7/26/2010

Sentada hacia la pared

Castigada en el rincón por terca y obstinada.
Castigada por no querer escuchar el ruido de la calle abarrotada, ni ver más alla de mis pupilas miopes.

Todos los días me pregunto seriamente si tengo algún talento, si en realidad las letras serán lo mío o es una mera ilusión infantil e ingenua. ¿Seré capaz de hacerlo? Si en realidad no me considero un ratón de bilioteca y generalmente olvido cada libro que he leído a la semana después de haberlo terminado. No soy buena recorando títulos ni autores, tampoco me gusta mucho la poesía y eso que siempre ganaba los concursos de mi colegio. Terminé traumándome cuando me hicieron interpretar a Lucila Godoy Alcayaga en una escuelita rural de Montegrande..."Todas queríamos ser reina..."
Yo también quiero ser reina, pero aun no encuentro a los esclavos voluntarios que requiero como mínimo para considerarme un monarca, ya nadie quiere servir gratis y de buena voluntad. Malditos egoístas.

Como no sé si tengo algo de pasta para dedicarme a escribir en serio, tenía pensado en meterme a un taller literario, pero lo deseché apenas vi los precios. Ufff, si ya tengo asumido que no ganaré ni un peso con mi trabajo, menos voy a poder desembolsar tanto sólo para escuchar a un montón de gente que está segura de lo que quiere y obviamente sabrá mucho más que yo. Hablarán de decenas de autores que no conozco y tal vez me coman viva por nunca haber leído a Jodorowsky. Qué terrible es saberse y sentirse ignorante, pero mi ignoracia ha sido voluntaria, lo aclaro, eso sumado a mi malísima memoria y mi penosa dislexia.
Me da terror que me digan: "Ahora, escriban algo ustedes y lo analizaremos entre todos"
¡¡NOOOO!!
Me niego rotundamente a exponer a mi bebé en cueros, en medio de una sala de mirones y pseudo críticos.
¿Tienen idea de lo díficil que es convivir con uno mismo cuando eres perfeccionista y autoexigente al punto de no dormir en semanas, cuando has cometido un ligero error?
Huyo de la crítica constructiva y destructiva como el agua rechaza el aceite. Me provoca miedo, terror y taquicardia.

Lo que hace la persecución, la paranoia y la inseguridad. No logro creerme el cuento a cabalidad, no logro amar mi obra tanto como me amo a mí y siempre seré la primera en despadezarlo todo y hacer volar los cientos pedazos de hojas escritas por la habitación triste y vacía. Un suicidio ahogado en una sopa de letras.
Es eso o quedarme en blanco durante semanas sin poder abrir el documento, porque apenas lo hago las naúseas amenazan con dejarme sin el desayuno de hasta la semana pasada.

Tengo tanto que decir, pero el miedo me arrastra inexorablemente hacia su abismo oscuro y perturbador. Me deja ahí haciéndome escuchar una y otra vez la risa cruel, macabra, burlesca, irónica y estúpidamente aguda del fracaso autoimpuesto.

Tengo claro que algún día tendré que agarrame los cojones imaginarios, para agarrar valor y saltar la cerca de la miseria y autocompasión. Mientras, seguiré aprovechando que la queja me trae la inspiración, aunque sólo me quede en esto. En quejas.

0 comentarios: