12/20/2012

No title

Al final acabas viéndolos como un par de extraños, en extrañas casas, con extrañas familias. Y ver ajeno lo más básico, lo que correspondía de nacimiento, te deja una soledad que nunca nada ni nadie podrá llenar. Vivo con miedo al abandono, al descariño, al quedarme sin palabras ni sonrisas. Vivo con este agujero en el pecho, con la lengua amarga, con recuerdos irreales y miles de sueños pisoteados. Vivo una vida prestada, montada en la ilusión infantil de una mente perforada, con la culpa eterna sobre mis hombros. Vivo porque debo, porque aprendí a mirar a otro lado, porque decidí armar mi propia casa de cojines y frazadas. Vivo con el tesoro que robé para mi y que jamás soltaré. Vivo, pensando que esto es vida y aferrándome a esa fe ciega y obtusa. Y si muero mañana (irónicamente), que en sus ojos perdure mi imagen que nunca se dejó caer.
Mi identidad no son más que jirones de fotografías viejas y cuarenta libros de fantasía que nunca acabé.

0 comentarios: