3/01/2012

Demente Lectora

Definitivamente yo no leo libros para parecer más culta. He pasado tantas etapas literarias que ya dejé de buscar las buenas razones para leer. Más aun cuando dentro de una semana lo he olvidado todo. ¿Por qué me gusta leer? Ni idea, sólo me gusta esa indescriptible sensación, que hace que se me ponga la piel de gallina o los pelos como escarpias como diría mi mentora Marisan, de entrar en un mundo absolutamente nuevo, hermoso y desconocido. Ponerme bajo otra piel, hablar sin abrir la boca, besar sin ser tocada. Dicen que soy muy sensible, por eso no elijo lectura pesada ni muy dramática porque el corazón se me parte en mil pedazos, mis sesos se recalientan y luego mi vida real se vuelve un infierno. Dejé la literatura cerebral en otros tiempos, así que cuando tomo uno de mis pequeños e insignificantes volúmenes, olvido todo lo que soy y lo que he aprendido, para volverme una ignorante más en este mundo de literatos incomprendidos. Caigo en las redes capciosas de autores chupamedias y vendidos. Río cuando hay que reír y lloro hasta por si acaso. Nada mejor que ser una demente lectora, sin rumbo ni destino, sin curriculums que llenar ni apariencias que sostener. No hay libros tontos si no mentes obtusas. No hay palabras ligeras si no cerebros vacíos. Amo leer hasta las etiquetas de los desodorantes y esa pasión nadie me la va a quitar aunque se diga que mis librero es una porquería. La lectura se hizo para tantos fines y yo elegí la de Disfrutar. Gracias a todos los escritores que se esfuerzan por dar a luz a sus hijos encuadernados. Leí una vez: Los escritores escriben lo que quieren leer y yo espero que jamás dejen de querer hacerlo.

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