ahí, Qhuinn?...Por el cuidado con que lo cargas, mínimo debe ser una ojiva nuclear.- Preguntó mirando por el espejo retrovisor.

La pequeña ojiva nuclear, que no permitía que nadie hablase así de ella, decidió que era un buen momento para chillar, educadamente, como una dama, claro está y todo el grupo se volteó a mirar a Qhuinn, quien se largó a reír a carcajadas, y Sacris sólo se dedicó a poner cara de completo orgullo.

-Creo que no le caíste bien a Hope.- Dijo el macho apartando la cachemira de la carita de la bebé.- No le hagas caso, mi vida, la tía Xhex no tiene idea de lo que está diciendo, pero aquí está papá para defenderte...

-¿¡Eh...Un bebé...AH...Papá!?

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