7/30/2010

Supuse

¿Qué se supone que debe hacer uno para tener más confianza en si mismo?
Vamos, qué tan difícil tendría que ser creerse el cuento. ¿La receta?
-Una pizca de buen humor
-Una cucharada de tolerancia
-Una taza de autoestima
-Un litro de confianza
-Un par de fans, que no sean ni tu mejores amigas, ni tu familia, que te repitan a cada momento lo maravillosa que eres haciendo lo que más te gusta hacer.
-Talento, unos cuatro kilos.

Oh que fácil se ve, pero resulta que mi despensa está vacía y tiendo a triturar cada noche el poquito cariño que me tengo, para sazonarlo con algo más que auto compasión y lo espolvoreo con un dulce masoquismo deliberado. Es un plato frío, así se ahorra luz y gas.

No soporto verme mirando al vecino y darme cuenta de que siempre su pasto es más verde y su cielo, más azul. También cuenta con una maravillosa familia perfecta, una esposa platinada, con 3 hijos y un perro. Es millonario, obvio y sus títulos decoran toda una pared.

Lo del lado siempre se ve más apetitoso, más jugoso y deliciosamente perfecto. ¿El de este lado? pues, no subió lo que tenía que subir, así que ha quedado más plano que un tapete, el sabor puede ser igual de bueno, pero muchas veces la apariencia vende más que cualquier otra cosa y ahí me quedo. Lo mío, a simple vista, nunca dice nada más que algo mediocre y simplón, del cual sólo un hambriento le pega un mordisco y si tengo suerte no lo escupe y tal vez, milagrosamente regrese por más.

Que de gustos no hay nada escrito...vale, vale. He memorizado esa frase y sólo falta que me la tatúe para convencerme de que quizás por eso el éxito ha tardado en golpear mi puerta y es casi obvio saber y entender que uno no siempre es del gusto de todos. Mi escribir no es de gustos masivos ¿Será eso o es que en realidad es una mierda?

¿Para quién escribes? ¿Para el vecino, el hambriento, el fan, el amigo?
No lo sé, intento convencerme de que es sólo para mi, para no hacer más daño a mis neuronas paranoicas, pero la presión que me autoimpongo no lleva mi nombre, aunque si mi desesperación, por no poder dar en el gusto a los demás...


-Ahhhh *El psiquiatra se acomoda en el sillón y pone una pierna sobre la otra, haciendo balancear la que ha quedado en el aire* Vamos sigue por ahí...

No me gusta dejar las cosas a media, toda la vida he hecho lo mismo, embarcarme en algo apoteósico y luego perder el interés y no es que haya perdido en interés en escribir, es sólo que me niego a escribir el fin, porque lo haré sólo por la angustia de terminar pronto y hacer otra cosa, no porque realmente lo sienta.
Quiero escribir tantas cosas, pero temo a ir dejando siempre los documentos abiertos y nunca acabarlos como merecen. Temo ir sembrando semillas, regarlas y cuidarlas con amor pero jamás cosecharlas.

Temo ver como me pudro, como me enfermo y me ahogo.
Temo quedarme en blanco, perderme y atragantarme con las pesadillas letradas, que nunca terminé.
Temo suponer que soy mala o buena y luego darme cuenta de que era todo lo contrario.
Le temo a la risa ajena, al ojo crítico y al desprecio.
Temo quedarme toda la vida quejándome de quien soy y de quien nunca llegaré a ser.

Supongo.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

yo me siento igual...