2/09/2011

Leer

Devorar palabras salidas de una caja mágica, hecha de papel y cuero inmortal pareciese ser un vicio imparable. Se puede olvidar aquel título innombrable, como así también a su artesano, pero jamás erradicar completamente su mortal efecto de los recovecos impuntuales de la mente dormida.

Una vez que las letras se filtran silenciosas, vagan inquietas y revoltosas haciendo reír a los amargados y se divierten evocando sueños placenteros o completamente aterradores.
Las páginas se adhieren como una segunda piel, curtiendo tu imaginación, saciando tu hambre voraz y quitando poco a poco el vapor del espejo de la vida misma.

No podría dormir pensando que no hay nada tras esas cuatro paredes, si tengo la caja de pandora reposando en mi velador. Maldita pérfida, con ojos hipnotizadores que te llevas a los hombres en tus brazos dominantes, pecadores y demasiado tentadores.

Que mejor que huir de la realidad entre tus labios, bendita ilusión, bendita utopía disfrazada de libro.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Maravillosa experiencia, esa de tener un libro en nuestras manos... con él ríes, lloras, te enfadas, pataleas, te enamoras...
Una sensación tan difícil de transmitir a personas que no entienden los libros como una forma de vida, como parte de tu existencia. ¿Será que somos extraterrestres? ¿Estamos locas? ¿Somos unas drogatas?

Pero digo yo... ¡¡¡bendita locura!!!