10/01/2011

Amante Sagrado - Capítulo 15

Maldición.

Finalizado el quinto asalto, los contrincantes se separaron lo suficiente como para evaluar mentalmente los daños. Respiraban como si el oxígeno trajese consigo miles de finas agujas, clavándoseles por todo el cuerpo.

En la esquina derecha estaba Sacris con una no muy corta lista de lesiones. Se podía constatar un labio cortado, una mejilla lacerada, un ojo a medio hinchar, una muñeca rota y tal vez sucedía algo parecido con una de sus costillas.
Al otro lado del cuadrilátero imaginario, Liam no se presentaba mucho mejor que ella. Su hombro izquierdo sangraba profusamente por la pérdida del pellejo que ahora colgaba penosamente de la zona, junto a las telas raídas. Los afilados colmillos de Sacris habían hecho un magnífico trabajo de morder-desgarrar y la hembra aun podía saborear la sangre del macho en su paladar.

—Me avergüenza el hecho de que aun no hayas podido ser capaz de acabar conmigo. No te entrené tantos años para ser una perdedora.— Masculló Liam mientras se tambaleaba trabajosamente sobre sus piernas, lo que significaba que al menos tenía una de ellas rota.

Sacris escupió rojo, sobre las hojas que presentaban aquel mismo color. Estaba harta de que Liam sólo le diese sermones mientras luchaban. La había llamado bastarda, perra maldita, hija del demonio, clon sin alma y ya ni recordaba cuantas cosas más de la misma índole.

—Oh, ya calla de una vez, Liam. Tómalo como una linda reunión familiar, no como una lección de historia. Yo me estoy divirtiendo ¿Tú no?



Ambos sabían que el hablar era sólo para prolongar el tiempo de descanso. Estaban agotados, enojados y frustrados consigo mismos por no estar al 100% Parecían dos viejos decrépitos intentando saltar la cuerda.

El macho rió por lo bajo y poco a poco fue arrastrando los pies hacia unos matorrales. El cuerpo parecía pesarle el triple.

—No digas tonterías, tú y yo jamás fuimos familia. Te odié desde el primer momento en que te vi y no creo que yo sea objeto de tu devoción.—Dijo Liam enarcando las cejas.

Sacris frunció el ceño, pero sus ojos sólo reflejaban tristeza. Cuando era niña, Liam siempre había sido el equivalente a un padre, aunque ahora tenía claro que en comparación con uno real, como V, Liam no era más que una sombra, difuminada, casi invisible.

—Tienes razón, jamás hubo afecto entre nosotros.—Jamás le diría a Liam que en la infancia, él siempre había sido un sueño inalcanzable.—Terminemos con esto de una vez ¿Quieres?



—Me parece más que bien.

Sacris notó que el macho continuaba acercándose a los matorrales y en el momento en que él se acuclilló levemente, con un brazo estirado hacia atrás, comprendió que no estaba preparándose para un ataque y recordó lo que hasta ese momento, había olvidado por completo.

Mierda, el arma

************

Las veraniegas noches de Julio, traían entre sus cálidos dedos el agradable aroma de los azahares en flor, la magnificencia de los cielos estrellados y el recuerdo de tiempos mejores.
La época estival era el equivalente a entusiasmo y diversión para todos los mortales, menos para el macho que se encontraba parado en el grandioso jardín de su mansión, rodeado de arbustos bellamente pulidos como estatuas de verde mármol.
A sólo unos metros de él, una pequeña niña celebraba su cumpleaños número diez junto a un grupo de doggens, que se encargaba de animar infructuosamente la deprimente fiesta. Aquella desaliñada reunión estaba destinada al fracaso absoluto como cada año. Porque no habían otros niños, no habían piñatas, ni risas infantiles, ni globos con forma de conejos, ni mucho menos un mago haciendo su espectáculo con pañuelos de colores sacados de su manga.
El humo del cigarrillo que llevaba esporádicamente el macho a su boca, levantaba un velo grisáceo entre él y la escena que se desarrollaba frente a sus ojos. Lo prefería así, porque no quería tener nada que ver con aquella celebración y se podía decir que “le importaba un carajo”.

Un presuroso doggen se acercó a él con un pedazo de pastel en la mano.

—Amo ¿Quisiera comer pastel? Hicimos su favorito.—Dijo el sirviente ofreciendo el pequeño plato de porcelana.

—No y ya es hora de la lección de historia, así que acaben con toda esta payasada de una vez. Estaré aguardando por ella en mi despacho.

El doggen asintió con una profunda reverencia y regresó con el pastel intacto a la pequeña mesita que habían adornado de manera austera en medio del jardín.

La pequeña niña quedó mirando ausente al macho que se encaminaba hacia a la casa sin siquiera dedicarle una mirada. No tenía porque extrañarle la actitud de su progenitor, ya que nunca celebraba con ella ni los cumpleaños, ni las navidades, ni los años nuevos.
En su hogar las cosas simplemente funcionaban así y ella no conocía otra realidad, más que las fantasías que pasaban por televisión, donde las familias humanas se acomodaban alrededor del fuego a cantar villancicos o cuando alguien celebrara el aniversario de su nacimiento, la perfecta madre cariñosa, vestida con delantal rosa, preparaba un gigante pastel bellamente decorado con perlitas de colores. Los hijos de la televisión eran amados hasta el hastío, ella no. Los niños iban a las escuelas, las madres cocinaban en casa, los padres salían a trabajar. Ella no tenía madre, tampoco iba a la escuela y su padre…bueno, su padre trabajaba más que cualquier otro.

—Ama Sacris, vaya a lavarse las manos y de ahí debe subir al despacho del amo Liam. Nosotros nos quedaremos ordenando todo aquí.

La niña continuaba sentada en su frío trono de blanco metal forjado, sin siquiera mover un músculo. El pastel frente a ella no había sido tocado en lo más mínimo. A ella no le gustaban las avellanas y la aromática crema de café le había producido nauseas. Nunca comía en sus cumpleaños, porque nunca había cosas de su gusto. Todo siempre se hacía en pos del refinado paladar de Liam. La niña soñaba con alguna vez comerse un “Happy Meal” y un rebosante helado de cono, pero sabía que eso jamás sería posible.

Los doggens se habían comenzado a mover nerviosos a su alrededor, esperando que ella saliese de ahí como había ordenado el dueño de casa. Así que para no traerles más inconvenientes, la niña se levantó calladamente y comenzó a caminar mirando la punta de sus zapatos y como el césped, perfectamente recortado, se hundía bajo ellos.

************

Las ondas sonoras del disparo rebotaron en los robustos troncos de los árboles, haciendo temblar sus copas y perturbando la paz de todos aquellos seres vivos que mantenían sus moradas en ellas. Cientos de hojas cayeron, cuando las aves comenzaron a aletear, volando alto para ir en busca de nidos más tranquilos.
Desde el nublado cielo, comenzaron a caer gruesas gotas de agua como preludio a la tormenta que estaba pronta a desatarse. El sonido de las gotas estrellándose contra las ramas y los arbustos fue in crescendo a medida que la fuerza de las precipitaciones iba en aumento. El charco de sangre a sus pies, fue expandiéndose lentamente, mezclándose con la lluvia, con las hojas y el lodo. Todo el bosque lloraba taciturnamente, acompañando el ahogado lamento de Sacris.

—Siempre…fuiste más rápida…

La entrecortada voz de Liam se debía a que la sangre manaba de su boca como una espesa cascada escarlata.

Sacris se atragantó con sus propias lágrimas, pero mantuvo su arma firmemente en alto. No bajaría la guardia mientras el macho postrado en el suelo siguiese respirando, o al menos, intentándolo. No se descuidaría hasta escuchar su último suspiro.

Liam había alcanzado a agarrar la pistola caída entre los arbustos, pero Sacris había sido quién había disparado primero. La bala había llegado directo al pecho del macho y probablemente había logrado perforar uno de sus pulmones. La herida era fatal.
Ella había ganado, pero en esos precisos momentos, no se sentía como una triunfadora.

—Te odio.— Dijo secamente Sacris, sintiéndolo con toda su alma, con cada célula de su cuerpo, con cada molécula de su ser.

—Lo…sé…Sacris…lo sé…—Respondió Liam, intentando vislumbrar cuantos minutos le quedarían de vida.

—Y espero que te pudras en el infierno, Liam ¡Qué te pudras!

Las lágrimas caían quemando sus mejillas y garganta, pero la lluvia se encargaba de llevárselas a su paso, mientras bañaba su rostro ensombrecido.

La mirada ya sin brillo de Liam, se enfocó en ella, buscando sus luceros amatistas y cuando se toparon, el macho alzó trabajosamente uno de sus brazos hacia la joven hembra.

—Lo…siento, yo...realmente…lo siento.

Seguidamente el brazo cayó rebotando sobre las hojas manchadas de sangre, salpicando agua sucia, hondos pesares, sueños rotos y una vida de infelicidad. Los ojos gris claro del macho, se fueron apagando lentamente, arrastrando con ellos la sed de venganza, el terror, el miedo, la soledad y la amargura.
Cuando soltó su última y larga exhalación, Sacris suspiró con él, hasta que vació todo el aire de sus pulmones.
La muerte se posó pasiva y paciente sobre el pequeño bosque, llevándose lo que habían dejado ahí para ella y continuó alegre con su camino a través de la espesura conformada por los casi imperceptibles hilos del destino.

Un gran rayo blanco iluminó el lacrimoso cielo, seguido de un ensordecedor trueno y Sacris aun con el arma alzada, gritó desgarradoramente acompañando la ira de la tormenta y gritó hasta que ya no escuchó nada más.

V se materializó junto al vacío auto de Liam y la tupida lluvia lo recibió con una mojada bienvenida. Miró su reloj y luego observó el horizonte. Quedaba sólo media hora para que llegase el amanecer, pero debido al mal tiempo, dudaba que el sol lograse asomar su puta nariz por entre las negras nubes. Los rayos y relámpagos serían la única luz que se les regalaría ese día.
El grito que se escuchó desde el interior del bosque que se presentaba a un costado del camino, le indicó el paradero de su hija. Las pesadas shitkickers comenzaron la frenética carrera por entre los árboles, hundiéndose en los charcos de lodo que amenazaban con anegarlo todo.

—Vamos hija, aguanta…

Las gotas de lluvia reventaban en su cara, metiéndose en su boca, en su nariz y obstaculizando su vista, pero nada le impidió localizar a Sacris cinco metros más adelante y cuando la vio erguida, frente al cuerpo caído de Liam, sintió que le volvía el alma al cuerpo. Ahora sí que su hija parecía estar en estado de shock, porque la mano con que sujetaba el arma temblaba furiosamente y se estaba ahogando en su propio llanto. Aminoró el paso hasta no hacer ruido para no asustarla, ya que parecía dispuesta a seguir disparando a lo que fuese.

—¿Sacris?

La joven hembra giró levemente el cuello, pero no le quitó los ojos de encima al cuerpo inerte de Liam, como para asegurarse de que aquellos párpados no se fuesen a levantar en un descuido.

—Cariño, baja el arma…

Sacris sacudió la cabeza en negación y miles de gotas salieron despedidas con el movimiento.

V se acercó a ella muy despacio, intentando no invadir violentamente su espacio. Posó su mano en el frágil hombro y Sacris saltó ante el contacto, pero no hizo nada más, así que el macho comenzó a bajar lentamente hasta que sus dedos tocaron el arma que Sacris empuñaba con todas sus fuerzas. La piel de la hembra estaba fría como el hierro. La incitó a bajar el brazo, pero este parecía completamente paralizado, fijado con concreto en posición horizontal.

—Ya todo terminó pequeña, ya todo acabó. Lo hiciste bien.

Sólo en ese momento, las amatistas abandonaron su obsesión por el suelo y se dirigieron hacia él, aun algo desorientadas y nebulosas.

—¿Papá?

—Sí amor, acá estoy.

El arma cayó al suelo de golpe y así también lo hizo el delgado brazo femenino, seguido por todo su cuerpo. Sacris se desmoronó como una frágil casita hecha de naipes y V la recibió entre sus brazos para evitar que cayese al lodo.
El padre meció a su hija en silencio, con ella apoyada contra su pecho, le besó la frente y la coronilla. Le entregó todo el calor y consuelo que era capaz de brindarle desde el fondo de su corazón. La acunó bajo la lluvia, hasta que percibió que los sollozos cesaban y Sacris lograba recuperar su tranquilidad y cordura.

—¿Estás mejor?

Sacris asintió bajo su mentón, mientras se sonaba con su camisa.

—Quiero…irme a casa. Quiero estar con Hope y…con Qhuinn…y abrazar a mamá y tengo hambre…y frío…y también quiero una ducha caliente…

V lanzó una fuerte carcajada haciendo que ambos saltasen.

—Bien, eso haremos, pero primero daremos las gracias.

Sacris levantó la cabeza frunciendo el ceño.

—¿Las gracias?

—Si, al menos yo deseo hacerlo.

Y acto seguido el macho se levantó, asiendo también a Sacris y la llevó hasta el frío y empapado cuerpo de Liam.

—Gracias por traer a mi preciosa hija a este mundo.— Dijo V solemnemente, besando los nudillos de Sacris.

La joven hembra lo observó espantada. No podía creer que estuviese dando la gracias al maldito bastardo. Su padre realmente era un sádico.

V se giró para mirarla. Sus ojos diamantinos brillaban de orgullo.

—No podemos elegir a nuestros padres, ni ellos pueden elegir a sus hijos. Pero yo sí te elegí, y sólo porque tú me elegiste en primer lugar. Así que a pesar de que el tipo era un gilipollas, tuvo la genial idea de darte la vida y por ende, unir nuestros caminos. Y por esa única buena decisión que tomó en toda su jodida existencia, le estoy eternamente agradecido.

Sacris comenzó a reír nerviosamente.

—Papá, estás completamente loco ¿Sabías?

—Y creo que eso también lo heredaste de mí.

La hembra bufó y luego se quedó mirando al suelo, taciturna. Casi toda la sangre ya había sido lavada y absorbida por la tierra.

—Hazlo desaparecer…No quiero que se quede aquí.

V no dijo nada y se comenzó a quitar el guante de su mano izquierda.

—Aléjate, date la vuelta y tápate los ojos. Yo te avisaré cuando termine.

Sacris obedeció y se alejó lo suficiente como para que la blanca y poderosa luminosidad de V no le hiciese daño. Pero antes de que el macho comenzase con el despliegue de todo su poder, otros tres disparos fueron sonando uno tras otro.

—Este va por Qhuinn…

Bala.

—Este va por Jane…

Bala.

—Y este…este va por mí, cabrón hijo de puta.

Bala.

La hembra, completamente estupefacta, intentó girar la cabeza para ver lo que se acontecía, pero la blanca luz que cubrió el lugar, la obligó a resguardarse nuevamente en la oscuridad. Todo sucedió en menos de cinco minutos y cuando su padre llegó hasta ella, le sonrió de oreja a oreja, completamente satisfecho con su trabajo.
—Necesitaba hacerlo. Realmente deseaba acabarlo yo mismo, pero entiendo que te correspondía a ti terminarlo. Terminar tu agonía para comenzar de nuevo, desde cero…Toma, esto es tuyo.

Y puso algo metálico en la palma de la mano femenina.
Sacris hizo rodar el objeto entre sus dedos y vio que era el anillo que Qhuinn le había regalado justo antes de comenzar con esta pesadilla. Abrió los ojos de par en par, con absoluto asombro, reparando que había olvidado por completo aquella sortija. La alianza infinita de su amor.

—Estaba en el bolsillo interior de su abrigo, también me traje su identificación, unas llaves y su móvil. El dinero que llevaba encima se esfumó junto con él. No lo necesitamos.

—No, claro que no…pero, ahora no sé que voy a hacer con la mansión, las otras propiedades y los doggens…—Dijo Sacris preocupada por el futuro de los sirvientes, más que por las cosas materiales, que ahora con toda seguridad eran de ella, sólo de ella, aunque cargar con esa responsabilidad no le gustaba nada, ya que todo le recordaría al macho que acababa de matar.

V miró hacia el cielo dejándose empapar por la fresca lluvia.

—La mansión acaba de sufrir un penoso episodio de combustión espontánea, por supuesto que iniciado por un lamentable desperfecto eléctrico, no es que yo haya tenido algo que ver en ello.—Aclaró V con completa ironía.— Me hubiese gustado verla convertida en cenizas, pero creo que esta tormenta ha arruinado ese hermoso sueño y el incendio ya debe estarse apagando. De los doggens, no te preocupes, a ellos los envié a la primera otra propiedad que me nombraron…¿Liam tenía una casa en Montana?—Preguntó V mientras comenzaban a caminar por la arboleda, lado a lado, codo a codo con su hija. Hubiese querido llevarla en brazos, pero supuso que ella necesitaba salir de ahí por sus propios pies, sin ningún gesto de demasiada compasión que sólo haría que ella se derrumbase aun más. A veces la mejor manera de forjar el carácter y superar los traumas, era sólo viviéndolos hasta el final, con todo lo que te daba el pellejo. Sacris debía volver a lanzar su cable a tierra y sujetarse a él para poder continuar con su vida.
Él siempre estaría ahí para recogerla por si caía.

—Sí, la mandó a construir cuando yo era pequeña, pero jamás la visitó, no le gustaban las montañas, ni los bosques.

—Bien, quédate con ella. Está inmaculada de recuerdos, así que no te hará daño conservarla. El dinero es tuyo, digamos que fue el pago de indemnización por daños y perjuicios y lo necesitarás para el futuro de Hope. Y si el bastardo tenía más propiedades, no dejemos que se desperdicien, ya veremos que hacer con ellas, tal vez a La Hermandad le sean de utilidad.

Sacris asintió observando como el lado frío y calculador de su padre se encargaba de arreglarlo todo con tanta facilidad. Y le agradeció profundamente que le sacase ese peso de encima de manera tan racional y realista, porque ella sola se hubiese hecho un lío con sólo pensarlo.

Sin darse cuenta, ya habían llegado hasta el auto abandonado recientemente por su difunto dueño. La conversación la había distraído a tal punto, que no había sabido como sus pies se habían movido hasta dejar lejos de ella, el funesto bosque y todos aquellos imborrables recuerdos, cubiertos con olor a sangre y muerte.

Necesitarían el vehículo para regresar a casa, porque Sacris no creía ser capaz de desmaterializarse esta vez.

Se dio la vuelta para contemplar por última vez lo que dejaba tras su espalda y en lo más profundo de su ser percibió el miedo de sentirse continuamente observada y toda su mente estaba preparada para ver la silueta de Liam avanzado por el follaje, saliendo para ir por ella y su vida. Maldito delirio de persecución, maldita paranoia. Así que enfocó la vista y dejó que todos sus agudos sentidos se apoderasen de cada detalle, de cada pequeño ruido, de cada sutil movimiento, pero no encontró nada más que aves, grillos, gotas de agua, y viento. Suspiró y jugó distraídamente con la joya en su mano, pero cuando intentó ponérselo en el dedo anular, vio con desazón como éste estaba tan delgado, que el anillo bailaba como si se tratase de un Hula Hoop.

Las puertas del auto se abrieron con un suave chasquido y con ese mismo click, Sacris se obligó a ignorar su chifladura persecutoria y sentar su culo en el asiento del copiloto. V hizo arrancar el motor y encendió la calefacción al máximo para así calentar sus cuerpos empapados. Sacris rogó porque ese mismo calor, la esperase en casa.
La hembra apoyó su cabeza en el respaldo de cuero, respirando hondo. Sentía el cuerpo hecho un asco, pesado, cansado e inútil. Los músculos le ardían por el dolor y el corazón no se quedaba muy atrás, acompañando cada latido con una dolorosa punzada. El aroma de la sangre era todo lo que llegaba a sus fosas nasales y apretó el anillo de Qhuinn contra su pecho, esperando que de alguna forma, la joya alivianara sus pesares y disipara todos sus miedos.


—Qhuinn, estás poniendo el pañal al revés.

Jane estaba parada de brazos cruzados frente a la camilla viendo como su yerno aprendía a mudar a su hija. Y lo estaba haciendo todo mal. A Qhuinn le temblaban las manos cada vez que intentaba acomodar las pequeñitas piernas rosadas de Hope, como temiendo romperlas con sólo tocarlas. Jane sabía que el macho estaba librando una batalla interna sumamente dolorosa, por Hope y por Sacris.

Ambos estaban nerviosos y aunque no decían nada al respecto, miraban alternadamente el reloj apostado en la pared de la sala de recuperación. El amanecer ya estaba a punto de llegar y Sacris aun no daba señales de vida. V tampoco. Todo el nerviosismo había comenzado cuando Butch había entrado para avisar lo que había ocurrido con la mansión de Liam. Dando el detallado reporte como el buen poli que era, luego se había marchado dejando al par con la ansiedad y el miedo a flor de piel.
Sacris, Liam y V habían terminado reuniéndose lejos de la mansión, lejos de ahí, lejos de todos.

Qhuinn reanudó su labor de poner correctamente el pañal y aunque su mente vagaba por otro sitio, uno bastante más oscuro y desesperante, su corazón estaba preocupado exclusivamente de su hija. Pierna, pierna, pañal, ajustar, calcetines, trajecito, brazo, brazo, lazo, listo.
Hope vestía un lindo y aterciopelado trajecito entero de color amarillo pálido, GAP Kids, cortesía de Aggie. Huggie’s también cortesía de Aggie. Muchas gracias. Qhuinn apuntó mentalmente, que mañana a primera hora del anochecer debía ir a comprarle ropa nueva a su retoño y también biberones, cochecito, silla para el auto y decenas de etcéteras. Rogaba porque también no tuviese que comprar un ataúd de mármol blanco.

Voces acalladas y pasos apresurados se escucharon viniendo por el pasillo. Su oído se agudizó y su piel se erizó al reconocer una voz en particular. Las cabezas de Jane y Qhuinn se alzaron y fijaron en las puertas dobles de la sala, quedándose quietos muy quietos, tragándose el aliento.
Cuando las hojas metálicas se abrieron, las figuras de Sacris y V entraron en el campo visual. Qhuinn sólo se concentró en su hembra y su bestia interior comenzó a rugir salvajemente al verla en peor estado al que la había encontrado. Golpeada, herida, mojada hasta los huesos, delgada y demacrada como el papel. El olor a sangre fresca y lodo machacó aun más sus sentidos y sintió unas ganas horribles de destruirlo todo. Sólo el dulce gorjeo de Hope, lo salvó de caer en la locura. Su hija estaba feliz de tener a su madre en casa y él debería estar sintiendo lo mismo.

—He traído a Sacris de regreso a casa, más salva que sana, pero aquí está como lo había prometido.— Anunció V que venía igual de empapado que ella.

Qhuinn tomó a Hope en brazos, pero no se movió ni un milímetro, ni dijo nada. Jane en cambio, se acercó a Sacris muy seria, evaluándola, revisándola como doctora. Alzó sus dedos hacia el rostro de su hija y los comenzó a pasar ligeramente sobre el ojo hinchado, el labio roto, la mejilla lacerada. Se detuvo al llegar a la mejilla sana.

—¿Te duele aquí?

—No…Mamá, no sabes cuanto te extra…

El golpe de la bofetada sonó tan fuerte, que hizo eco hasta el pasillo. V y Qhuinn abrieron los ojos como platos y hubiesen hecho algo más si no fuese porque Jane en esos momentos, daba terror de sólo mirarla.

Sacris recibió el golpe, sintiendo que lo merecía por completo. Su rostro casi dio la vuelta completa, pero su cuerpo permaneció firme en su sitio. Bajó la mirada con arrepentimiento y nuevas lágrimas comenzaron a aflorar de sus amatistas, pero su garganta no produjo ni un sólo sonido. No iba a llorar. Cuando te merecías el castigo, no tenías derecho a largarte a llorar como una nenita.

—Nunca más desobedezcas la orden de regresar a casa cuando estás malherida. Nunca…Más. ¿Entendido?— La voz de Jane tendía a quebrarse a ratos, pero no estaba dispuesta a dar su mano a torcer.

—Entendido…—Respondió Sacris mirando el suelo bajo sus pies.

—Dime ¿El maldito está muerto?

Silencio y más silencio.

Sacris había creído que la pregunta iba dirigida a V, pero al levantar la vista confundida, Jane seguía mirándola sólo a ella.

—Ah, sí…está muerto, por mi propia mano.

Un larga exhalación salió de las bocas de Jane y Qhuinn al mismo tiempo, como si hubiesen estado conteniendo la respiración durante mucho tiempo. Sacris dirigió sus amatistas hacia su macho, pero este continuó ignorándola, manteniendo a su hija apegada al pecho, con su amplia mano sujetando la pequeña nuca y con sus labios pegados en la cabecita. La joven madre notó que en su ausencia se habían hecho cargo de Hope sin problema alguno. Le habían colocado ropa nueva y olía a toallitas húmedas. Y a pesar de la dolorosa indiferencia de Qhuinn, se sentía feliz de saber que padre e hija estaban formando lazos. Lazos irrompibles e imperecederos.
Una débil sonrisa se asomó por sus labios y Jane no pudo aguantar más la tensión.

—Ven acá, tonta hija mía. Quítate ya esa mirada de cordero degollado…

El traslucido cuerpo de Jane tomó forma al hacer contacto con el de su hija. Y ambas se fundieron en un fuerte abrazo, una pidiendo perdón en todos los idiomas que conocía y la otra confesando todo lo que le había hecho falta su hija. Todo lo que la había añorado y todo lo que la amaba. V se acercó a ellas propinándole suaves golpecitos en la espalda, para evitar que se ahogaran en sus propios hipos.
Jane se separó, para regresar a su modo doctora y no de madre.

—Ya revisé a Hope y está en perfectas condiciones. Su peso y talla son normales. Sus reflejos también. Ahora necesito revisarte a ti y creo que tú tomarás más trabajo. Señores ¿Podrían esperar afuera por favor?

V asintió sonriendo a sus hembras y luego esperó a Qhuinn para salir juntos. Hubiese querido sostener a Hope por un rato, pero el padre se aferraba a su retoño como a un bote salvavidas en medio de un naufragio. Así que creyó que era mejor no intentar sacarlo de su caja de seguridad.

Cuando Qhuinn pasó junto a Sacris, ella alargó los dedos para tocar la cabecita de su hija y bajaron por las negras pelusitas hasta que rozaron la mano de Qhuinn. El macho saltó y todo su cuerpo comenzó a estremecerse de placer por aquel suave toque. No podía evitar que la vinculación que los unía reclamase por lo suyo, pero no deseaba ceder ante esa primitiva protesta. Cerró los ojos para no mirar a su hembra y continuó caminando, hasta salir de la sala.

Sacris se quedó hundida en la tristeza, pensando en como recuperar el cariño y la confianza del macho que amaba, pero sus reflexiones se vieron bruscamente interrumpidas por el sonido de los aparatos e instrumentos que Jane estaba disponiendo para su revisión. Por la severidad que llevaba su madre en el rostro, Sacris supo que estaría confinada en esa habitación por al menos un par de horas. Joder, no quería nunca más saber de que color eran los laboratorios, ni a que olían y mucho menos lo que sucedía en sus interiores. Rió para sus adentros, al reparar que esta era otra similitud compartida con Xhex, pero su sonrisa se tornó sombría al reconocer que su amiga lo había pasado peor que ella, mucho peor. Sus experiencias no podían ser comparadas.
Ella había nacido como rata de laboratorio, así que te acostumbrabas a ello naturalmente, pero cuando nacías como un ser libre, el que te convirtieran en un sujeto de experimentación, debía ser el triple de traumático. Sobre todo si te agarraba un sádico humano sin corazón y no es que Liam hubiese sido un pan de Dios, pero para Sacris así había sido la vida y punto.

Luego de tres horas, Sacris terminó vendada como una momia. Bueno, aquello era una exageración, pero sólo le faltaban las vendas en la cabeza y tendría el disfraz completo. Mantenía una compresa fría sobre el ojo inflamado, mientras su madre daba su evaluación y órdenes médicas.

—Aliméntate de Qhuinn las veces que sea necesaria, no dejes que tu cuerpo pase hambre. Tu estómago aun no está listo para recibir comida sólida, ahora lo tienes del porte de una manzana, así que tendrás un régimen a base de papillas de verduras, fruta cocida y alimentos fáciles de digerir cada cuatro horas, durante al menos tres días.
Agua, bebe mucha agua, jugo de frutas y leche para que puedas amamantar a Hope, pero no podrás hacerlo hasta pasada doce horas, tu cuerpo necesita urgentemente desintoxicarse. Ah, y nada de sexo por hoy. Tu útero debe primero reacomodarse. Las mujeres humanas pasan por un período de cuarentena o llamado también puerperio, luego de un parto. Quizás sangres un poco, pero es normal y en el caso de los vampiros este reacomodo no dura más de un mes, si no apenas unos días. Todo dependerá de tu capacidad de recuperación y de que te cuides debidamente. ¿Tienes alguna duda?

Sacris procesó la información palabra por palabra. Dioses, se sentía como un frágil bebé igual que Hope.

—Sí. ¿Ya no sigues enfadada conmigo?

Jane, que estaba preparada para dar otra cátedra médica, suspiró largamente observando a su hija sentada sobre la camilla.

—No, Sacris, ya no estoy enfadada. Fue únicamente el descargo de tantos meses de agonía y ansiedad. Entonces cuando te vi atravesando las puertas en ese estado, sólo pensé en que nunca más te quería ver expuesta al abandono, a la lejanía. Quedarme aquí, dentro de estas cuatro paredes esperando por tu regreso, ya fuese viva o muerta, fue un infierno…tanta impotencia, tanto miedo…

La voz de Sacris interrumpió a la doctora.

—Gracias…

—¿Gracias por qué? Si al final no hice nada…

—Gracias por haberme elegido como tu hija. Gracias mamá.

—Pero, Sacris, aquello no tiene porque agradecerse…

—Sólo toma mi agradecimiento…sólo, recíbelo.

Jane tomó las manos ahora tibias de Sacris, entre las suyas y las frotó suavemente.

—De nada, hija, de nada.

Las puertas de la sala volvieron a abrirse y el llanto a todo pulmón de Hope, se comió la tranquilidad y el silencio que había hasta ese entonces.

—Creo…que tiene hambre.—Anunció Qhuinn meciendo al bebé para tranquilizarlo con gentileza, amor y suma dedicación.

Sacris se levantó de un salto de la camilla, pero Jane se le adelantó y tomó a Hope entre sus brazos.

—Oh, cariño…Shhh, shhh. Iremos por un biberón de inmediato.—Dijo Jane a su nieta y luego se volteó hacia la pareja.—Qhuinn, dejo a Sacris en tus manos. Procura que tome una buena ducha, se cambie las vendas y que luego se alimente. Le diré a Fritz que les prepare algo de comer y que se los lleve a la habitación. V y yo nos encargaremos de Hope por algunas horas, así que no se preocupen por ella. Ustedes necesitan hablar y descansar...Ah, y nada de sexo por hoy, ya sabes Sacris.

Dicho esto, la doctora desapareció por el pasillo junto con la pequeña Hope. V las alcanzó prontamente y los tres se dirigieron hacia la cocina.

—Vamos.— Espetó Qhuinn bruscamente, luego de varios minutos de silencio incómodo, abriendo la puerta para dejar pasar a su hembra.

Sacris avanzó sin quitarle los ojos de encima, pero Qhuinn seguía evitándola como si ella tuviese lepra.
Caminaron uno delante del otro, en fila india, siendo que el túnel tenía el espacio suficiente como para que pasase un auto por él. Iban a mitad de camino cuando Sacris decidió romper el crudo silencio que la estaba matando.

—Qhuinn, yo…

El gran cuerpo del macho se abalanzó contra ella en menos de un segundo, haciendo que se estrellara contra la dura y fría pared. Las luces fluorescentes, parpadearon asustadas en el techo. Sacris gimió por el dolor, pero se acalló de inmediato al observar como Qhuinn elevaba su mano justo frente a sus ojos.
El puño golpeó tan fuerte contra la pared que la sujetaba, que diminutas astillas de concreto pasaron volando por el rabillo de su ojo izquierdo. Aquellos penetrantes ojos dispares flameaban de ira y la boca, la misma que hacía un instante se había mostrado gentil y compasiva con su hija, ahora se curvaba levemente hacia arriba ...como en una cruel mueca. Mierda, este era su fin. El fin de ella, el fin de ambos.

Qhuinn acercó su rostro hasta que sus narices rozaron y podía percibir el lacerante calor de aquellos labios que tan bien conocía, rebotando contra los suyos.
La grave voz masculina se alzó potente desde las profundidades, en un bajo y estremecedor gruñido.

—Me he estado preguntando todas y cada una de estas malditas horas, si es que algún día me dejarás ser tu héroe o sólo me tendré que conformar con comer la jodida mierda que dejas a tu paso...¿Eh, Sacris?

La aludida comenzó a temblar de pies a cabeza, sumida en el miedo y fascinación absoluta, recordando la ferocidad de su macho cuando luchaba, la valentía que mostraba ante el enemigo, la crueldad con que enterraba sus dagas en aquellos pechos sin corazón, la tenacidad en sus ojos cuando encontraba su objetivo y la impecable puntería de sus balas. Rememoró con cada fibra de su ser, quien era realmente el macho con el cual se había vinculado y emparejado, evocando imágenes de él en distintas actividades, desde las más cotidianas, como cuando se cepillaba los dientes, se afeitaba, limpiaba sus armas, se ponía la chaqueta y como era que tomaba el tenedor al comer, hasta los momentos más íntimos, la manera en que su lengua se adentraba en su boca cuando la besaba o como su espalda se curvaba en el momento de penetrarla al hacer el amor.
Todo eso era Qhuinn y mucho más. Con todos sus gestos, su carácter, su brío, su ternura y coraje. Por eso se había enamorado de él y ahora lo amaba más que nunca, aunque él sólo parecía odiarla más que a nadie, por el hecho de haberle quitado el derecho de protegerla. De haber mancillado y pisoteado su orgullo de macho.

—Siempre…siempre has sido mi héroe, Qhuinn y lo serás hasta que yo deje de respirar.

El macho volvió a soltar otro gruñido de desaprobación, que hizo estremecer las paredes desde los cimientos.

—Lamento decirte que me es imposible creerte. Desde que te conozco no has hecho nada más que actuar sola y sólo para ti misma, para satisfacer tus propias necesidades, perseguir tus propias obsesiones y a pesar de que no tengo ni una puta idea de cómo es que funcionan las parejas normales, debo decirte de que sé con toda seguridad, de que no es exponiendo tu vida como si no le importase a nadie más si tienes a alguien a tu lado que trabaja cada jodido día para mantenerte a salvo…Eres mía, Sacris, cada cabello de tu linda cabecita me pertenece, como así también, cada gota de sangre que corre por tus venas. Soy tu maldito dueño, tu maldita media naranja, tu maldito compañero de por vida y exijo…Joder, sí. Exijo en este preciso momento que me respetes como tal. Ya no más saliditas de niña mimada, ya no más actos de Juana de Arco, ya no más vendettas en solitario, porque desde ahora me tendrás tras tu culo las 24 horas del día, ya sea para follarte o simplemente para oírte respirar. No darás ni un solo paso sin que yo lo sepa y lo haré aunque tenga que tatuarme otra lágrima y convertirme en tu Ahstrux nohtrum y deba cargarte sobre mi espalda junto con John. ¿Estamos claros, cariño?

Sacris estaba muda de la impresión y estaba comenzando a calentarse como el infierno. Su Qhuinn estaba enojado, furibundo…y también excitado hasta la médula. Oh, Santísima Virgen, como amaba verlo furioso.

—¡¿Estamos claros?!— Volvió a repetir el macho en un rugido, cuando vio que ni una sola palabra salía de su hembra.

El fuerte y especiado aroma de la vinculación flotó entre ellos, como un invitado de piedra trayendo el más delicioso y tentador de los pasteles en sus manos, ofreciéndolo descaradamente, sin piedad, ante un par de diabéticos.

—Maldición, no justo ahora…—Farfulló Qhuinn, mientras el cuerpo de Sacris comenzaba a ondularse bajo él.—Te gusta hacerme esto ¿Cierto?...Te complace verme siempre al filo de la locura…Oh, no señorita, no acerques esa boquita tuya…

Sacris sonrió y ronroneó como una gata en celo mientras acercaba sus labios a la boca masculina, pero no los tomó entre los suyos, si no que sacó la rosada lengua por entre sus dientes afilados y comenzó a lamer ligeramente el contorno de los llenos labios de Qhuinn. El macho comenzó a derretirse como un helado de agua bajo el imponente sol de verano. Su polla palpitó al compás de su corazón y sus brazos fueron bajando forzosamente, como si parte de él les estuviese ordenado quedarse en su lugar y otra, ordenando aprisionar y abrazar a la hembra que amaba. La última orden fue la que ganó.

Sus cuerpos se unieron y así también sus bocas, sus besos, sus pasiones. Sacris olvidó todos sus pesares y Qhuinn, todo su enojo, pero su hembra aun no había contestado a la pregunta del millón de dólares. Se separó de ella, pero la mantuvo entre sus brazos para evitar que escapase. Sacris parecía pesar menos que una pluma y tenía menos carne en sus huesos que él en su dedo meñique, pero era escurridiza como las serpientes e igual de letal si se lo proponía.

—Responde…¿Estamos claros?

Las amatistas brillaron mientras subían y bajaban junto al resto de rostro, dando luz ultravioleta en su grisáceo mundo. Sacris asintió repetidamente hasta parecer esos perros de cabeza floja, que se ponen en el tablero el auto.

—Si, Qhuinn, estamos claros. No lo volveré a hacer, te lo prometo. Me portaré bien, no me meteré en líos y si lo hago, recurriré a ti, porque eres mi compañero de armas, eres mi hellren y mi mejor amigo. Cubrirás mi espalda y yo la tuya. Te pertenezco y me perteneces. Esos fueron los votos cuando nos emparejamos, así que prometo cumplirlos al pie de la letra.

El macho abrazó a su shellan con fuerza, enterrando su nariz en el largo cabello negro. Aliviado, sanado, tranquilo, en paz.

—Maldición, odio amarte tanto…

—Pienso exactamente lo mismo cuando en este momento, lo máximo que podemos hacer es abrazarnos.—Dijo Sacris, mordiendo ligeramente el hombro de Qhuinn.

—¿Qué te parece si seguimos abrazándonos en la ducha?

La voz del macho cargada de deseo, hizo que Sacris se introdujera aun más en las plácidas aguas de la lujuria.

—Me parece una jodida y excelente idea, querido hellren mío.

Qhuinn y Sacris se bañaron hasta que perdieron al menos dos centímetros de piel. Se acabaron una barra de jabón completa e iba hacer falta que alguien cambiase un par de azulejos agrietados. Jane había dicho nada de sexo que consistiese en meter un gol directo en el arco, pero no se incluyó en ningún momento en la lista de vetados, a manos, dedos, lenguas, dientes y labios. Y durante 90 minutos, aquellos fueron los únicos jugadores que salieron a la cancha y se lo pasaron bomba.
La experiencia va de la mano con la práctica y ellos, ya habían practicado lo suficiente para obtener el mismo éxito, pero con otras técnicas. Unas dulces, húmedas y espléndidas técnicas.

2 comentarios:

auraazul123 dijo...

Hola... he estado siguiendo esta historia por 2 años y la escritora me prometió que la continuaría. Pero aquí estoy esperando aún ya que ella desapareció de la faz de la tierra :( Me gustaría preguntarte si tu sabes algo acerca de ella. Muchas gracias

Cele~ dijo...

Me pasa por andar prometiendo cosas xD
Lo siento, pero perdí el interés por completo porque al parecer eras mi única lectora, tú y mi editora Marisan.

Para serte sincera ni siquiera tengo un esbozo del final, creo que una parte de mi quiere que jamás termine y por otro ya no se me ocurre nada, el año pasado fue un pésimo año para mi (una fuerte depresión) y perdí por completo el hilo y la inspiración, un completo bloqueo. En todo caso no la iba a continuar mucho más, sólo me faltó el capítulo final y el epílogo que lo tengo a medias por ahí. Tal vez algún día...pero dejaré de prometer cosas mejor n.n

De verdad lo siento mucho por tí que me leías!! debería cumplirte, pero no puedo mis neuronas me fallaron.

Y muchas gracias por darte el trabajo de leerme y buscarme, gracias por el apoyo que siempre recibí de tí en fanfic.es!!

Mira, donde promocionan hartos fics de la hermandad es aquí: https://www.facebook.com/groups/197158897053015/ La mayoría si es VUTCH xD si te gusta, pero hay de todo.