7/29/2010

En el suave susurro que trae el viento

En el suave susurro que trae el viento, vienen mis alas cansadas y ojos marchitos. El correr del tiempo ha quemado mis plumas, enterrado mis sueños y parido mis miedos, quedando de mí nada más que polvo deslavado y apagado, como arena que jamás conoció el mar. Fría, desnuda, silenciada. Nada mejor que morir refugiada en el calor de la tierra, adorada por el sol y arrullada por los gusanos, negando la libertad eterna del cielo. Ya no más aleteos revoltosos sobre las copas de los árboles almidonados, ya no más cantos celestiales con aroma a lluvia fresca. Afonía.

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