10/01/2011

Amante Sagrado - Capítulo 06

Hace una hora que no podía volver a conciliar el sueño, la hembra a su lado parecía que estuviese soñando encima de un ring de lucha libre, porque las patadas volaban por debajo de la sábana enrollándola entre las piernas y en ese preciso momento había recibido un manotazo justo en la nariz que lo había hecho aullar de dolor.

—¡¿Qué pasó?!— Gritó Sacris sobresaltada, sentándose en la cama.

—¿Con qué demonios estabas soñando?— Dijo Qhuinn mientras se sobaba.

—¿Ah?...Ya ni recuerdo…¿Qué hice, te golpeé?

Sacris se acerco a él preocupada evaluando los daños.

— Oh…lo siento.

—¿Así van a ser todos mis despertares? Yo que esperaba algo más romántico como desayuno en la cama, o algo mejor como un rapidito…Seh, eso estaría mejor…¿Qué tal si comenzamos a practicar ahora mismo?

El macho ya se estaba comenzando a abalanzar sobre Sacris, pero ella lo detuvo con otro manotazo en la nariz, como reprendiendo a un perro con el periódico.

—¿Y quién diablos te dijo que dormiría contigo todos los días?

La hembra no bromeaba.



Qhuinn se puso serio, con el ceño fruncido. No podía creer lo que estaba escuchando, se habían hecho amigos con toda esa mierda de te-cuento-todos-mis-secretos, le había quitado la virginidad, habían dormido juntos, cosa que jamás había sucedo antes con otra hembra y para rematarla le había dicho que la amaba, que también caía en el conjunto anterior de cosas nunca-antes-hechas. Y no se lo había soltado como palabras sin sentido con el mero propósito de seducirla. No. Se lo había dicho desde el fondo de su corazón porque era la maldita puta santa verdad. ¿Y ella? No le había respondido para nada con las mismas palabras, ni siquiera un “te quiero”.

Ahora se había dado vuelta la tortilla y resultaba ¿Que era ella quien lo había utilizado?
Sintió que la sangre le hervía, todo el esfuerzo por nada, tal cual lo había predicho Blay.
Se sintió como un imbécil soñando con vinculación, emparejamiento, una shellan, una familia y el puñetero dicho de “Y fueron felices para siempre”.
Así que se levantó bruscamente buscando sus ropas.
Las pesadas persianas de acero ya estaban abajo, lo que significaba que era de día, aunque no sabía la hora. ¡Al carajo! Iba a salir de ahí aunque tuviese que esperar el anochecer en el estacionamiento del edificio.
Estaba completamente cabreado.

Sacris lo observó atónita, no entendía el por qué de ese repentino comportamiento si no había dicho nada malo. ¿Ya se había aburrido de ella? Claro, lo único que le importaba era el sexo y como ella no estaba dispuesta a dárselo cuando él quisiera, entonces ya no le servía de nada. Y no es que no quisiera, la verdad es que el deseo la estaba volviendo loca, pero no quería parecer una cualquiera entregándose tan fácil.
Perfecto Sacris, le dijo una voz en su interior, ya lo perdiste.

—¿Te vas?...No puedes…ya es de día…— Dijo con un nudo en la garganta.

Qhuinn, mientras, se calzaba los jeans, absolutamente cabreado.

—Sip, creo que ya obtuviste lo que querías de mí, así que ya no tengo nada más que hacer aquí…¿Sabes? Me siento como un estúpido al pensar que lo nuestro tenía futuro.— Tomó aire antes de continuar, lo iba a soltar todo de una vez para librarse luego de toda esa porquería que le apretaba el pecho. Si vacilaba, entonces quedaría como un mangoneado por el resto de su vida.— Resultaste ser una verdadera embustera, de hecho, te cedo mi trono de Casanova, te queda mucho mejor.

Sacris estrechó la mirada, intentando comprender. Aquellas palabras la habían herido profundamente, pero también notaba que Qhuinn las estaba diciendo por despecho o algo parecido, no porque realmente lo sintiera. Era una escena recurrente en las series rosas. Al menos, eso esperaba…si no, terminaría destrozada en mil pedazos si Qhuinn salía por esa puerta. Habló eligiendo las palabras con cuidado.

—Qhuinn…creo que me has malinterpretado…

Pero antes de que pudiese continuar, el macho la interrumpió.

—¿Ah, sí? ¿Y qué fue lo que malinterpreté? Fuiste lo suficientemente clara con el “no voy a dormir contigo” Dime, ahora que ya te deshiciste de tu flor, que por lo visto sólo fue como hacer un engorroso trámite ¿A los brazos de quien irás corriendo para enseñarle tu nueva habilidad?

Su lengua definitivamente estaba actuando por sí sola
¡Bravo Qhuinn! Ahora si que eres un jodido cabrón.

—No voy a ir a los brazos de nadie Qhuinn…y es mejor que dejes ese tonito conmigo, sólo estás empeorando las cosas…sólo escucha lo que tengo que decir.

Sacris se estaba conteniendo, realmente lo estaba haciendo, o si no ya la cara del macho estaría completamente deformada.

Qhuinn se sentó al borde de la cama mirando hacia la pared, para nada quería que sus ojos se desviaran hacia la desnudez de la hembra, que se mostraba tan natural como si estuviese vestida de pies a cabeza. Las manos sobre sus muslos apretaban tan fuerte que luego tendría cardenales.

—Habla, te escucho.— Dijo entre dientes.

—Primero, para mí lo de anoche fue especial, muy especial, no un trámite como dices y te lo digo en serio. Segundo, no vuelvas a insinuar que te he utilizado, por que sólo la Virgen sabe lo que soy capaz de hacer si repites ese tipo de escenitas. Tercero, lo de no volver a dormir contigo, no es porque yo no lo quiera Qhuinn, pero veamos los hechos, la realidad. Yo no sé si la Hermandad me va a aceptar entre sus filas, tampoco si realmente voy a vivir ahí…eres el Ahstrux nostrum de John, lo que significa que jamás debes separarte de su lado. Joder, ni siquiera deberías estar aquí ahora. No tienes idea los nervios que siento al pensar que podrías ser descubierto y los castigos que se te podrían dar….de hecho estoy pensando seriamente en echarme la culpa si eso sucede…por el infierno, que así lo haré…

Qhuinn sintió que se le venía el mundo abajo y la vergüenza tomó el lugar de la ira.
Ahora no se atrevía a mirarla por ese motivo.
Sacris tenía toda la maldita razón. ¿Por qué no lo había pensado antes de tirar toda esa mierda? Para colmo estaba dispuesta a defenderlo y debía ser él quien cumpliese siempre esa función.
Definitivamente era un maldito bastardo, no la merecía para nada.

Escondió el rostro entre sus amplias manos, refregándose como para despertar de un mal sueño. Que ganas de retroceder el tiempo. Estaba tan arrepentido que no sabía que hacer, ahora ya no tenía deseos de irse de ahí, pero de seguro sería ella quien lo echase a patadas y con justa razón.

Sacris ya no soportaba aquella tensión, el silencio entre los dos era abrumador, doloroso, desesperante. Así que se acercó con cuidado hasta quedar tras su espalda. A pesar de la oscuridad vio claramente el tatuaje que llevaba en la nuca, una fecha en la lengua antigua, enmarcada en lindos adornos arabescos. También notó la fina cadena de metal cayendo por entre sus omóplatos que terminaba en una plaqueta con un emblema tallado. Sacris hubiese querido tomarla para observarla más detalladamente, pero no se atrevió. La noche anterior había sentido el frío metal haciendo contacto sobre su piel, pero debido a que sus pensamientos estaban en otra parte no le había prestado demasiada atención.
Supo entonces que siempre caería rendida ante la masculinidad de ese cuerpo, porque no importaba donde posara sus ojos, en todos lugares era igual de magnífico.
¿Realmente todo ese macho era ahora de ella? ¿De verdad estaba pensando en emparejarse con ella? Todo se veía absolutamente ideal como en un sueño, pero la realidad era otra y no sería fácil poder complementarlo todo.
Ella era un guerrero al igual que él, no una hembra de casa que cocinara y criara niños.
Aishh, se estaba poniendo el parche antes de la herida como una cobarde, sólo el tiempo diría qué resultaría de todo esto.

Con una mano temblorosa rozó la dorada piel del macho, siguiendo la curva de sus huesos, bajando por la espina dorsal. Qhuinn saltó ante el contacto, pero no se movió.
Sacris se preguntó si aun estaba enojado.

—¿Qhuinn?...no te vayas, quédate conmigo…

—Lamento tanto no haberte escuchado antes de decir todo ese montón de mierda.

Acto seguido Sacris lo abrazó pasando sus brazos por debajo de las axilas del macho.
Qhuinn acercó las manos de la hembra que reposaban en su pecho hasta sus labios, depositando un beso en cada una.

—Olvídate de eso, sólo ven aquí…— Dijo Sacris en tono sensual, apretando sus pechos contra él.

El calor de ella se sentía tan bien sobre su espalda y tuvo una erección de inmediato al percibir los erguidos pezones rozando su piel. Su verga saltó por entre la abertura del pantalón hasta chocar con su vientre.
Sacris emitió un lascivo ronroneo cerca de su oído y todo su cuerpo reaccionó instintivamente a ese llamado en combustión instantánea.
Se quitó los jeans y se giró con fuerza hacia ella hasta hacerla caer sobre la cama.
Ambos gimieron de placer al sentir sus pieles desnudas haciendo contacto.
La temperatura se elevó rápidamente dentro de la habitación, cargando de sexualidad el ambiente.
Comenzaron a besarse como posesos, creando una maraña de lenguas como si fuese hiedra creciendo y enredándose en sus cavidades.
La polla de Qhuinn serpenteaba dura, larga y caliente sobre el vientre de la hembra, mientras que con una mano tiraba los rosados botones de los pechos violentamente y con la otra la elevaba por la cintura para lograr una mejor fricción.
Sacris gritaba a cada tirón ahogada en el éxtasis. Esto sí que era sexo, rudo, potente, animal. Una jodida delicia.
Qhuinn mordía los lóbulos de sus orejas, le lamía el cuello arrastrando los colmillos sobre su piel dejando leves rasguños a su paso. Se detuvo en sus pechos para amantarse de ellos con frenesí y terminó en su ombligo chupando el piercing desde la base hasta la punta, jugando con él entre sus dientes.
La mano que se ocupaba de sus pechos descendió hasta llegar a los resbaladizos pliegues de su parte baja, haciéndose camino entre ellos para torturar el ya inflamado montículo y para luego arremeter en su interior con un dedo, metiéndolo y sacándolo, buscando el ritmo correcto, mojándola más aún.
Sacris gritó hacia los cielos y ahora sí era de placer absoluto.
Qhuinn sacó el dedo lentamente y se lo chupó con descaro, embelesado por el intenso sabor de la humedad que lo cubría.

—¿Quieres saber a que sabes, amor?— Dijo Qhuinn con voz grave, mirándola fijamente.

Las comisuras de la boca de la hembra se elevaron en una erótica sonrisa. El violeta de sus ojos destellaba como estrellas en el firmamento.

Qhuinn arrastró la lengua por los hinchados labios de la hembra, quien abrió la boca esperando a ser alimentada. Una vez que dejó de lamerla, Sacris sacó la punta de su propia lengua para recoger lentamente lo que había sido dejado en sus labios, para luego saborearlo dentro de su cavidad.
El macho gruñó tan fuerte que ambos cuerpos se estremecieron bajo la vibración de su pecho. Pasó la mano por debajo de la rodilla de Sacris para abrirla más y luego elevó la pierna femenina hasta dejarla colgando en el aire anclada en su brazo.
Su miembro automáticamente se posicionó en la sedosa, cálida y húmeda entrada como si tuviesen imanes. Primero metió la punta y se detuvo. Sacris siseó y se agarró de las sábanas. Qhuinn se acercó a su oído con los dientes apretados, la mirada ardiente, temblando de pies a cabeza.

Amor, una vez que entre no voy a poder detenerme…

No era una pregunta, ni estaba pidiendo permiso, era una afirmación, una advertencia.

Sacris soltó las sábanas y se aferró a él, enterrando su nariz en uno de los amplios hombros. La esencia que exhalaba la piel masculina se sentía mucho más poderosa que antes, picante y especiada. Extrañamente podía percibir como aquella oscura fragancia la iba envolviendo con suaves ondas, penetrando cada uno de sus poros, instalándose en ella, marcándola, poseyéndola. Una vez que el macho terminase de bombear su semilla dentro de su vientre, la vinculación estaría completa.
Y lo quería así, lo necesitaba así, como algo primario, la razón de su existencia, de despertar cada noche, de respirar….Oh, sí, lo amaba…ahora estaba segura de eso.

Qhuinn escuchó las palabras de Sacris rebotando sobre su hombro, podían ser un murmullo apagado, apenas audible, pero llegaron directamente a su corazón, su alma y su miembro.

Te amo.

Y entró en ella con toda su longitud. Sacris gimió lujuriosamente, cerrando los ojos, desenfundando los colmillos. Ya no había barreras que lo detuviesen, ni dolor, ni preocupaciones. Bendito gen guerrero de regeneración. Sólo una estrechez exquisita acogiendo su polla entre paredes resbaladizas, cálidas y suaves. Era como estar llegando a casa después de un largo y agotador viaje. , Sacris era su hogar, uno que añoraría aunque estuviese apenas un segundo lejos de ella.

Sus cuerpos comenzaron a moverse al ritmo de sus sexos.
El vaivén del entrar y salir era mortífero, a veces delicadamente, otras, rudamente. Con belicosidad, con premura, que era cuando jadeaban y gemían más fuerte.

Sacris no podía creer que del dolor lacerante de hace sólo unas horas, se convertiría en disfrute absoluto. Esta penetración era completamente diferente y se sentía de las mil maravillas. El grueso miembro invadiéndola entre deliciosas embestidas, en una carrera desenfrenada de sensaciones que la ponían al límite.

Qhuinn jugaba saliendo hasta sólo quedar rozando su entrada con la punta, para que Sacris rogara por su regreso y cuando ya la tenía al borde de la histeria, se enterraba en ella hasta chocar con su pared más profunda, martirizando su centro.

Las embestidas se volvieron más violentas, sudorosas y salvajes, perdiendo la noción del tiempo y de sus propios cuerpos, ya no había ningún límite entre ellos, fundiéndose en una sola forma como si fuesen una pieza de metal bajo el fuego.

El orgasmo de Sacris ya estaba por venir, el macho la sintió tensándose bajo él, las piernas encadenadas a su cintura estaban haciendo más presión marcando cada uno de sus músculos, jadeaba sin control con la cabeza echada hacia atrás, las uñas enterrándose en sus brazos.
Cuando sintió leves contracciones alrededor de su polla, la tomó por los muslos para elevarla hasta que las nalgas dejaron de tocar la cama. Aceleró las embestidas al sentir las contracciones más fuertes. Ella se arqueó con un grito gutural disfrutando en el pico del orgasmo y luego escuchó su nombre saliendo en una exhalación por los labios de la hembra.
El macho sintió su propia liberación llegando, así que ladeó la cabeza para ofrecer su garganta a Sacris mientras continuaba montándola impetuosamente. Deseaba estar corriendo por sus venas y por su interior al mismo tiempo. Escuchó el siseo de los colmillos alargándose al máximo, el sonido de su piel rompiéndose al contacto de los filos, la succión deliberada, el líquido siendo tragado, un gemido femenino de satisfacción, una nueva poderosa contracción. Un impulso eléctrico bajó por su columna vertebral hasta apoderarse de su miembro, que respondió bombeando una y otra vez…sin poder detenerse.


Las noches en el Amazonas eran igual de cálidas que en el día, apenas podías percibir el leve cambio en la temperatura. El aire era siempre tan húmedo y pesado que sofocaba tus narices. El sudor jamás abandonaba tu piel, si claramente, no eras un nativo.
Aquella espléndida jungla sabía guardar bien sus secretos, definitivamente esto era mucho mejor de lo que esperaba.
La magnificencia de los ríos y los árboles, la increíble diversidad de naturaleza, te hacían sentir tan, pero tan pequeño, que cuestionabas sobre tu propia existencia, si de verdad eras tan importante en tu mundo, si de verdad tenías algún derecho de hacer lo que habías hecho.
Durante el día podías escuchar a los Guacamayos graznando desde las copas de los árboles, a los monos araña ululando, peleando por comida o territorio y por las noches rugían los Jaguares majestuosamente para advertir a sus presas que pronto se convertirían en alimento para sus imponentes fauces.
Iba a aprovechar cada minuto de su estancia en este lugar, bueno, para ser más precisos eso había estado haciendo desde… ¿Hace cuánto ya?
Por el momento no había prisa por regresar, porque aun habían muchas cosas por resolver en su cabeza, en su vida…sobre todo para poder tomar la decisión sobre una en especial.


Qhuinn por segunda vez veía su sueño interrumpido, pero esta vez era por la vibración del móvil que saltaba sonoramente sobre la mesita de noche que tenía a su lado. Tenía a Sacris profundamente dormida sobre su pecho, así que sólo estiró el brazo para coger el maldito aparato.

—Habla Qhuinn.— Dijo adormilado con el móvil cayendo entre su rostro y el cuello.

—¿Qhuinn?— Dijo la extrañada voz masculina al otro lado de la línea.

—Eh, poli ¿Qué tal te va?

—Parece que no tan bien como a tí, pero te advierto que te has metido en un menudo lío.

La voz de Butch era tosca y seca.

¡Mierda! Habían descubierto que no estaba en casa, pero mientras no supieran que estaba con Sacris, se las arreglaría de alguna forma.

—Iré a casa apenas anochezca, tuve un…asunto que atender y se me vino el día encima, pero avisé a John antes así que….

El poli lo interrumpió.

—¿Y ese asunto tiene largas piernas, pelo negro y ojos violeta? V te va a matar cuando se entere de que te has metido con Sacris…Aghhh, muchacho estás completamente jodido…creéme…

—NO ES SACRIS…así que no debes decirle nada a V ¿Estamos?

No le quedaba otra que mentir, sí, era experto mintiendo, aunque sabía que mentir a un Hermano era como meterte por voluntad propia a la fosa con los cocodrilos.

Butch rió burlescamente.

—¿Así que no estás con Sacris? Entonces, dime chico ¿Qué haces contestando su móvil? Apuesto que ni lo miraste cuando contestaste…

Qhuinn abrió los ojos como platos cuando se quitó el aparato de la oreja para mirarlo detenidamente.
¡Joder! tenían el mismo modelo, sólo el color era distinto. Miró hacia la sala y ahí estaba el suyo reposando tranquilamente junto a sus armas.

—Esteee….yoo…¡Ah, demonios! Si de todos modos se iba a enterar, pero quería prepararme antes…hacer bien las cosas…

—Guarda tus palabras para el macho indicado, ahora sólo pásame con la chica.

Butch se preguntaba qué demonios había sucedido entre esos dos que Qhuinn parecía tan serio al respecto, y si era lo que él pensaba, V ya había perdido a su hija en manos de un macho antes de siquiera haberla entregado. Para variar, las cosas en la casa de la Hermandad siempre comenzaban al revés.
Unos segundos después escuchó la voz femenina a través de auricular.

—Butch.

—Buenas tardes pequeña. Llamo para avisarte que hoy debes estar en casa al anochecer…o sea, en una hora. Hay noticias para ti y te estaremos esperando. Te encontrarás con Fritz en el vestíbulo y seguirás las instrucciones que tendrá para ti ¿Ok?

Sacris se puso nerviosa al escuchar esas palabras ¿Qué clases de noticias serían…buenas o malas? Definitivamente eran malas, sabiendo que Qhuinn había contestado su teléfono por equivocación, la novedad estaría en los oídos de todos en dos minutos. Tendría que preparar su culo para lo que viniese.

—Entendido.

Y cortó la llamada luego de despedirse del policía.

Las persianas de metal comenzaron a subir lenta y silenciosamente anunciando la llegada de la noche.

Miró a Qhuinn y él la miró a ella.

—Estamos fritos.

El macho alzó su nariz olisqueando el aire. Sus pieles emanaban un delicioso perfume.
Una exótica mezcla entre bergamota, chocolate y menta. Era extraño, porque su propio aroma de vinculación se había percibido muy diferente antes. Esto era como la combinación de dos vinculaciones distintas. Otra grata sorpresa que le daba su hembra.
No podía sentirse más bendecido.
Una malévola sonrisa se asomó por sus labios.

—Y jodidamente vinculados. Olemos a Earl Grey y After Eigth ¿Qué te parece? Ahora somos como un té inglés, sólo nos faltan las galletitas.

Sacris rió sueltamente hasta que se le llenaron los ojos de lágrimas. Luego saltó de la cama agarrando la mano de Qhuinn para arrastrarlo fuera de las sábanas.

—Vamos a bañarnos, que nos queda poco tiempo.

Qhuinn ronroneaba contento, contemplando la desnudez de su hembra mientras lo conducía al baño.

—Lo que tú digas leelan, lo que tú digas…


Blay contempló la habitación vacía durante varios minutos. Observó la cama intacta, el armario abierto y un montón de ropas en el suelo.

Qhuinn no había dormido allí ese día...

Él tampoco había pasado sus horas de sueño en la mansión y la verdad es que lo que había hecho, había sido todo menos dormir, ya que el poco tiempo que podía pasar a solas con Saxton, eran aprovechadas al máximo. Pero supuestamente Qhuinn no debía dejar desprotegido a John ni un sólo minuto. Ese era su único trabajo, su única responsabilidad. Blay no lograba comprender por qué su amigo se estaba arriesgando de esa forma a perder su posición de Ahstrux nostrum...bueno, tal vez sí lo sabía y eso era justamente lo que más le preocupaba.

Desde que había conocido a esa hembra, Qhuinn parecía haberse convertido en otra persona, siempre sumido en sus propios pensamientos, silencioso como una estatua, ausente y taciturno, como en una lucha constante consigo mismo. Durante la noche recién pasada, había llegado al Iron Mask pidiendo el alcohol más fuerte que existiese y luego se había dedicado a coquetear con cuanta pierna femenina se le cruzase, lo cual era algo “normal” en él, pero lo insólito había ocurrido después, luego de que con sólo cruzar un par de palabras y miradas, había atrapado a una mujer humana con sus redes, lista para darle lo que él buscaba. Su amigo ya se la había llevado al privado escondido al final de club para consumar la transacción y no hubieron pasado ni dos minutos, cuando Qhuinn había salido del cuarto veloz como un rayo, con expresión seria y perturbada. La chica había salido tras él algo frustrada, pero había tomado la dirección contraria, sin prestarle mayor importancia al macho que la había dejado atrás sin dedicarle palabra. Obviamente ni siquiera se había alcanzado a calentar el ambiente entre esos dos y todo había terminado en cuanto se había cerrado la puerta tras ellos.

Sólo Blay había estado pendiente de lo ocurrido, viéndolo todo desde su asiento. John se había perdido tras la huella de Xhex, quien sólo había ido al lugar a conversar de un asunto puntual con Trez, así que todos sabían que sus estadías en aquel lugar no iba a ser demasiado larga. Por eso a Qhuinn nunca le gustaba malgastar el tiempo cada vez que salían, era experto en echarse un polvo express y que ahora hubiese desaprovechado la oportunidad, cosa que jamás había hecho antes, era lo que había dejado anonadado a Blay.
Más cuando notó que Qhuinn, en vez de dirigirse a la mesa donde él estaba para contarle lo sucedido, había salido disparado por la puerta de salida, sin siquiera decir adiós. Blay había querido salir tras él, pero la llegada de John con movil en mano, había coartado sus planes.

Qhuinn me pide que lo disculpe por haberse ido tan repentinamente y que pronto se irá a casa...que necesita estar solo..y que si hay problemas lo llame...—Gesticuló John dictando el mensaje de texto que parpadeaba en la pantalla.—¿Sucedió algo en mi ausencia?— Preguntó igual de extrañado que Blay.

—Ni idea...Lo único que vi fue que se había llevado a una chica al privado, pero al parecer no había funcionado y salió corriendo sin decirme nada...Joder, si los hermanos se enteran de que te ha dejado solo aquí, se va a armar un menudo lío.— Respondió Blay secamente.

John frunció el ceño y se quedó pensando durante algunos segundos.

Bueno, no quedará otra que cubrirle el trasero esta noche, de igual forma con Xhex nos iremos ahora a casa, así que será más fácil cubrirlo durante algunas horas. Nadie preguntará por él si llega a dormir. ¿Tú te vas ahora donde Saxton?

Blay asintió en silencio asombrado de como John estuviese llevando tan tranquilamente el asunto, tal vez sabía algo que él no y no le gustaba el hecho de que le estuviesen ocultando cosas.

¿Qué mierda estaba ocurriendo con Qhuinn?

Le había dolido el hecho de que su mejor amigo no hubiese contado con él en esos momentos y sólo se hubiese comunicado con John.

Así que cuando Xhex estuvo lista, salieron del Iron Mask y Blay se despidió de la pareja pidiéndole a John que cualquier cosa que supiese de Qhuinn, se la comunicase de inmediato. Contaba con que Qhuinn regresase antes del amanecer a casa.

Pero por lo visto eso no había ocurrido, claramente Qhuinn había dormido en otro sitio y era casi obvio el dónde y el con quién. Nada de esto iba a terminar bien, primero por faltar a su responsabilidad con John y segundo, por haberse acostado con la posible nueva integrante de la hermandad, asunto que aún no terminaba de entender ni creer. Mucho menos de aceptar. Lo que podía dar por sentado era el hecho de que V se pondría furioso...

La puerta que conectaba con la habitación de John se abrió abruptamente y el mismísimo dueño entró por ella saludando a Blay algo extrañado de ver a su amigo con aquella expresión tan descompuesta, parado en el centro de la habitación vacía con los brazos cruzados.

—Se fue con ella ¿Cierto?— Demandó saber Blay con la mirada fría.

John sintió una punzada de remordimiento en el pecho. Qhuinn efectivamente le había contado sobre sus planes de ir a visitar a Sacris e incluso él mismo le había dado la dirección que se había conseguido. Pero el macho le había pedido expresamente que no le contase nada a nadie, ni siquiera a Blay. John sólo había accedido porque había notado de antemano que aquella hembra se había calado hasta los huesos de su amigo y que por primera vez, en todo el tiempo que conocía a Qhuinn, iba por alguien en serio y aquella unión le satisfacía y alegraba como nunca. Y no había dicho nada a su amigo, porque también sabía que Blay no estaba muy de acuerdo con aquella relación, aunque no sabía si por celos u otra cosa. Ahora estaba seguro de que era por celos, la cara de Blay lo decía todo.

Vamos Blay, no es para que te pongas así...

El pelirrojo sacudió sus cabellos, como no queriendo asimilar los hechos.

—¿Sabes lo que más me duele? Es que no haya confiado en mí.—Dijo Blay afligido.

Si te lo hubiese dicho ¿Lo hubieses dejado ir?

—¡Claro que sí!...o tal vez no...la verdad es que no lo sé...Realmente deseo apoyarlo, pero sigo creyendo que su elección ha sido la peor de todas...

Esta vez John frunció el ceño, algo molesto.

No creo que Sacris sea una mala elección, todo lo contrario. Creo que sólo ella podría entenderlo mejor que nadie. Ella comprende lo que somos, lo que hacemos...

—¿Y si no funciona? Entiende que lo único que deseo para él, es su felicidad.

Si no funciona, bueno, al menos se intentó. Nadie se va a morir por eso, Blay. Nosotros seguiremos a su lado, seguirá siendo nuestro amigo, nuestro hermano.

—Pero si ella se viene a vivir aquí, ya nada será lo mismo, lo más probable que todo el mundo se ponga de su lado a la primera discusión que tenga con Qhuinn...

¿No crees que estás siendo demasiado pesimista? Vamos hombre, dale una oportunidad a la chica, al menos intenta conocerla. No es propio de ti estar juzgando a la gente a primera vista.

Blay suspiró largamente y miró a John directo a los ojos, su amigo había madurado tanto en tan poco tiempo, que ya parecía un macho con cientos de años, aunque por fuera siguiese teniendo aquel rostro casi infantil.

—Tienes razón, John, toda la razón. Es que todo esto me ha pillado por sorpresa que no he sabido como reaccionar correctamente...Para mí, Qhuinn es...ya sabes...Cuando llegue a casa, conversaré con él.

John se acercó a él y le puso una mano en el hombro dándole un apretón reconfortante, fraternal y lo miró cariñosamente. No era necesario de que Blay abriese su corazón a cada momento, ni que se diese con demasiadas palabras, para poder comprender exactamente lo que estaba sintiendo.

Tal vez no se había conocido desde niños, pero había vivido lo suficiente juntos, como para sentirse hermanos de toda la vida.


—Esto es algo realmente inesperado. Guau, aun no puedo creérmelo del todo.— Dijo Rhage dando el último mordisco a su piruleta.

—Pues creételo amigo, fue una orden directa de la Virgen Escriba.— Respondió Butch sentado con las piernas cruzadas en un sillón en el despacho de Wrath.

—Y V parece el más covencido de todos. Por un momento pensé que serías el primero en oponerte V.—Siguió diciendo Rhage.

—¿Y por qué habría hecho eso? Es mi hija, es obvio que sólo deseo lo mejor para ella.— Contestó V con determinación.

Los demás machos lo observaron con detenimiento, aun algo atónitos con el hecho de que V se dirigiese a Sacris como hija. Era extraño que hubiese asumido su repentina paternidad tan naturalmente y Jane no se quedaba atrás, era como si ambos estuviesen recibiendo a su primogénita luego de haberla enviado a estudiar en el extranjero y hubiese regresado a casa hace apenas unos días. Bueno, todos excepto Butch que tenía claro el sentir de su amigo y también sus razones.

—Sé lo que están pensando y no, no nos hemos vuelto locos. Sucedió lo mismo con Tohr y John, así que no veo que mis sentimientos sean descabellados. Sacris es nuestra hija y ya vayan asumiéndola como parte de la familia. ¿A qué no es adorable mi pequeña, eh?

—Adorable, pero peligrosa, si no pregúntale a Z.— Bromeó Tohr.

Z sólo refunfuñó por lo bajo, acariciándose la garganta. La marca de los finos dedos de la pequeña adorable aun no desaparecía del todo.

—Y cabe recalcar que las hembras están todas emocionadas con el asunto. Cormia no ha parado de hablar sobre la fiesta de bienvenida que le harán.— Dijo Phury divertido.

—Ah, no me digas nada. Marissa y Bella están planeando armarle todo un nuevo guardarropa.— Dijo Butch haciendo aspavientos con las manos.

—Y Beth ya ha redecorado la habitación que dispuso para ella, en tiempo record. Creo que se han entusiasmado así de tanto porque luego de Xhex, Sacris significa una nueva adquisición para el club de las hembras y ya saben, mientras más aliadas tengan, mejor se la pasan.—Dijo Wrath sacudiendo la cabeza, pensando en toda aquella revolución que se había armado.

—Wrath, supongo que a Sacris la pondrán habitación que está al lado de la nuestra...—Preguntó V como todo un padre sobreprotector.

—Vamos V, que no tiene 5 años, no creo que Sacris desee ser controlada por sus padres maniáticos las 24 horas del día. Ahora sólo falta que le pongamos las cintas en la cabecera de la cama.—Acotó Tohr riendo.

—Sí y de seguro también querrá escuchar a sus padres haciendo cochinadas...ah, no, esperen, verdad que para eso ya tienen el Commodore. Pobre niña, esperemos que nunca se entere de sus “hobbies”.— Bromeó Rhage.

V estuvo a punto de contestarle a Hollywood, pero Wrath lo interrumpió levantándose del sillón y alzando una mano.

—Ya Señores, basta de charlas, que ya ha llegado la hora. Vamos andando.

Sacris y Qhuinn llegaron justo a la hora acordada a la mansión, tomados de la mano como dos tortolitos, con las sonrisas de oreja a oreja, riendo de cualquier tontería que se decían. Y tal y como había dicho Butch, Fritz la estaba esperando en el vestíbulo con un bulto entre sus manos.

—Buenas noches ama Sacris, amo Qhuinn.— Dijo el mayordomo inclinándose antes ellos con una leve reverencia y con una sonrisa de oreja a oreja.

Seh, ya todo el mundo lo sabía.

—Amo Qhuinn, el amo Blay lo espera en sus aposentos.

Era la manera educada de decir “lárgate” pero de ninguna forma dejaría a Sacris sola sin saber lo que iba a ocurrir con ella, pero su hembra le tomó el brazo en un fuerte apretón y lo miró con seguridad.

—Ve con Blay, todo va a estar bien…

Qhuinn frunció el ceño indicándole que no se iba a mover de ahí, así que ella le dio un empujoncito hacia las escaleras.

—Voy a estar bien, ahora vete antes de que te patee el trasero.

Y Qhuinn sintió como sus pies obedecían a la voz de Sacris y no a su propia voluntad, subió las escalas refunfuñando hasta que se perdió por el pasillo.

—Ama Sacris, tenga la bondad de seguirme.

Junto con el doggen subieron por la gran escalera y luego giraron por el pasillo en dirección contraria a la de Qhuinn. Se detuvieron frente a una puerta que el mayordomo abrió para luego invitarla a entrar por ella.

La habitación parecía haber salido de un cuento de hadas, las paredes estaban pintadas con delicados nenúfares, todo azul, verde, blanco y algunos tonos púrpuras, tal cual como en un cuadro de Monet. La gran cama con dosel, reposaba a un costado, imponente, majestuosa. Contaba con baño privado y un gran armario.
Luego de que Fritz le había dado las instrucciones de lo que debía hacer, sin darle detalles del porqué, la dejó sola cerrando la puerta tras él.

Sacris desenrolló las telas que habían depositado con demasiada solemnidad en sus manos, como si fuese algo muy importante. Era una prenda de vestir, como le habían explicado, y la seda negra resbaló grácilmente entre sus dedos. Se dejó ver una hermosa túnica con bellos bordados adornando el escote y los bordes de las mangas.
Se desnudó y se puso la túnica, que se ajustaba perfectamente a su cuerpo. Hecha a medida. El contacto de la seda cubriendo su piel era espectacular, lo único que le preocupaba era el profundo escote en la parte delantera, que revelaba un montón de piel desnuda, apenas le cubría los pechos y le llegaba hasta el ombligo. El resto de la tela cubría por completo sus brazos y por abajo caía pesadamente hasta los pies.
Subió el capuchón hasta su cabeza, la tela caía cubriéndole el rostro, con suerte lograba vislumbrar el suelo a sus pies.
Se sentó en el borde de la cama y esperó como le habían indicado.

La espera se le hizo eterna, las manos sudorosas se resbalaban sobre la tela y estaba tentada a echarse el capuchón hacia atrás para poder ver algo que calmase sus nervios.

De pronto, escuchó el chirrido de la puerta abriéndose, varios pies deslizándose, telas susurrando. Por el aroma que invadió su nariz supo que eran los Hermanos. Todos ellos.
Se levantó bruscamente de la cama y abrió la boca para decir algo, pero se detuvo, la orden había sido que permaneciese en silencio hasta que se le dijese lo contrario.
La fuerte y clara voz de Wrath hizo eco en la habitación, hablando en la lengua antigua.

—Porque el retorno de un gran Hermano es siempre bienvenido. Sacris, la respuesta que des a mi siguiente pregunta se mantendrá por el resto de tu vida. ¿Deseas reintegrarte a la Hermandad de la Daga Negra, para ocupar el puesto que te corresponde?

Oh, carajo ¿Reintegrarse? Si ella era una recién llegada

No entendía nada, pero un fuerte cosquilleo sobre su nuca le afirmó que estar ahí, era lo correcto.

—Sí.— Contestó Sacris con voz firme.

—Mantendrás la capucha sobre tu cabeza y la mirada fija al suelo. Permanecerás callada a menos que se te hable. Mantendrás las manos unidas tras la espalda. Tu valentía y honor será medida en cada acto que realices.

Sintió que un hermano se le acercaba y posaba una gran mano sobre su hombro, era V.

—Ahora vendrás con nosotros.— Dijo el Rey.

La sacaron de la casa en apenas unos minutos, no había nadie alrededor, no volaba ni una mosca, ningún testigo.

Escuchó el abrir de las puertas del auto y la deslizaron en la parte trasera. Apenas se cerraron todas las compuertas, el motor del Escalade rugió y se puso en marcha.
El vehículo saltaba a trompicones por un camino que al parecer no estaba pavimentado, sentía el crujir de las piedras bajo los neumáticos. Algunas ramas de árboles chocaban contra las ventanillas. Avanzado el camino, el motor se detuvo y todos descendieron.
Una vez más sintió la pesada mano de V sobre su hombro.
La mano la condujo por un sendero de césped, hasta que pasaron a otro que era de piedra, sintió el frío bajo la planta de sus pies descalzos y de pronto quedó en la más completa oscuridad. Por el eco que producían las pisadas sobre las paredes supo que estaban dentro de un túnel.
La caminata continuaba en descenso, en silencio, lo único que se escuchaba era el abrir y cerrar de compuertas metálicas a su paso.
Una cálida luz se dejó entrever por los pliegues de su capucha y ahora el suelo que tocaban sus pies era de lustroso mármol negro.
Claramente todo esto era parte de una ceremonia, un ritual transmitido de generación en generación a lo largo de la historia de su raza, más precisamente, de la Hermandad.
Los hermanos formaron una línea tras ella, entonando un bajo cántico que fue subiendo poco a poco haciendo eco en las paredes de lo que Sacris creía, era una cueva.
Los cuerpos de los hermanos comenzaron a mecerse de un lado a otro, mientras cantaban a todo pulmón, las notas se elevaban y caían, haciendo que le temblaran las piernas y el corazón. De pronto hubo una explosión de melodiosos sonidos que se fueron despedazando en el aire en distintas direcciones, dando a entender que habían llegado al corazón de la gruta.
El cántico cesó bruscamente, la hicieron subir unos peldaños y la dejaron instalada fijamente en un punto.
Una voz femenina se alzó hasta sus oídos haciéndola temblar más aun dentro de las telas.

—Dime tu nombre guerrero.— Demandó la mujer.

—Sacris.— Dijo con la voz más firme que pudo sacar desde su laringe.

—¿Sabes de quién desciendes?

—No.

Y de verdad no lo sabía, con suerte sabía el nombre de su guerrero interior. Cuando había tenido la edad suficiente para analizar y ser completamente consciente de su verdadera naturaleza, había preguntado a Liam sobre el Sacris original, pero el macho siempre había evadido sus dudas, dejándola sin respuesta alguna.

—Yo te lo diré. Sacris descendiente de Rhaw, hijo de Elhement, pertenecientes a la primera y segunda generación de la Hermandad de la Daga Negra. Los primeros guerreros que juraron servir a su Rey y la raza. Ellos realmente fueron un ejemplo para las generaciones posteriores, luchando como ningún otro, derramando su sangre con honor y valentía. Sacris sobre todo, fue considerado un héroe en tiempos pasados y la historia de su vida ha sido conservada herméticamente en mis registros privados, porque con tu llegada, aquella historia se seguirá escribiendo.

Sacris quedó sin habla y sin aire, era la primera vez que oía algo respecto al auténtico dueño de sus genes. No podía creer que era tan viejo ¡De los primeros guerreros!
La Virgen Escriba continuó hablando.

—Así que por aquella razón, esto no ha sido algo fortuito ni una coincidencia. Has regresado para seguir cumpliendo con tu deber junto a tus hermanos, haciendo honor a la sangre que corre por tus venas, a tu linaje. Descúbrete.

Sacris tragó con dificultad, sus pensamientos eran todo menos coherentes. Tanta información recibida estaba haciendo cortocircuito en su mente. Deslizó lentamente su capucha hacia atrás, temiendo enfrentar a la hembra que la observaba severamente.
Era una pequeña mujer cubierta completamente por una negra túnica, que emanaba luz como un sol andante, sus pies no tocaban el suelo, simplemente flotaba. La verdadera y única Virgen Escriba.

—Mírame a los ojos.— Ordenó la etérea mujer, quien con sólo desearlo bajó su propia capucha.

Era realmente hermosa, una diosa.

Cuando sus miradas se encontraron, cientos de imágenes pasaron frente a sus ojos como una película en cámara rápida. La vida del verdadero Sacris desfiló por su cerebro grabándose a fuego en su memoria. Familia, amor, odio, lealtad, sangre, pelea, miedo, esperanza, amigos y enemigos.

—Analisse…— Dijo Sacris sin pensar, como si otra persona hablase a través de ella, estaba demasiado confusa, pero cuando se dio cuenta de su impertinencia se tapó la boca con las manos, horrorizada de sí misma.

Pero para su sorpresa, la Virgen Escriba sonrió ampliamente, su expresión ya no era severa, sino más bien, amigable, tierna.

—Me alegra que me recuerdes guerrero. Sólo a ti te permitía que me llamases por mi nombre, porque siempre fuiste un buen amigo, un macho de valía, que respetó la tradición como ningún otro. Un orgullo para tu familia y para la raza.
Bienvenido a casa Sacris.

—Gra…gracias.

Sacris pellizcó su muslo disimuladamente para asegurarse de que no estaba soñando y también…para evitar que se desmayase de la impresión.

—Que tu actual cuerpo jamás te confunda respecto a lo que realmente eres. Tu vida es otra ahora, pero tu esencia es la misma, al igual que tu alma. Siempre serás un guerrero, jamás se usará en ti el artículo femenino durante las ceremonias o rituales.
Frente a tus hermanos y enemigos eres un macho nominalmente, pero vivirás como una hembra, porque, como ya sabes, todo tiene su razón de ser ¿Comprendido?

—Sí, Su Santidad.— Dijo Sacris inclinando la cabeza.

—Bien, me alegro que conserves la misma cortesía de tu anterior yo.

La Virgen Escriba se giró para enfrentar a los guerreros que estaba dispuestos en una fila horizontal frente a ellas.

—Como tenemos aquí a un guerrero retornado, engendrado y nacido mucho antes que sus propios progenitores y que ya lleva la marca que lo distingue como un miembro legítimo de la Hermandad, serán ustedes quienes se ofrecerán a él frente a los ojos del guerrero que dio origen a la Hermandad. Procedan.

Cuando la Virgen Escriba se movió para dar paso a la ceremonia, dejó a la vista el enorme altar de piedra, en su cubierta descansaba una antigua calavera que tenía montada una copa de plata en su parte superior.

Wrath se acercó a Sacris y le entregó una daga negra, calibrada perfectamente para ella, con un mango bellamente tallado, una hoja tan afilada que cortaba con solo verla.
Luego el Rey volvió a su sitio.

Bien, tenía una daga y una copa enfrente, era casi obvio lo que tenía que hacer.
Se descubrió el brazo izquierdo y posó su muñeca sobre la copa. Se auto infirió un profundo corte logrando que su sangre manara fluidamente llenando la copa. Cuando terminó, selló su herida con la lengua.

Los hermanos descubrieron sus torsos, dejando que las túnicas colgaran por sus cinturas y se arrodillaron al unísono, bajando sus cabezas, perfectamente coordinados.

Sacris miró a la Virgen Escriba esperando algún tipo de guía, ya que no tenía ni idea que hacer a continuación y de la nada le vino la respuesta, como algún tipo de conocimiento primario, vestigial.

—Wrath, hijo de Wrath.

El Rey se levantó, caminó hacia ella con su imponente cuerpo, ahora lo veía mucho más grande y alto. Todo poder y crueldad hecho macho.
Cuando estuvieron frente a frente, le ofreció la calavera.

—Mi carne.

Wrath bebió, luego dejó la calavera sobre el altar y ladeó la cabeza ofreciendo su garganta a la hembra.
Sacris lo tomó por los hombros para bajarlo a su altura. Cuando enterró sus colmillos en aquella gruesa vena, sintió que se estremecía por completo. La sangre de Wrath era igual de poderosa que su dueño, pura, voluminosa, espesa. Cuando terminó dio un paso hacia atrás y se limpió la comisura de la boca.

—Tu carne.

El Rey le sonrió satisfecho y regresó a la fila.

Sacris volvió a tomar la calavera entre sus manos y repitió el procedimiento con Rhage, Phury, Zsadist, Tohrment, absorbiendo cada uno de sus particulares sabores, características y personalidades.

—Tehrror, hijo de Darius.

John se acercó a ella dando grandes zancadas, por poco corría. Se sonrieron como dos niños que recién se habían hecho amigos en el arenero del parque. Era extraño, pero entre ellos no eran necesaria las palabras y no porque John no pudiese hablar, si no porque fluía un antiguo entendimiento, una fuerte e inexplicable conexión. Como si se hubiesen conocido hace años, tal vez siglos.

—Mi carne.

John bebió, dejó la calavera en su sitio y se ofreció a ella, inclinándose bastante para quedar a su altura, pero antes de que Sacris mordiera, le habló en señas.

Muerde fuerte, hermana.

—Tu carne.— Dijo Sacris con una risa contenida, intentando parecer seria.

Y mordió tal cual como se lo había pedido, pero antes de que diese el paso hacia atrás, John la atrajo hacia sus brazos y le palmeó la espalda fraternalmente. Luego la soltó para que pudiese continuar.

Sólo quedaba el último hermano. El más importante para ella.

—Vishous, hijo de Bloodletter.

V caminó hacia ella, su nueva hija, con amor profundo en sus ojos. Erguido, altanero, con el pecho hinchado de orgullo. Cuando conoció a Butch, había sido feliz, cuando conoció al amor de su vida, Jane, había sido inmensamente feliz y cuando encontró a Sacris, supo que era un hombre completo. Todas las piezas de su corazón, que alguna vez se habían dispersado por el dolor, ahora se habían unido con el amor.

—Mi carne.

V bebió hasta la última gota que contenía la copa, dejando que el sabor de la sangre de Sacris fluyera a través de sus venas haciéndola propia. Llevando parte de ella dentro de su cuerpo, podría siempre saber donde estaba para poder protegerla, porque desde ahora y siempre sería su retoño, su pequeña felicidad de ojos violeta.

—Tu…carne...

Sacris apenas podía hablar de la emoción, las lágrimas caían desde sus ojos sin poder contenerlas y llorando desconsoladamente se lanzó a los brazos de V, quien los abrió de par en par para ella, cobijándola, acunándola en su amplio pecho.
Le susurró dulces palabras en la lengua antigua, que se les dice a los niños para calmarlos. Luego la guió hasta su vena para que mordiese y Sacris obedeció mientras continuaba sollozando. Un par de lágrimas también resbalaron por las mejillas del macho y no hizo más que abrazarla con toda su fuerza, hasta mucho después de que ella hubiese terminado.

—Bien hecho, pequeña, bien hecho. Bienvenida a casa.— Dijo V, mientras le propinaba un beso en la frente.

—Creo que está de más decir que serás su Ghardian, hijo mío.

—Que así sea.

Sacris se separó abruptamente de V para mirar a la Virgen Escriba y luego al macho, una y otra vez, observando a la madre e hijo con los ojos abiertos como platos.

—Felicidades, me has hecho abuela. Dale saludos a Jane de mi parte.— Dijo la Virgen Escriba con una sonrisa en el rostro, muy satisfecha de los últimos acontecimientos.
Y con un destello de luz, desapareció.

V la tomó de la mano y la llevó hacia el muro negro de mármol que tenían a sus espaldas. Estaba completamente tallada, con cientos de nombres de guerreros, formados en columnas.

—Ven pequeña, pongamos tu nombre aquí.

V talló diestramente su nombre, bajo el de John, Tehrror, más arriba se leía el de Butch, Dhestroyer.

Los Hermanos rompieron su silencio aplaudiendo y vitoreando.

—Pe…pero ¿No importa que haya dos Sacris?— Dijo Sacris preocupada, con tantos sentimientos encontrados.

—Nop, porque son dos Sacris completamente distintos, dos historias, dos vidas.

La voz de Rhage se escuchó tras ellos.

—Y creo que un travesti sería lo único que nos faltaría. No me apetecería para nada ver a un bigotudo usando vestido…ughh…

—Entonces deberías dejar de experimentar con el armario de Mary, compañero. La falda rosa del otro día te sentaba fatal.— Dijo Butch palmeando la espalda de su amigo y luego se dirigió a la hembra.—Y Sacris querida, agradece que no tuvimos que desvestirnos o te hubieses llevado una decepción con el pobre Rhage, en cambio conmigo, te hubieses desmayado de la impresión.

—Poli ¿Sabías que quienes alardean de su virilidad, es porque la tienen así de chica?— Dijo el macho haciendo el gesto de pequeñez con los dedos.

—Pfff…Marissa está más que contenta…

Pero antes de que Butch pudiese continuar, Wrath lo interrumpió.

—Basta de charla, chicas. Hora de volver a casa.

Cuando iban de regreso a la mansión dentro del Escalade, Rhage y Butch continuaban parloteando, una broma tras otra. Zsadist y Phury conversaban sobre sus hembras y por supuesto de Nalla. Tohr miraba por la ventanilla en silencio. John conversaba con Sacris y al parecer era sobre algo divertido por que la hembra reía a carcajadas. V sostenía su mano mientras conversaba con Wrath sobre lo emotiva que había sido la ceremonia, como cuando un padre presume de su hijo que actuó disfrazado de árbol en la obra de la escuela.

Cuando llegaron y descendieron del vehículo, formaron un semicírculo tras ella y las imponentes puertas de la mansión se abrieron de par en par.
El cántico de los hermanos se volvió a oír alegremente y cuando llegaron al vestíbulo, fueron recibidos con fuertes aplausos. Pudo ver a los doggens que trabajaban ahí y en frente de ellos todas las shellans de sus, ahora, Hermanos en todo el sentido de la palabra. Sacris contuvo el aliento a ver a estas bellas hembras, elegantemente vestidas, sonriendo, mirando con amor a sus adorados hellrens.
Wow. Si Jane le había parecido impresionante, en conjunto eran como un grupo de guerreros, con caras angelicales, pero igual de feroces y poderosas.
Eran tal cual las había descrito Beth, saludó a cada una con una leve inclinación y ellas hicieron lo mismo dándole la bienvenida a la familia. Hasta Nalla balbuceaba y movía sus pequeñas manitas. La pequeña era preciosa y daban ganas de tomarla de brazos para mimarla todo el día.

De pronto, una intensa fragancia inundó la habitación. Ninguno de los hermanos había dicho nada al comienzo de la ceremonia, cuando todos habían notado el aroma de la vinculación emanando de la joven hembra, pero ya todos sabían quién era el que la había reclamado como suya.

Qhuinn salió por el costado de la fila de hembras, caminando erguido, con los ojos llameando. Todo letal, todo sexual, como la máquina que era. Ya no se veía como un adolescente rebelde, ni como el joven don Juan que todo el mundo conocía. Ahora se mostraba como un macho guerrero en busca de su hembra, su única hembra, para reclamarla, protegerla y darle su merecido a quien fuera que la hubiese tocado.

La sonrisa de Sacris se esfumó en el segundo que notó que Qhuinn no venía contento, ni mucho menos a felicitarla. Su sonrisa era cruel, sus ojos reflejaban posesión y no la miraba a ella, miraba a los Hermanos.

Oh…mierda, sus hermanos olían a ella y viceversa.

La tensión se apoderó de todos, los machos ordenaron a sus hembras que se alejasen, porque obviamente esto se iba a poner feo, muy feo. Un macho vinculado era territorial, irracional cuando protegían lo suyo y sí o sí el primer instinto era matar, aunque lo superaran en número, aunque en alguna parte de su cerebro supiese que eran más fuertes que él. Iba a eliminar todo lo que considerase una amenaza, para luego volver a marcar lo que era suyo, borrando el rastro de cualquier otro.
Blay apareció por detrás del macho, sujetándolo de los brazos, pero Qhuinn se soltó con fuerza haciendo que Blay saliese volando hacia atrás hasta que chocó con una mesita lateral.
Sin pensarlo dos veces Sacris arremetió contra él con toda su fuerza, intentando contenerlo, pero increíblemente Qhuinn parecía no verse afectado y continuaba avanzando como si sólo una pluma hubiese chocado con él.

—Sacris, déjalo que venga, yo me enfrentaré con él.— Dijo tranquilamente V mientras hacía sonar sus nudillos. Al macho no le había gustado nada la idea de que su hija se hubiese vinculado con Qhuinn, así que el chico merecía la paliza que estaba dispuesto a propinarle con demasiado gusto.

Qhuinn en respuesta gruñó abriendo la boca, alargando sus blancos colmillos.

—¡No! Nadie va a pelear aquí, este es un día feliz para mi y no me lo van a arruinar derramando sangre…¡Wrath ayúdame, dí algo por la santísima Virgen!— Dijo Sacris desesperada.

—Nosotros habríamos reaccionado de la misma forma pequeña, está en nuestra naturaleza. Suéltalo, dejemos que descargue su ira. Vamos a bajarle los humos al muchacho.— Dijo el Rey muy resuelto, hasta parecía relajado, disfrutando del espectáculo.

Los demás machos asintieron con distintos tipos de comentarios echando más leña al fuego, en cambio las mujeres del grupo protestaban apoyando a Sacris, la palabra neandertal se escuchó más de una vez, pero nada cambió la situación.

Sacris puso los ojos en blanco y soltó un bufido, indignada. Lo intentaría una vez más con Qhuinn.

Agarró el rostro del macho con una mano, para desviar su atención hacia ella, pero la cabeza del macho parecía estar atornillada en una sola dirección, fue tanta la presión que ejerció que sus dedos dejaron marcas rojas sobre la masculina piel. Ambos temblaban debido al choque de sus fuerzas opuestas.

—Qhuinn mírame.

Pero el macho seguía con su mirada fija por detrás de ella.

—¡Mírame, carajo!— Gritó furiosa.

Lentamente los ojos de Qhuinn se centraron en ella.

—Hueles…a…ellos.— Dijo con voz ronca, llena de ira.

—Céntrate y no dejes mirarme, escucha bien lo que te voy a decir antes de que cometas una estupidez.

—Suéltame.— Demandó el macho.

—Te prometo que lo haré si me escuchas primero ¿Vale?

—Habla.

—Fue sólo una ceremonia Qhuinn, nada más que eso. La Virgen Escriba estuvo presente en todo momento. Nadie me tocó…

—¿Te desnudaste? John me contó una vez que los hermanos celebraban aquellos rituales completamente desnudos…¡Dímelo antes de que pierda el juicio!

—Nadie se desnudó, te lo juro, supongo que siendo yo una hembra se hizo una excepción.

—Los mordiste.— Dijo Qhuinn con los dientes apretados y terminó la frase en un gruñido.

—Sí, lo hice, pero es lo que se debe hacer, no me arrepiento y tendrás que lidiar con eso. Y mira a sus hembras, no hay celos ni rabia. Razona Qhuinn, para ellos soy sólo una niña pequeña, no me ven como una hembra y ahora soy un hermano más. No hay nada de malo en lo que hice.— Dijo Sacris con un suspiro.

Qhuinn se quedó pensando unos minutos, intentado buscar el lado razonable de lo sucedido y para alivio de Sacris, sintió cómo poco a poco los músculos del macho se fueron aflojando bajo su agarre. La mirada del macho se ablandó pasando de la ira al miedo.

—¿Te…mordieron?— Preguntó Qhuinn con voz afligida, temiendo la respuesta, mirando el cuello de su hembra que se encontraba cubierto por el sedoso y brillante cabello.

—No, nadie lo hizo.

Qhuinn cerró los ojos y suspiró aliviado. Nadie la había tocado, siempre había sido ella quien tenía el control. Pero seguía teniendo el impulso de marcarla a como de lugar.

—Déjame morderte ahora amor, no creo que pueda aguantar un segundo más.

Otra ola de vinculación azotó contra ellos.

Se escucharon las toses y carraspeos de los demás, luego el sonido de los tacones de las hembras buscando a sus machos para que saliesen de ahí.
V era el que más se negaba a abandonar el vestíbulo, pero al final Jane logró convencerlo. Por último salió Blay y al fin quedaron solos.
Sacris reanudó la conversación.

—Si te dejo hacerlo, antes deberás prometerme que te calmarás y que no pelearás con ninguno de mis hermanos. Porque el día que me entere que les has tocado siquiera un pelo, tendrás que vértelas conmigo y estoy hablando de espadas y tu cabeza rebanada.
Júralo Qhuinn.

El macho soltó el juramento solemne en la lengua antigua.

Sacris lo soltó por completo y descubrió su garganta, ofreciéndola a él.
Qhuinn se abalanzó contra ella violentamente y la mordida fue igual de feroz. La hembra gimió complacida. La tomó en brazos mientras seguía bebiendo de ella, para luego llevarla por las escaleras, doblar por el pasillo hasta llegar a su habitación. La puerta se cerró tras ellos y permaneció igual de cerrada durante…horas.

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